Ricardo Homs
Frente al surgimiento de grupos inconformes por las decisiones gubernamentales, los cuales se empiezan a manifestar públicamente en movilizaciones ciudadanas pacíficas, así como a través de activismo en redes sociales, empiezan a surgir grupos radicales que aseguran defenderán a la 4T de los embates de las fuerzas conservadoras.
Es preocupante que desde el gobierno federal se pretenda calificar como sedición y actividades subversivas al legítimo trabajo político que se realice al amparo de nuestro modelo democrático. Pretendiendo reprimir cualquier movimiento opositor, ya surgió el mito de la Boa.
Debemos reconocer que hay quienes desde el ámbito ciudadano pretenden concientizar a la sociedad del riesgo de que en las elecciones del 2021 el partido MORENA tenga mayoría en las dos cámaras legislativas y pretenda hacer reformas constitucionales a su favor.
Sin embargo, como respuesta a las iniciativas ciudadanas de oposición, ya han aparecido manifestaciones que ponen en evidencia la formación de grupos radicales que defenderán a la 4T al precio que sea.
Se esfuerzan estos grupos progobiernistas por guardar distancia de MORENA para no comprometer a este partido frente al INE y al Trife. De este modo surgió la “Coordinación Nacional por la Unidad de las Izquierdas”, que pretende integrar “comités de defensa de la 4T”.
Debemos reconocer que mientras su actividad se realice abiertamente en el ámbito de la persuasión y proselitismo, abonará al ejercicio de la vida democrática de México.
Sin embargo, la conformación de este grupo que se espera que en diciembre llegue a tener 3000 comités que aglutinen a 20,000 miembros, nos recuerda a los comités que formó Fidel Castro el 28 de septiembre de 1960, denominados “Comités de Defensa de la Revolución” para defender a su gobierno de cualquier movimiento político en contra y terminó siendo una estructura represiva y de control ciudadano.
Esta organización cubana ha controlado totalmente la vida de cada cuadra, en cada población, y ha vigilado las actividades y la vida privada de cada familia, denunciando a cualquier ciudadano que manifieste opiniones contrarias a la ideología socialista y peor aún, si hace proselitismo. Cada persona peligrosa para la ideología ha terminado siendo tratado por el gobierno cubano como subversivo y seguramente castigado.
La velocidad con que hoy se busca ejercer control de las instituciones ciudadanas desde el gobierno de la 4T, con nulo respeto por la vocación democrática que se había venido construyendo en México durante los últimos años, pone a un amplio sector de la población a la defensiva, tratando de visualizar los riesgos que entrañan los arrebatos ideológicos.
Es oportuno, ante este clima de confrontación que se ha creado, recordar pasajes de la historia de nuestro país que fueron traumáticos y peligrosos, para que no se vuelvan a repetir, pues en el contexto actual de violencia cotidiana que vivimos pudieran salirse de control y desprestigiar lo que la 4T pretende defender.
Recordemos una historia tabasqueña muy presente en la mente de los políticos de edad madura. Esta es el movimiento de los “camisas rojas”, creado por el gobernador de Tabasco Tomás Garrido Canabal.
Los camisas rojas, -inspirados seguramente en los “camisas negras”, grupo fundado en 1923 en Italia por el fascista Benito Mussolini-, fue una organización política tabasqueña, creada en 1931 por Garrido Canabal durante su segundo periodo como gobernador del estado.
Estaba conformada como una organización paramilitar violenta, de filiación socialista, constituida por jóvenes, tanto hombres como mujeres, de entre 15 y 30 años de edad.
Como en esa época no se hablaba de neoliberales ni de conservadores, se enfocaron en agredir a la comunidad católica, quizá como una reacción frente al movimiento cristero que se desarrollaba en el centro del país, Jalisco y Michoacán, principalmente.
Quemaron iglesias y realizaron fogatas públicas para destruir objetos religiosos, obligando a los adultos católicos a participar para que escarmentasen y a los niños también, para instruirlos.
Cuando Garrido Canabal fue invitado por el presidente Lázaro Cárdenas a integrarse a su gabinete como ministro de agricultura y ganadería, con él llegaron a la Ciudad de México los camisas rojas, quienes el domingo 30 de septiembre de 1934 cercaron a la parroquia de San Juan Bautista, de Coyoacán, mientras se celebraba la misa.
Cuando los feligreses salieron fueron recibidos a balazos, con el resultado de cinco fallecimientos. La grey católica reaccionó vehementemente en todo el país y frente a este escenario adverso, el presidente Cárdenas lo envió como embajador a Costa Rica.
Tanto camisas rojas, como camisas negras, fueron creadas como organizaciones políticas donde participaban intelectuales, profesores y gente del pueblo, convencidos de la propuesta ideológica, tanto de Garrido Canabal, unos, como la de Mussolini, los otros.
Estas organizaciones inician con argumentos políticos y cuando pierden la paciencia terminan actuando violentamente. Los vándalos que han saqueado tiendas en las recientes movilizaciones de Guadalajara y la Ciudad de México… ¿No actúan de forma organizada como grupo paramilitar?. ¿Quiénes están detrás organizándolos?… ¿Quiénes financian sus viajes?
El mundo de hoy es muy diferente al de los años treinta, que era poco comunicado. Por ello los desmanes quedaban circunscritos al ámbito regional.
En contraste, si hoy el gobierno tolerase actos vandálicos de grupos organizados y en lugar de castigo recibiesen abrazos, quedaría exhibido frente a la comunidad internacional.
Es importante que en las estructuras de gobierno entiendan que gobernar no es igual a hacer política. Quien gobierna es responsable de mantener la paz social y si no lo consigue no está cumpliendo con sus obligaciones constitucionales.
Azuzar al tigre violento para que moleste solo a los adversarios hoy es peligroso, pues el mundo es muy diferente al de los años setenta, cuando desde la presidencia se podían generar problemas para luego tener el mérito de resolverlos, como sucedió en la época del presidente Echeverría, cuando el control total y absoluto lo tenía el gobierno y sus instituciones militares. Hoy azuzar al tigre conlleva el riesgo de perderle el control cuando tire manotazos y ataque a quien no debía, e incluso, envalentonado desconozca a su domador.
El tigre de hoy es mucho más poderoso que el de antes. El poder lo tiene la sociedad intercomunicada de forma global.
COMENTARIO AL MARGEN
Hoy es más que evidente el asedio a las instituciones que no dependen totalmente del poder ejecutivo. El afán de centralizar el control para someterlas, aún con el riesgo de desmantelarlas, es el mayor riesgo político que tiene el país. Significa un retroceso que nos puede llevar a un modelo autoritario de gobierno. Las amenazas a CONAPRED y al CEAV para que renunciasen sus dirigentes, a fin de poner alguien del equipo presidencial, cuando su titular debe ser designado de forma colegiada por el Poder Legislativo, es una falta de respeto a la división del poderes del Estado Mexicano.
¿Usted cómo lo ve?
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