Héctor A. Gil Müller
El día 25 de noviembre se ha identificado como el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Esta fecha exige políticas públicas claras que tiendan a eliminar cualquier forma de violencia en el mundo. Desde 1981 la fecha se ha convertido en una conmemoración de la muerte en 1960 de las tres hermanas Mirabal; Patria, Minerva y María Teresa. Mujeres valientes que se opusieron a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana y asesinadas por tal motivo.
“La mujer ha dejado de ser musa que inspiraba para ser creadora que opera y construye”. Fui testigo de esas poderosas palabras pronunciadas por la Mtra. Berenice de la Peña, en el concierto inaugural de DARA una orquesta de cámara femenina integrada por alumnas de la Escuela Superior de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila, en mi natal Saltillo. Ellas, entre las notas que emitían sumaban el canto de todas las voces que, desde la tinta, la voz, el trabajo, las artes, la ciencia y la sabiduría parecen entonar una inmortal canción de queja, de lucha y de victoria.
En el mundo una de cada 3 mujeres se ve afectada por algún tipo de violencia de género y cada 11 minutos una mujer o una niña muere asesinada por un familiar. Ese es el tamaño y la urgencia de la lucha. Los espacios de reflexión que se abren permiten seguir nombrando lo que antes era tabú, lo que la costumbre se encarga de justificar.
En 2006 Tarana Burke fundó el movimiento #MeToo que abrió una ventana a la denuncia y empoderó a miles de mujeres que sufrían en silencio la vergüenza y miedo de la violencia. En México muchos frentes se han formado como movimientos de apoyo, pero aun no son suficientes, las marchas, protestas y gritos no han sido suficientes para frenar la burla, el escarnio, la duda y el dolor de quienes ven desde una trinchera acobardada el dolor de otros. En mi México, diversos cómicos han mantenido un discurso que pretende cosechar risas de las siembras de odio, Chistes del mal llamado humor negro parecen alentar a muchos buscando entronarse en un sitial de rebeldía, como si rebelarse a la situación sea eso, idealizar. Ellos piensan que la comedia es burlarse de la violencia, pero no es verdad. La comedia no puede cambiar la percepción de algo que es valioso. La violencia no se combate solamente iluminando los espacios oscuros, espacios lúgubres que guarecen al delincuente entre sus sombras, la violencia no se combate solamente con las sanciones, sino cambiando nuestra cotidianidad, nuestros modos más continuos que nos hacen negar el dolor, acostumbrarnos a la situación o incluso callar. Lo que no se nombra no puede combatirse y el dolor de quienes son víctimas de la violencia, en todos sus aspectos debe erradicarse.
Debemos continuar construyendo un mundo más justo, sincero y sin violencia. Una sociedad que esté intranquila y ansiosa ante el dolor de otros. Que no calle las conciencias pensando que la rebelión es insulto, una sociedad en la que la dignidad no sea una conquista sino un derecho.
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