Donald Trump

Certeza

Héctor A. Gil Müller

En un nuevo capítulo de la tragicomedia escrita desde Estados Unidos sobre los aranceles y las barreras amenazantes, ahora se han impuesto aranceles a 185 países con una invocación a un día de liberación económica. En un mundo global, construido desde los acuerdos emanados del mismo Washington se quiere hacer un mundo local, con unos nuevos acuerdos de restricción global, para saciar un apetito local.

El presidente Trump también ha lanzado amenazas contra el TMEC, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que ha vinculado con ventajas y desventajas a los tres países norteamericanos. Frente a la renegociación del tratado el mandatario americano ya comienza a liberar su discurso preludiando una jornada muy larga rumbo a las mesas de discusión para el año 2026. En su momento el TLCAN o Nafta fue el primer acuerdo comercial americano que sorprendió al mundo consolidando la promesa de disminuir las fronteras y reiterar que el GATT y en ese entonces la OMC es el camino correcto.

En el panorama mexicano se respira una tranquilidad ocasionada al menos por no aparecer entre los países afectados por este nuevo frente. Estados Unidos está apostando a vincular un arancel a la compra y uso de materiales americanos, así se nos está llevando al uso de partes, en nuestro sistema productivo, de origen estadounidense y que antes eran trinacional. Esta presión nos conduce a una limitada concepción manufacturera de nuestros procesos productivos, dejamos de ser creadores para ser meros ensambladores.

Aunque la industria maquiladora ha sido un sello nacional, la aspiración tecnológica, económica y cultural está en la construcción de negocios que implica el aprovechamiento de recursos nacionales y no únicamente de su mano de obra.

En tiempos así, como los actuales, de incertidumbre y alta volatilidad la flexibilidad es una competencia valiosa. Aprendemos en la tormenta que no se trata de lo que se tiene sino de lo que es. Aprovechar las oportunidades que abre una relación tan fracturada, sin la aplicación de las reglas y límites nos quita la velocidad y seguridad del avance, pero eso no implica que no lo exista. Seguramente nuevas oportunidades permitirán aprovechar la situación y mejorar nuestra condición. El mundo esta reajustando sus relaciones, los nuevos tratados no se consolidan en papel, pero se cocinan ante un incierto panorama geopolítico.

La incertidumbre siempre nos debe limitar al presente, estar bien requiere alejarnos del dolor de un mal pasado y el temor de un mal futuro. La incertidumbre nos puede llevar a quedar atrapado entre las glorias del pasado o los buenos tiempos de los ayeres. Pero también en el dolor de pensar que el futuro necesariamente es catastrófico. Lamentablemente como “la esperanza” es un ingrediente ideológico de la estrategia nacional, todo se filtra a partir que el éxito es un suceso, es decir una reunión de situaciones y condiciones que sin esfuerzo alguno da como resultado lo esperado.

La certeza es una condición que nuestra mente busca, pero la naturaleza se niega a entregarla, el mundo en sí es incierto. Accionar o reaccionar es una condición que elegimos. Ante una amenaza podemos atacar, huir, paralizarnos o someternos. ¿Qué debemos hacer ante la incertidumbre?, pensar mas allá es entender las posibilidades que se abran y las reglas definidas o indefinidas que parecen surgir. Tiempos inciertos.

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