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Un estudio de dos investigadores de la UOC concluye que el 7% de las personas encuestadas ha practicado alguna forma de sexo transaccional
Haber padecido violencia o maltrato en la infancia aumenta las probabilidades de involucrarse en conductas de sexo transaccional en la edad adulta
El concepto prostitución refleja la estigmatización que sufren esta actividad y las personas que la ejercen. Además, cada vez más estudios apuntan a que este concepto no sirve para reflejar toda la variedad de servicios de carácter sexual a cambio de una compensación, sobre todo desde la entrada en escena de las plataformas tecnológicas y las redes sociales. Por eso, un número creciente de investigadores aboga por utilizar el término sexo transaccional y evitar usar conceptos como prostitución o incluso trabajo sexual.
¿Pero qué es exactamente el sexo transaccional? ¿Qué tipos existen? ¿Y cuáles son las características de las personas que lo practican? Estas son algunas de las preguntas que han tratado de responder en su último artículo Josep Maria Tamarit Sumalla, catedrático de Derecho Penal e investigador principal del grupo de investigación Victimología empírica y aplicada (VICRIM) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), e Irene Montiel Juan, investigadora del grupo VICRIM y profesora del grado de Criminología y el máster universitario de Ciberdelincuencia de la UOC.
“El objetivo del estudio, basado en una encuesta a 1.568 personas, era conocer las características de las personas que realizan prácticas de sexo transaccional, indagar si hay diferencias entre las distintas clases de prácticas, especialmente entre las que responden al concepto social de prostitución o trabajo sexual y otras situaciones, y conocer las consecuencias de estas prácticas y su relación con experiencias de victimización”, explica Tamarit.
Sexo transaccional: definición y tipos
El término sexo transaccional busca ir más allá del concepto de prostitución para incluir todas las prácticas que implican el intercambio de sexo por dinero, bienes, servicios, mercancías o privilegios. Tal como concluye el estudio, existen cuatro tipos de sexo transaccional:
Sexo transaccional ocasional. De las 57 personas de la encuesta (3,7%) que afirmaron haber recibido dinero, regalos u otra clase de compensación a cambio de sexo, 21 manifestaron haberlo hecho entre 1 y 3 veces, 13 afirmaron que lo habían hecho entre 4 y 10 veces, y otras 13, en más ocasiones.
Relaciones transaccionales. Un número mayor de encuestados, 66 personas (4,2%), declaró haber estado involucrado en alguna relación íntima de carácter transaccional entre una persona de mayor poder económico (y, generalmente, mayor edad) y otra con menos recursos, las conocidas como sugar relationships.
Trabajo sexual habitual. Tan solo 10 encuestados (0,7%) afirmaron dedicarse de forma habitual a prestar servicios sexuales a cambio de dinero. En 5 casos, la motivación para ejercer el trabajo sexual es de tipo experimental; en otros 5, para conseguir cosas que no pueden obtener de otro modo, y en 2, por necesidad (las respuestas no eran excluyentes).
Sexo virtual transaccional. Esta práctica hace referencia a la participación en interacciones en línea de sexo transaccional; por ejemplo, ofrecer imágenes sexuales, vídeos o exhibiciones sexuales a cambio de dinero. En la encuesta, 26 personas respondieron afirmativamente (1,7%).
En total, el número de personas que han manifestado haber estado involucradas en alguna forma de sexo transaccional ha sido de 107, lo cual representa un 7,3% de la muestra. Un 71% de ellas solo ha practicado una de las formas analizadas, un 21% dos de ellas, un 6% tres y un 2% las cuatro.
“Una de las principales conclusiones del estudio es que el sexo transaccional ocasional, el sexo virtual transaccional y las relaciones sexuales de carácter transaccional presentan características diferenciadas de las situaciones que encajan de modo más exacto con la idea social de prostitución o trabajo sexual, según la cual una persona se dedica a esta práctica como modus vivendi, de modo habitual y con cierta promiscuidad”, señala Tamarit, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.
“Además, hemos concluido que las prácticas de sexo transaccional no son algo marginal ni son algo propio solo de mujeres o de personas muy jóvenes, aunque sí son más frecuentes entre las personas con una orientación homosexual o bisexual que entre personas heterosexuales”, añade el jurista. “Por otro lado, haber experimentado abuso sexual o maltrato en la infancia aumenta la probabilidad de involucrarse en conductas de sexo transaccional en la edad adulta”, apunta.
El estudio también señala que estas conductas no parecen seguir un patrón y conjugan componentes distintos, más allá del estatus social o económico. Para muchos de los encuestados, la compañía, el cariño, el compromiso, la exclusividad sexual o la confianza también aparecen como factores importantes en este tipo de relaciones.
¿Quién ofrece sexo transaccional?
El estudio de los dos investigadores de la UOC también profundiza en las características sociodemográficas de las personas involucradas en cualquiera de las prácticas de sexo transaccional. Los datos que arroja la encuesta parecen indicar que no existen grandes diferencias en términos de género, sexo, edad, nivel económico o nivel de estudios. Sin embargo, sí que señalan dos factores clave: la orientación sexual y la victimización en la infancia.
La información recabada indica una mayor proporción de personas homosexuales o bisexuales entre las involucradas en alguna actividad de sexo transaccional. “Las personas que se identificaron como bisexuales o homosexuales representan el 39,8% entre quienes se involucraron en alguna práctica de sexo transaccional. Mientras que las personas con esta orientación sexual eran el 25% entre quienes no se involucraron en estas prácticas”.
“Por otro lado, el hecho de haber padecido violencia en la infancia (hasta los 18 años) está asociado a un mayor riesgo de involucrarse en prácticas de sexo transaccional”, explica Tamarit. Un 36,4% de quienes se han involucrado en estas prácticas habían padecido violencia física en la infancia, mientras que entre los no involucrados el porcentaje era un 25,5%.
“Sin embargo, la encuesta no ha demostrado que la participación en estas prácticas sea un factor de riesgo claro de sufrir violencia física, psíquica o sexual. Los estudios elaborados en otros países también han aportado resultados divergentes y poco claros en este aspecto, aunque sí que hay una sólida evidencia de que el ejercicio habitual del sexo de pago es un factor de riesgo de violencia”, concluye.
Para los investigadores, más allá de las conclusiones extraídas de la encuesta, este y otros estudios sobre el tema demuestran la necesidad de seguir estudiando las particularidades de las diversas formas de sexo transaccional y cuáles son los elementos que determinan un riesgo de victimización, con el fin de poder diseñar y ejecutar programas de prevención más efectivos.
Artículo de referencia
Josep Tamarit Sumalla, Irene Montiel Juan, «Sexo transaccional: aspectos conceptuales y victimológicos a partir de una encuesta en España. », InDret 4.2023 ,pp. 261-290. DOI: 10.31009/InDret.2023.i4.08
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