Relato: Los años continuaron su psicorumbo

Autor Bayardo Quinto Núñez

Bitácora de futuro

Precavida realidad, se ajustaba precisamente con un suspiro de satisfacción, y espléndido menú cotidiano, como contemplarse de soslayo en un espejo y ver a través de el colgado el reloj en la vieja pared derruida por el tiempo, como una ráfaga de viento. Era algo muy especial.

Había que considerar, las huellas, uno se inclina a pensar muchas cosas, pero solamente una es la verdad ante inclemente días idos, que ni la misma realidad lo soportaba. Pero, con la esperanza, añoranza en el futuro. Quizá la noble raíz del drama aunque tenga largas sombras y la muerte la vea, pasa a ser féretro del pasado. En fin, el tiempo digiere, avanza, nunca se detiene, y nada en esta vida se puede borrar de un solo plumazo. Jamás.

Continuando insertado en los años 1980, 1981 y parte de 1982 aún viviendo en la capital de Nicaragua Managua, y siempre en la búsqueda de trabajo, visité a don Fernando (Q.E.P.D) este era uno de los jefes de la Casa Pellas.

-Hola don Fernando-le expresé-.El se sorprendió al verme.
-Qué andas haciendo-me preguntó-.
-Bueno, quiero que me de trabajo, aunque sea de vendedor de repuestos-le señalé-.
-Ve canoso, es mejor busques como prepararte, estudia-me orientó-. Gracias, don Fernando, nos vemos. Al día siguiente fui hacer otra visita.
-Visité a Sanjinés un sacerdote jesuita, (Q.E.P.D) conocido mío, en su lugar de trabajo, lo saludé y le dije: usted podría conseguirme un trabajo por estos lados.-
-Mira canoso, mejor busca como prepararte, aquí no hay futuro. En ese sentido, no sé por qué me arguyó eso, ni tampoco sé, ni supe que veía.

También visité la LA CASA DEL OBRERO, con el triunfo de la Revolución Sandinista le cambiaron el nombre por Central Sandinista de Trabajadores-C.S.T-, ahí llegaba cuasi todas las noches, a veces por la mañana, porque vivía cerca como a siete cuadras, logrando hacer “amigos (as)” y entablar conversaciones con una dama que se veía responsable, no recuerdo su nombre, era de estatura baja y un poco gordita. El asunto fue que en cierta oportunidad me expresó: veni el lunes a los ocho de la mañana, vas a trabajar en la fotocopiadora. Yo alegre, le dije está bien.

Llegó el día lunes, me alisté, y procedí hacia la casa del obrero, pero mi asombro fue que, ni la fotocopiadora, ni la dama estaban en el local, nunca más la volví a ver. Después me enteré que, en el Ministerio del Transporte de Managua, estaban buscando chequeadores de buses. Bueno, fui, ahí si logré me aceptarán, pero primero debía recibir un curso de 15 días consecutivos. Recibí el curso, una vez que finalizó, por supuesto me ubicaron en una terminal de buses. Pero, que terminal, ni siquiera había una caseta de tablas para protegerse del sol, asistí una semana, pero era inaguantable el sol. No proseguí, un poco y más me da insolación o desmayo.

El tiempo continuaba su curso. No había trabajo para mí, pero ya Dios sabía lo que hacía. La decepción era profunda, pero eso no me doblegaba, mucho menos me amilanaba, más bien me daba fortaleza. Ingresé a estudiar mi cuarto año de bachillerato, en el antiguo colegio Colón, lo aprobé, ahí conocí al profesor Abraham P.,-profesor de español-, nos hicimos buenos amigos. El me explicaba muchísimas cosas de literatura…, me prestaba libros diversos. Pero, nada de conseguir trabajo. Ya, para este tiempo, con Claudia M. V.V., se había disuelto la unidad del hogar.

Y, siguiendo al tiempo, ya vivía de nuevo en mi ciudad natal Masaya, debido a gestiones de dos amigos profesores del Instituto Nacional de Masaya, Negata y Carlos, ingresé a la Escuela Nacional de Educación Física Blas Reales Espinales, /ENEF/ ubicada en esa época en la ciudad de Granada Nicaragua, estuve interno, me logré graduar de instructor deportivo, con especialidad en baloncesto.

Ahí, escribí varias cosas que, por obra del destino maligno alguien quizás las necesitaba, se las llevó o mejor dicho se las robó. Pero, aquí viene lo más hermoso, el día de la promoción, entregaron los títulos a todos menos a mi, los amigos de clases, se quedaron sorprendidos, recuerdo que me dijeron: andá donde el Ministro de Deportes, haya está con el Director de la escuela y decile lo que pasó. En efecto fui, me presenté, y le expresé lo pertinente, éste asombrado, y parece le dio cólera, acto seguido me dijo: vaya a la dirección y dígale a Erenia C., que me mande su título. Fui, hice lo ordenado y regresé donde el Ministro de Deportes, se lo mostré. Él me dijo: con el único que me voy a tomar foto será con usted y así fue y el Director igual. Clase de escupitajo, burla me propinaron, y bofetada. Eso nunca fue aclarado, quedó perdido en el tiempo, pero ahí está el hecho, la maldad de interpósita (s) personas.

Fue siendo instructor deportivo graduado que, desde el Ministerio de Deporte, me dieron un trabajo, y con tan mala suerte, la contrarrevolución estaba en lo fino en ese año 1982, las milicias populares andaban reclutando, entonces, desde mi trabajo recibí un llamado que teníamos que ir a la guerra, fue ahí que perdí mi pierna debido a un balazo que presuntamente se le zafó a un miliciano, o pudo haber sido un cumplido a personas, digo esto porque nunca se aclaró el asunto, se durmió en el tiempo, nunca me dieron explicación, todo quedó enterrado en el silencio. Este hecho sucedió en una comunidad de Sumos, Musawás, en Zelaya Central, en el propio corazón de su norte. Ni modo, ese fue ese destino desafortunadamente. Como siempre cargaba ciertos libros, libretas, lapiceros para leer y escribir, en la montaña, todo se perdió y porque no decir se apropiaron.

Lo importante, es que, ni eso me ha hecho rendirme ante esta vida, claro, cuando me toque tendré que dejarlos, pero no creo ahorita, muchos se tendrán que aguantarse, aunque ya han aguantado, pues no somos monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Y, si Dios quiere, ahora mismo les digo adiós. Pero, no adelantarse. En está breve historia que les relato, da la impresión que hubo interpósitas personas que, se empecinaron en apartarme de todo, y otros no. Bueno, así suele suceder en este mundo, aunque para mí es irrelevante, lo importante es que estamos con vida y respetando todo y a todos. A esos Dios les tiene labrado su destino, igual a cada ser humano, cada cuál en su oportunidad.

En esa época, por el hecho de mi amputación de mi pierna derecha hubieron varios viajes al exterior, como un derecho ganado. Estos viajes están escritos en un libro inédito que tengo escrito, intitulado así: “Viajes inesperados, como que fueron hoy”. Y en cuanto a la continuidad de este relato está escrito, pronto será publicado para que conozcan algo de esa movilización en las milicias populares de la época, 1982.

Los años continuaron su psicorumbo, y claro, se tiene que seguir. En todo esto mi familia me apoyó, siempre estuvieron al pie de cada batalla que libraba con esa vida, de esa época. Las historias continuarán…, son interminables, y llenas de mucha savia quizá para provecho de las futuras generaciones y viejas.

*Acerca del autor Bayardo Quinto Núñez. Colaborador del periódico oriundo de Nicaragua, Escritor, Pintor, Músico, Abogado y Notario Público, Columnista, y ha publicado actualmente 17 libros. (Celular No. 505-88739938. Correo electrónico tac_tictac@yahoo.com – seudónimo Bayquinú)

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