Fernando Alonso gana el Mundial con un inesperado triunfo en Le Mans

MARCA Claro

A falta de menos de una hora, cuando el destino de las 24 Horas de Le Mans Estaba prácticamente firmado y rubricado llegó el milagro. Un pinchazo del Toyota #7, el coche que dominó toda la semana en La Sarthe, dejó en bandeja de plata a Fernando Alonso, Sebastien Buemi y Kazuki Nakajima el segundo triunfo consecutivo en la mítica carrera gala. El fastuoso broche de oro con el que coronar, además, el título mundial de resistencia.

Para entonces la carrera estaba totalmente sentenciada. De hecho, lo estaba desde muchas horas antes. El amanecer había llegado a Le Mans con todo dicho. O eso pensaban las 300.000 personas desperdigadas por los 13,6 kilómetros de La Sarthe. Nadie, casi nadie, creía en aquello de que “en las 24 Horas el juez es la bandera a cuadros”. Ni siquiera aunque exactamente eso le dijo a MARCA Jacky Ickx, ganador seis veces en Le Mans, la primera hace justo 50 años.

El argentino Pechito López es el que esta vez ingresará por la puerta de atrás en la leyenda de la carrera, la otra leyenda, la de las desgracias. A él le tocó sufrir, a mitad de la pista, un pinchazo que le obligaba a ralentizar el ritmo, ya de por sí conservador, en modo paseo triunfal. Sólo que faltaba el triunfo.

Error de Toyota en la lectura de un sensor

Pero no fue solo un pinchazo, también un fallo de lectura de Toyota en este incidente. El equipo había detectado un pinchazo, pero la lectura del sensor no fue la correcta: cambiaron la delantera derecha y el problema estaba en la trasera.

Mientras, Fernando Alonso daba un respingo en la mesa del motorhome de Toyota, donde esperaba relajado el destino de la carrera con un plato de pasta con el que coger fuerzas para celebrar el título mundial, lo único (permítase la licencia) que iba a celebrar hoy. O eso pensaba. “¡Va muy lento!” Su voz resonó en la estancia. De un salto, paso a la habitación contigua, donde se reunía el equipo, buscó información y volvió a su asiento. “Es un pinchazo”. Lo primero, buscar la posición del coche y calcular si sus compañeros/rivales podrían perder su ventaja. Más de dos minutos volaron en ese paseo fúnebre del #7 hasta los lejanísimos garajes de la pista.

El #8 llegó a superar incluso antes de cobijarse al amparo de los mecánicos, que corrieron para poner los neumáticos nuevos y soltarle a pista lo antes posible. El daño era ya irreversible: Nakajima rodaba por delante a poco más de un minuto.

¿Había elegido ya la carrera? Ahora nadie se atrevía a decirlo. Pechito empujó con todo lo que quedaba en su Toyota y el impulso de su rabia, visible incluso a través del casco. Normal, si tenemos en cuenta que el destino le había jugado una malísima pasada. Demasiado para Le Mans.

La partida ya había acabado. Una parada para cada uno y final de carrera. La parada del #7 fue más corta, pero se había desangrado demasiado antes y ya no tenía fuerzas para remontar. Y se le acabaron del todo cuando Toyota dio orden de mantener las posiciones a falta de 15 minutos.

Se había escrito otro capítulo histórico en Le Mans. Que llevará en nombres de oro el de un bicampeón del mundo de Fórmula 1 que ya luce un brillo en el palmarés como el de pocos en la historia: con dos Le Mans, un Mundial de Resistencia… y lo que venga.

A García le faltaron tres horas

No tuvieron suerte los españoles de LMGTE Pro. Tanto Antonio García como Miguel Molina contaban con armas adecuadas para ganar (de hecho, el Ferrari #51 se llevó este cotizadisimo triunfo) pero ambos cedieron ante las circunstancias. El Corvette aguantó en la ‘pomada’ casi 21 horas, pero un error de Magnussen acabó con el coche contra el muro en las curvas Porsche. En el caso de Molina, fue una avería mecánica lo que hizo desfallecer demasiado pronto a su Ferrari.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categorías