Reflexión filosófica sobre lo más importante de la Navidad

  • Esta época es para actuar con humildad y recordar que el amor es el verdadero camino

Dr. Silviano de Jesús De Anda Ibarra, Profesor de Filosofía de la UAG

El amor es el único camino y la Navidad es una muestra de ello. Sin embargo, antes quisiera abordar esta cuestión menos compleja y puramente filosófica ¿por qué la “Natividad” invita a mantener vigente el principio político aristotélico de: “el buen ciudadano es quien sabe cuándo mandar y cuándo obedecer?”

En primer lugar, Nuestro Señor San José aceptó la responsabilidad de proteger a la Santísima Virgen y al Niñito Dios porque reconoció la Autoridad Divina, aquella que supera por mucho a la autoridad humana; de lo contrario, si hubiera rechazado a la Virgen cuando se enteró que esperaba un hijo que no era de él, ella hubiera sido lapidada y la Navidad no hubiera sucedido.

Gracias a que Nuestro Señor San José, por fe, reconoció y obedeció el Misterio de la Autoridad Divina en aquel sueño, fue instituido con la autoridad del Pater Putativus.

En segundo lugar, si la Santísima Virgen con solo con su criterio humano hubiera decido desconocer la Autoridad Divina negándose a ser Madre del Mesías, la Natividad tampoco hubiera sucedido; pero, tal como Nuestro Señor San José, también por fe, aceptó su llamado, sellando así, su futura autoridad de Reina de todo lo Creado.

Finalmente, Nuestro Señor Jesucristo, al aceptar la Voluntad del Padre encarnándose en la Virgen, también es muestra de obediencia perfecta, porque a pesar de siempre haber existido (como el Evangelio de Juan nos recuerda), decidió compartir nuestra naturaleza humana.

Entonces, a diferencia de nosotros, que por rebeldía solemos revelarnos ante nuestros padres, Nuestro Señor Jesucristo aceptó la naturaleza humana para que, al caminar entre nosotros, reconociéramos en Él su autoridad de ser el único camino de salvación, y así decidir asemejarnos a Dios caminando con Él por su senda de amor.

Por tanto, la Sagrada Familia por su obediencia cumplió el axioma político de Aristóteles y por ello recibió la autoridad que el Padre le tenía preparada; por eso, filosóficamente hablando es fascinante saber que la Navidad existe gracias a la obediencia.

Pero ¿y el amor? Dado que quien ama todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta, por ser paciente y servicial ¿acaso no es la humildad de la Sagrada Familia una muestra de amor puro? ¡Por supuesto, por eso la Navidad debe ser una celebración de amor!

Es decir, debemos tener cuidado de que ni la cena ni los regalos sean la razón para celebrar la Navidad, sino que la intención de reunirse y celebrar sea el amor a nuestros semejantes.

Por eso, mantengamos presente que el amor se conoce mejor por lo que ofrece, no por lo que exige; y así como la Sagrada Familia humildemente se ofreció para salvarnos, humildemente deberíamos entregarnos para testimoniar a las nuevas generaciones el amor verdadero, quizás así, estemos más cerca de comprender que: quien sabe recibir amor es porque ha aprendido a dar amor.

En síntesis, la Navidad debería de ser una celebración donde con toda humildad nos entreguemos por amor, para el amor porque… ¡el amor es el único camino!

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