Por: Dr. Erasmo Zarazúa Juárez,
Académico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
· Nuestro país se afianzó en el tercer lugar de la justa continental; mientras que en Perú continuó la debacle de Cuba
El tercer lugar general de México en los recientes Juegos Panamericanos Lima 2019 salda una deuda histórica que ha tenido el país para sí mismo. México, en el ámbito internacional, y más en el continente, es de un peso importantísimo por su económica, política y cultura; pero esto no se hacía presente en lo deportivo.
México logra buenas presentaciones cuando es anfitrión, tanto en Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales de Fútbol y en Juegos Panamericanos. En estos últimos, en 1955 logró un tercer lugar, con 17 medallas de oro; y dos cuartos lugares, en 1975 y 2011, con nueve y 42 medallas áureas, respectivamente.
Al comenzar esta segunda década del siglo XXI, es notorio que en el ámbito continental tanto México como Perú no reflejan su potencial como países en lo deportivo. Pero en Londres 2012 todo comenzó a cambiar, México logró su mejor cosecha dorada fuera de casa en unos Juegos Olímpicos; así como en diferentes disciplinas deportivas, en justas mundiales y eventos regionales.
Para 2019, Perú logró la sede de los Juegos Panamericanos y se mostró como un país capaz de organizar un evento internacional que nunca había tenido, dejando atrás la imagen del terrorismo. Ahí, en Lima, México consiguió su máximo número de medallas totales y un tercer lugar general, con 37 oros. Hay explicaciones para esto.
La debacle de Cuba que, en la edición anterior, 2015, perdió su constante segundo lugar continental, al bajar al cuarto; y este 2019, al quinto. Se nota la falta del líder histórico, la ola de cambios, la crisis política y económica que tiene la Isla, así como la deserción de atletas y entrenadores, que se pueden encontrar en diferentes Comités Olímpicos Nacionales alrededor del globo.
Brasil recogió los frutos de organizar los Juegos Panamericanos Río 2007, la Copa Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos Río 2016. El megaproyecto deportivo iniciado por Lula da Silva, en aquel 2003, podemos decir que ya está consolidado, pues en la reciente justa continental Brasil por fin llegó al segundo lugar general del medallero.
A Cuba, el reciente crecimiento del Caribe, con países como Jamaica, Barbados, Trinidad y Tobago, y Santa Lucía, le fueron quitando el oro gracias principalmente al apoyo de las grandes marcas deportivas.
Canadá sufrió el arrebato de medallas por parte de Brasil, México, Argentina y Colombia. El país de la hoja de maple, desde 2007, ha ido bajando en la cosecha de metales, con un repunte de sus juegos en 2015, pero al ser un país que se está quedando sin población, esto repercute en el numero porcentual de atletas. Además, los deportistas provenientes de países en vías de desarrollo ya no ven a Canadá como puente para llegar a eventos internacionales; son las empresas las que entran con el apoyo y estos atletas representan a sus países natales.
Argentina se ha mantenido dentro de los primeros seis lugares y ha estado en competencia por estos sitios, recientemente con Colombia, que en la última década está creciendo, desarrollándose y convirtiéndose en potencia media, económica y políticamente. Desde antes, culturalmente levantó la mano, pero es ahora en el deporte donde se ve reflejado su despertar en paz.
Al ver el medallero, es notoria la gran punta que es Estados Unidos y Brasil, un fuerte segundo lugar. Pero del tercero al séptimo, y entre el octavo y el décimo segundo, la diferencia de preseas de oro es de una, dos o tres, marcando una competencia más pareja, donde todos jugamos entre iguales, y donde todos hemos crecido.
México ha logrado destacar por el desarrollo del deporte de alto rendimiento, gracias principalmente al trabajo del mismo atleta, de sus padres y familiares; es un trabajo de casa.
Empresas también han entrado al patrocinio, aunque no tanto como quisiéramos, debido a los cambios en la política donde el Estado no fomenta y el mismo Estado ha acompañado, pero aún falta una verdadera política deportiva, un plan y programas de corto, mediano y largo plazo, pero siempre interrumpido por el cambio de administración. Por ahora se ve que darán fondos directos y becas a los atletas, pero seguirá la carencia de instalaciones, atención médica, equipos y materiales, continuidad, impulso, etcétera.