Staff/Rosi
La Mtra. Viviana Pineda Esteban, académica de la IBERO, recomendó cuándo encender y cuándo apagar la cámara durante clases
Durante las clases virtuales, qué funciona mejor: ¿tener la cámara apagada y sólo escuchar una voz, aunque transmita un mensaje articulado con palabras claras; o encender la cámara y ver imágenes, expresiones faciales y el lenguaje no verbal de las personas?
Con esta pregunta, la maestra Viviana Pineda Esteban, académica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, dio inició a su conferencia Educación a distancia: ¿con o sin cámara encendida?, que impartió en el V Foro Docencia Universitaria y Tecnologías Digitales: La R-evolución educativa pendiente, organizado por la Dirección de Enseñanza y Aprendizaje Mediados por Tecnologías (DEAMeT) de la IBERO.
En su ponencia relató que, en un estudio hecho por la Universidad de Stanford se acuñó el término fatiga por Zoom, el cual se refiere a que la pandemia de COVID-19 ha desatado un exceso de videoconferencias, a las que la gente se conecta ya sea por motivos educativos, laborales o para contactar a médicos, familiares y amigos a través herramientas de telecomunicación como Zoom, Teams, Google Classroom, Skype o cualquier otra.
Con base en lo que le ha funcionado en su experiencia docente, y considerando distintos escenarios a la hora de impartir clases, Pineda compartió en qué situaciones recomienda el uso de la cámara encendida, cuándo cámara apagada y cuándo es opcional.
Cámara encendida
La cámara encendida, muy útil cuando se tienen grupos medianos -20 a 30 estudiantes-, ofrece cinco ventajas muy claras para las y los alumnos:
Personaliza la educación virtual. No es lo mismo estar escuchando una voz, que ponerle a esa voz la imagen de quien habla.
Hay más atención. Y cuando el grado de atención es alto, el rendimiento de los alumnos/as mejora.
Produce mayor participación.
Se hace más interesante la clase. Es más interesante ver una imagen que únicamente escuchar una voz.
Permite conectar con sus compañeros. Aun aislados en sus casas, las y los compañeros de clase pueden verse a través de la pantalla y mantenerse en contacto.
La cámara encendida también tiene estas ventajas para el profesorado:
Mejora la puntualidad y asistencia del alumnado. Al respecto, Viviana Pineda comentó que, en la virtualidad, casi el 100% de sus estudiantes se conecta en punto de la hora.
Las y los estudiantes están más atentos. Con la cámara encendida, al saberse observados, no se distraen tan fácilmente con el celular o con lo que ocurre en sus casas.
Permite observar el lenguaje no verbal del estudiantado. Ver el rostro de sus alumnos/as deja a las y los docentes darse cuenta si les están entendiendo o no; o en materias que se tornan densas por los conceptos y tecnicismos abordados, ver cuándo cambiar el ritmo de la clase o dar un descanso cuando se nota aburrimiento o cansancio en el estudiantado.
Permite ir conociendo a los alumnos. Evita perder la humanización de la educación, al verlos físicamente, ponerles caras a sus nombres, y conocerles más al entablar pláticas informales, como las que se tienen en un salón de clases presencial.
Mantener un nivel de supervisión en exámenes. En pruebas de opción múltiple o las que se deben contestar en un tiempo determinado.
Otras situaciones en las que puede funcionar tener la cámara encendida:
En asesorías a alumnos/as en grupos pequeños. Porque al ser tres o cuatro, la cámara y el micrófono encendidos propician que haya intercambio de ideas.
En trabajos en equipo. Permite el intercambio cara a cara, aunque se esté a la distancia.
Cámara apagada
Antes de sugerir cuándo tener la cámara apagada, la Mtra. Pineda Esteban dijo que en el estudio de la Universidad de Stanford que mencionó se explica que la fatiga por Zoom es ocasionada por dos razones: la cantidad de horas que se está conectado y por el exceso de contacto visual.
Como con la cámara encendida, el contacto visual es permanente –lo que no ocurre en un salón presencial, donde el contacto se pierde cuando el profesor escribe en el pizarrón o los estudiantes toman nota-, esto, además de antinatural, resulta cansado. Por lo que el estudio de Stanford recomienda que una forma de reducir el estrés generado por el exceso de tiempo en pantalla es permitir a los alumnos/as apagar la cámara, en ciertas situaciones, para darles un respiro justo y necesario.
Dicho esto, la profesora de la IBERO recomendó tener la cámara apagada:
Cuando los estudiantes resuelven ejercicios individualmente. El saberse no observados les permite trabajar con menos estrés y con más creatividad.
Cuando tienen que leer algo. Con la cámara apagada el estudiante a lo mejor decide leer recostado en su cama o cambiarse a un sillón más cómodo; esto además hace menos pesada la clase.
Cuando el profesor quiere que se centre toda la atención en un invitado o cuando algún alumno realiza una exposición.
Aunado a esto, la profesora de la IBERO recomienda que, en clases de dos horas, cuando se vea cansados a los estudiantes, darles recesos de cinco minutos, para que vayan por café, agua, al baño o pueden estirar las piernas.
Cámara opcional
La cámara opcional funciona cuando se tienen auditorios de más de 50 o 100 personas en una conferencia. Durante toda la ponencia es muy cómodo para el orador y personas del público tener sus cámaras apagadas, para que el primero no tenga distractores, y para que quienes estén escuchando la conferencia puedan relajarse mientras hacen eso. Al final, en la sesión de preguntas y respuestas, se puede invitar a quienes hagan cuestionamientos a prender sus cámaras.
Previo a emitir unas recomendaciones finales, la maestra recordó que “por ley, no nos pueden obligar, ni nosotros podemos obligar a los alumnos, a que tengan su cámara encendida”. La razón de esto es, respetar la privacidad del usuario, porque está transmitiendo desde su casa, en la mayoría de los casos, y ésta es un espacio privado.
La ley también contempla ‘el derecho a la desconexión’, que en cuestiones de trabajo a distancia se refiere a que “no porque yo esté en mi casa y tenga acceso a wifi quiere decir que estoy disponible a las 10 de la noche, no”, sino que hay un horario de trabajo que se debe respetar.
Recomendaciones a los alumnos:
Poner de su parte. Así como en el salón de clases buscan que el docente les hable y haga contacto visual con ellos, los profesores piden que sus estudiantes les presten atención y no al celular o a Facebook.
Cuestión de credibilidad. Habrá ocasiones en que los estudiantes no prendan la cámara o la apaguen, porque tienen mala conexión; pero si siempre les pasa, a lo mejor deja de ser creíble su argumento.
Recomendaciones a los profesores/as:
Ser creativos. Salir de su zona de confort y estar modificando las herramientas que usan, los programas y los paquetes, para hacer más entretenidas sus clases.
Ser flexibles en entender a los alumnos. Si determinado día un estudiante no tiene buena conexión a internet, comprender que sólo puede estar conectado con el sonido. Pero incluso con la cámara apagada, se le puede pedir que participe o externe sus dudas.
Permitir a las y los alumnos tener su espacio de trabajo individual y reflexión con su cámara apagada. Ahí son más creativos.
Recomendaciones para ambos:
Quienes son muy celosos de su espacio personal y requieren tener la cámara encendida, pueden buscarse un cuarto neutral -que no sea su recámara-, que tenga detrás un librero, un muro liso o una pared blanca.
Usar fondos.
Y para reducir el estrés por Zoom, por ver todo el tiempo a la cámara, cambiar la opción de vista del hablante por la vista de mosaico, la cual es más amigable, porque no hay que hacer contacto visual con una sola persona mirando fijamente a la cámara.
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