Héctor A. Gil Müller
La aplicación de aranceles como un mecanismo de control económico y político ha sido una estrategia históricamente común. Las alianzas comerciales, que implicaban amistades, se evidenciaban con una baja carga impositiva para disfrutar el mercado de una nación y aquellos considerados como enemigos se les aplicaban cargar para alejar su ingreso. Originariamente la etimología de la palabra, proveniente del árabe, se refería a un impuesto que se cobraba a los civiles a cambio de eximirlos de la obligación de alojar a las tropas en domicilios particulares. Arancel proviene de “inzal”; alojamiento. En la actualidad el arancel se refieren al pago específico para entrar a un mercado custodiado por una aduana, taquilla de una frontera comercial.
Los aranceles se registran en la historia desde Palmira en el primer siglo de nuestra era. Se trata de una contribución establecida por un país sobre un bien que pretende ser importado o exportado para que pueda cruzar su frontera. La actual Organización Mundial del Comercio, tiene su origen en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) de 1947. Según la teoría existen tres motivaciones para la aplicación de un arancel; la recaudación, la disminución en el consumo de un producto incentivada por el aumento de su precio y la motivación política como un mecanismo de presión.
México ha usado esta figura en varias ocasiones, una de las mas recientes ocurrió en el año 2009 cuando el gobierno de Felipe Calderón aplicó a Estados Unidos aranceles especiales a diversos productos agrícolas como presión ante la violación que realizaba EUA al TLCAN (hoy TMEC) y sus políticas en materia de transporte transfronterizo. La presión arancelaria funcionó para que EUA permitiria la modificación y apertura en esa area pero también alertó sobre la desventaja del tratado en términos específicos para sus intereses. 16 años después, olvidando nosotros ese episodio, Trump arremete con los aranceles, reales o irreales, para motivar acciones de provecho a sus intereses.
Tras la noticia de la aplicación de esta figura por el gobierno de Trump en un 25% a productos importados desde México, fue el preludio a un largo fin de semana en México, sin bancos ni maneras de migrar capitales. En política la forma es fondo y el momento del anuncio también debe interpretarse. México respondió mas bien ofendido por la mención de no hacer nada en materia de combate a la droga que con el contrataque económico. La medida afecta el mas puro corazón neoliberal. Al final de la historia, al menos por algún tiempo, México accedio al despliegue de 10 mil elementos del ejército en la frontera con Estados Unidos, en esos 3,145 kilometros ahora por turno tendra cada kilometro su efectivo. El costo sera elevado, si un militar, en la jerarquía mas baja tiene una nómina de 17 mil pesos mensuales, tan solo el costo mensual, solamente por nómina, será superior a los 170 millones de pesos.
La presión de un arancel, en un modelo de economía abierta dio como resultado esta medida, algo muy contradictorio a un pais tan de izquierda como se dibuja, que por salvaguardar la ganancia capitalista se absorba desde el Estado el costo de un beneficio. Todo indica que esta política de amenaza y consecuencia será común durante la gestión americana, un arancel político por la ubicación geográfica que nos toca ocupar.
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