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- Expertos de la UOC recuerdan que, en el caso de las mujeres de parejas heterosexuales, las expectativas de descansar y desconectar a menudo quedan frustradas
Hace más de treinta años, la socióloga Susan Walker describió la carga mental invisible como el trabajo de pensar y sentir que recae sobre muchas mujeres de parejas heterosexuales a la hora de cuidar de una criatura. Tres décadas después, las mujeres todavía son las que, mayoritariamente, tienen en mente todo aquello relacionado con la organización familiar y los cuidados. Se trata de una carga mental que no hace vacaciones, más bien al contrario: puede intensificarse cuando salimos de la rutina para ir a un lugar nuevo con la expectativa de descansar, disfrutar y desconectar. Así lo recuerdan Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y Maria Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad. Y no hay soluciones mágicas. Tomar conciencia de ello es un primer paso. Hacer valer las tareas de cuidados desde la familia y desde la empresa, el camino a seguir.
Desde la organización de las vacaciones hasta el traslado a un lugar nuevo, pasando por la intendencia o los imprevistos de los días de supuesto descanso, la carga mental que muchas mujeres de parejas heterosexuales asumen durante todo el año puede acentuarse en momentos de descanso o de veraneo. Tomar conciencia de ello y gestionar las expectativas es un primer paso, coinciden Olivella y Núñez.
“Los tipos de relaciones que tienes con tu pareja y con tus hijos te los llevas de vacaciones, y esto no se puede cambiar fácilmente, sino que, muchas veces, se tensa”, empieza el sociólogo. “Las vacaciones son deseadas, porque se supone que serán un espacio de más satisfacción, de más tiempo libre, de más libertad personal. Las expectativas son muy grandes. Pero, justamente, todo esto tiene unos efectos no deseados porque, con esa ruptura de la rutina, de golpe te encuentras en situaciones que no controlas, donde todo es nuevo, donde tienes que decidirlo todo”, añade.
Fuera la culpa
“El rol de género femenino está basado en una mirada colectiva y no individual, en aquello que Carol Gilligan definió como la ética del cuidado”, explica Olivella por su parte. “Los cuidados son unos valores que las mujeres tenemos muy entrenados, y uno de los errores que cometemos, como sociedad, es pensar que nos los tenemos que quitar de encima”, continúa. “Pienso que es importante ser conscientes de ello y saber diferenciar entre el tiempo de cuidados y el tiempo de ocio, pero también animo a las mujeres a no sentirse culpables si se dan cuenta de que su tiempo de ocio es, en realidad, sobre todo un tiempo de cuidados. El problema es de quien no cuida. Cuidar no tendría que ser una tarea mal vista”, subraya la coordinadora de la Unidad de Igualdad.
Ética de cuidado, ética de todos
En este sentido, “desde los feminismos la propuesta es que la ética del cuidado tiene que ser colectiva, y esto es lo que nos llevará a la sostenibilidad y a una vida que merezca ser vivida”, dice Olivella.
Las vacaciones, pues, ¿podrían ser un buen momento para cambiar roles y repartir mejor las tareas de cuidados y la carga mental invisible?
Para los dos expertos, es muy difícil, pero Núñez anima a intentar hacer unas vacaciones diferentes. “Una buena vida es que yo, como padre, piense cómo lo tengo que hacer para que las vacaciones sean buenas para todos, cosa que las mujeres suelen tender a pensar más. El beneficio de las vacaciones no tiene que ser mi placer individual, sino el de todo el grupo. Si pensáramos siempre así… el mundo iría mejor”, apunta.
La industria del turismo también tiene género
Pero el contexto en que organizamos las vacaciones, subraya Olivella, complica vivirlas desde esta mirada hacia lo que es común. “El turismo, como sistema económico, es muy difícil de separar de las vacaciones. Cuando quieres hacer vacaciones y buscas lugares, ya te encuentras con que todo está montado de una forma determinada. Las dinámicas, los horarios, los servicios, las actividades… Se reproduce la hiperproductividad del capitalismo: hacer muchas fotos, ir a muchos restaurantes, visitar muchos lugares. Y, en todo esto, hay importantes prejuicios de género. Las vacaciones no pasan en un vacío”, advierte. Precisamente, la UOC cuenta con un grupo de investigación centrado en el turismo y el ocio desde una perspectiva de género que investiga estas cuestiones.
Deberes para las empresas
Así mismo, la coordinadora de la Unidad de Igualdad pone el foco en otro ámbito, íntimamente relacionado con las vacaciones: el laboral. “En empresas emergentes modernas que trabajan por proyectos y ofrecen a sus trabajadores vacaciones ilimitadas a cambio de cumplir los objetivos, se han observado dos cosas: que las mujeres cogen las vacaciones para cuidar mucho rato de los hijos y familiares, y que los hombres las cogen para su tiempo de ocio. Esto tiene efecto en quien coge las vacaciones y en los jefes, que muchas veces no son conscientes de que las mujeres, cuando vuelven de las supuestas vacaciones, no han cargado las pilas”.
Por eso, dice Olivella, que los mandos de las empresas tomen conciencia de los cuidados y los realcen es imprescindible para que se produzcan cambios reales: “Pasamos mucho rato de nuestro día trabajando, y la empresa es, por lo tanto, un muy buen lugar para adquirir estos valores de cuidados, según los cuales la persona que cuida no es ninguneada por la organización ni se considera que trabaja menos”. Probablemente, los hombres asumirían más tareas de cuidados si se hicieran valer en la empresa, concluye.