“Yo sé que mi hija está muerta”

EL VALLE

Ocoyoacac, Méx.- “Lo espero con los brazos abiertos”, “cuando tocan la puerta imagino que es él”, fueron algunas de las frases que dijeron las madres que buscan a sus hijos desaparecidos mientras nos movilizábamos hacia el polígono donde se realizó la brigada.

Un paisaje boscoso, apenas con los primeros rayos del sol, cerca del llamado Valle del Silencio, un sitio al que cientos de familias acuden cada fin de semana para pasar un rato agradable, pero que en esta ocasión sería el escenario de cuatro días intensos de búsqueda.

“Recuerden que lo que buscamos es un depósito humano”, dijo un integrante de la Comisión Nacional de Búsqueda, mientras recibíamos las instrucciones para peinar la zona.

Sí, a eso se reducen las esperanzas de estas madres buscadoras, localizar los cuerpos de sus hijos para tener dónde llorar su ausencia.

Divididos en dos grupos, con picos, palas, machetes y varillas nos abrimos paso hacia la zona de búsqueda, donde cada detalle es importante. La presencia de bolsas, costales o tierra removida son las primeras características en llamar la atención de las brigadistas y las autoridades.

Acompañadas de elementos de la policía municipal de Ocoyoacac, la policía estatal, así como agentes de la Comisión Nacional de Búsqueda y la Comisión Estatal, llegamos al límite de un barranco al que las buscadoras no dudaron en bajar, porque “es más fácil lanzar un cuerpo a una barranca”.

Son al menos 22 familias las que a través de los colectivos “Flores en el Corazón” y “Una Luz en el Camino”, viajan por todo el territorio mexiquense para hallar a sus seres queridos.

Recursos propios, colectas y ventas de garage son las fuentes que les dan los ingresos para poder costear las exploraciones.

Ellas solo desean saber dónde quedaron esos hijos que por siempre amarán. Han abandonado sus miedos para poder encontrar a los suyos, es el amor, el dolor, la rabia y la impotencia lo que las empuja a una búsqueda incansable.

Para la señora Estela Zepeda, han sido once largos meses indagando el paradero de su hija María Fernanda Rodríguez Zepeda y su pareja Daniel Arturo Chávez Valdés, quienes desaparecieron el pasado 4 de abril de 2023, en su domicilio ubicado en la colonia el Panteón, en el municipio de Lerma.

Luego de pasar un agradable fin de semana con sus nietas, la vida de Estela cambio por completo, las risas y los festejos se habían convertido en dolor y desesperación al no saber qué había pasado con su hija y su yerno.

Desde entonces, en su día a día espera las citas en la Fiscalía estatal para dar seguimiento a las carpetas de investigación a la espera de que haya algún indicio que le ayude a dar con el paradero de sus seres queridos.

Sin embargo, esa esperanza de encontrarlos con vida se ve empañada cuando asiste a las instalaciones del Servicio Médico Forense para identificar entre todos los cuerpos presentes, el de Mafer y Dani.

A casi 365 días de su ausencia, el panorama para la señora Estela es claro: “Yo sé que mi hija está muerta, ella nunca dejaría a sus hijas”, me dijo mientras me mostraba videos y fotografías de sus nietas a quiénes no sabe cómo explicarles la ausencia de sus padres.

Al igual que Estela, la señora Patricia Mangas Pérez continúa la búsqueda de su hijo José Alberto Cardoso Mangas, quien desapareció el 29 de marzo de 2017 en San Mateo Atenco.

Para Patricia, han sido siete años en la espera de respuestas, durante este tiempo sus búsquedas eran independientes, acompañada de familiares salía a recorrer las calles, hasta hace un mes que se acercó al colectivo.

Aún con la carpeta de investigación extraviada por la propia Fiscalía mexiquense, la señora Patricia continúa con las brigadas.

Cientos de estas historias se repiten día tras día. A lo largo y ancho del país, las madres buscadoras han tomado en sus manos las investigaciones, buscando los restos de sus hijos en esta fosa común llamada México.

Las cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda, establecen que en la actualidad hay 114 mil 905 personas desaparecidas y tan solo en el actual sexenio, la agencia de investigación TResearch señala que a la fecha, el número de persona desaparecidas es de 49 mil 343, sin embargo, el gobierno federal señala que según sus cifras en este sexenio van 20 mil.

Ante estas cifras, las madres buscadoras exigen que las autoridades tomen cartas en el asunto y pronto puedan responder la constante pregunta: ¿En dónde están?

En México, estas historias son una constante que lacera a miles de familias, por ello existe la importante necesidad de que las autoridades trabajen en disminuir el número de desaparecidos, y con ello, estas trágicas historias que definitivamente no merece vivir ninguna madre, ningún padre y ninguna familia.

 

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