Cada 17 segundos muere una persona de COVID-19 en Europa

PRNewswire

Actualmente se pierden unas 4500 vidas diariamente en Europa a causa del COVID-19, advirtió este jueves el director de la Organización Mundial de la Salud para el continente.

Hans Kluge informó durante una conferencia de prensa de que, en las últimas dos semanas, las muertes por COVID-19 han aumentado en un 18%. La semana pasada, la región registró más de 29.000 nuevas muertes por esta enfermedad.

“Eso es una persona que muere cada 17 segundos por COVID-19”, expresó el experto, y agregó que cada vez hay más señales de que los sistemas de salud están abrumados.

En Francia, dijo, las salas de cuidados intensivos han estado a más del 95% de su capacidad durante 10 días, y en Suiza, esas mismas unidades están a plena capacidad. También se están notificando brotes en escuelas, en entornos de cuidados a largo plazo y en reuniones.

“Cada vez que elegimos seguir las medidas de salud, detener la propagación de información errónea o abordar la negación de la crisis, contribuimos a prevenir la pérdida de vidas debido al COVID-19… Si todos actuamos, y los más privilegiados de nosotros hacen un esfuerzo extra, podemos lograr un impacto”, resaltó el director.

Kluge recordó que el continente ya alcanza más de 15,7 millones de casos y 355.000 muertes, con más de cuatro millones de casos reportados solo en noviembre. Actualmente Europa representa el 28% de los casos mundiales y el 26% de las muertes, de forma acumulativa.

Sin embargo, no todas son malas noticias, los nuevos casos semanales de COVID-19 disminuyeron de más de dos millones hace dos semanas a aproximadamente 1,8 millones de casos la semana pasada.

“Es una pequeña señal, pero es una señal de todos modos. Aquellos de ustedes que tengan la fuerza y la capacidad para hacerlo, los insto a que continúen asumiendo el desafío al que se enfrenta nuestra sociedad y nuestra forma de vida. Tu país, comunidad, familia y amigos te necesitan como nunca”, pidió el experto a los ciudadanos.

Proteger a los más vulnerables

Kluge recalcó que los trabajadores sociales y de salud están bajo una inmensa presión y haciendo grandes sacrificios, por lo que se necesita una mayor responsabilidad de todos para la difícil temporada que se avecina durante el invierno.

Una de las maneras de apoyarles es utilizando la mascarilla. Según el experto, si su utilización llegara al 95% de la población no se necesitarían medidas de confinamiento, pero lamentablemente ahora solo está en el 60% o menos.

“Cientos de millones de personas se encuentran en algún tipo de encierro, pero hemos aprendido que existe un daño colateral significativo asociado con esto, que incluyen un aumento de problemas de salud mental, abuso de alcohol y sustancias, violencia de género, interrupción de servicios esenciales y una necesidad de un mejor apoyo económico para las personas afectadas, incluidas las personas que pierden su empleo”, dijo.

Agregó que además existen dificultades técnicas y políticas para recurrir a esas medidas, como cuando se flexibilizan demasiado rápido.

“Estoy fomentando un sistema de niveles basado en la gravedad de la transmisión comunitaria, con un conjunto de medidas proporcionadas que podrían considerarse en cada nivel. Esto puede situar mejor las acciones de los gobiernos a lo largo de un gradiente de severidad que puede ir en ambos sentidos sin detenerse nunca”, dijo.

Utilizar las tecnologías a la mano

Kluge recalcó que las vacunas no detendrán por completo al COVID-19 y no responden a todas las preguntas, pero representan una gran esperanza en la guerra contra este virus.

“En los últimos días, hemos recibido buenas noticias con dos vacunas particularmente prometedoras. Sin embargo, esta promesa nunca se hará realidad a menos que garanticemos que todos los países tienen acceso al mercado de vacunas, que se entreguen de manera equitativa, que se implementen de manera efectiva y que los países aborden las dudas de sus ciudadanos de vacunarse”, expresó.

Para el director también es importante utilizar las tecnologías que ya existen, vacunando a los ancianos y otras poblaciones vulnerables contra la gripe y el neumococo.

“Los recientes avances científicos en las pruebas de diagnóstico rápido (las pruebas de antígenos) también brindan una opción valiosa para cambiar el lugar de la batalla pandémica de los hospitales a los hogares, los puntos de atención, las comunidades, para poner a las personas en el centro”, afirmó.

Proteger a los niños

El experto aseguró que la Organización Mundial de la Salud mantiene su firme compromiso de ayudar a los países de Europa a mantener abiertas las escuelas primarias y garantizar un aprendizaje seguro para todos.

“Los niños no se consideran los principales impulsores de la transmisión y, como tal, el cierre de escuelas no se considera una medida eficaz para el control de COVID-19. Aquellos países que estén considerando este curso de acción, les solicito que consideren los efectos adversos del cierre de escuelas en términos de resultados educativos y bienestar mental y social”, dijo.

Hans Kluge envió un mensaje a los niños advirtiéndoles que será una Navidad diferente, pero todavía puede ser alegre.

“Durante el Ramadán, los grupos comunitarios encontraron soluciones seguras para romper el ayuno, incluso virtualmente o entregando comidas a los hogares para celebraciones a distancia. Un Diwali virtual con eventos gratuitos en línea organizados por municipios de toda Europa garantizaba fiestas seguras”, dijo.

Agregó que las reuniones grandes deben posponerse y que, a pesar del frío, reunirse con seres queridos al aire libre es una buena idea si las restricciones lo permiten.

“Vemos señales de espíritu comunitario y apoyo ya en toda la región de Europa, con refugios que planean entregar comidas calientes y paquetes de alimentos a las personas sin hogar en Navidad, festividades en línea planeadas y escaparates navideños de tiendas departamentales populares que se revelan a través de eventos en vivo de Facebook, etc.”, dijo.

El máximo representante de la OMS en Europa resaltó que no era momento de perder la esperanza, sino de hacer todo lo posible por reducir el riesgo individual y de las comunidades.

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