Héctor A. Gil Müller
Un antiguo fantasma pasea por las calles del país, la protesta relacionada a una generación se vuelve un escenario antes visto. Ya en 1968 los jóvenes habían emprendido una protesta que modificó en mucho la manera de entender al gobierno tras la perpetración del funesto 2 de octubre. La institución se resquebrajó ante el individuo y la protesta triunfó aunque requirío del tiempo. Hoy se alerta de una manifestación por la “generación Z” un movimiento internacional que se asocia a la generación actual entre los 13 y 28 años. El nombre, a nivel mundial, ha ganado especial relevancia como en su momento fue la juventud revolucionaria en los 60’s.
Lamentablemente la definición generacional es amplia, hace alusión a lo que siguió de la generación “X”, generación que equivocadamente se asocia a la letra (de ahí la generación Y y Z) pero que representa la palabra griega “equis” o igual. La generación equis es una generación caracterizada por percibir todo como igual. Una generación adormilada que obvió la libertad, descuidó la democracia, erró las decisiones distrayendo el futuro y centrándose en un presente. Esa generación modificó, manteniendo la placidez del hoy, las pensiones a recibir en el mañana.
Posterior a la generación equis, los millennials actúan diferente, un enfoque temporal en “siempre” contrasta con el “hoy” de la generación previa. Una percepción de los “otros” sobre el “yo” previo. Y de ahí se han ido construyendo las generaciones afrontando sus retos, desafíos y usando las herramientas que de alguna u otra manera la propia cultura ha entregado. Las protestas de la generación z llegan a México y se han anunciado para el 15 de noviembre. La Presidenta Sheinbaum ha mandado instalar barreras para evitar la confrontación y el daño a bienes históricos, entre ellos al Palacio Nacional. Ha asociado la protesta con figuras políticas que, según su dicho, pretenden sacar partido del caos.
El país es un caldo de cultivo, motivos hay muchos si se incorpora la creciente oleada de inseguridad, las complicaciones económicas y otros temas que no han podido resolverse. En medio de ello, agregar un grupo etario como singular afectado resulta la receta explosiva. El bono popular que cuenta el régimen de la 4T es precisamente etario, una generación ha recibido importantes beneficios económicos mediante las becas y pensiones, en espejo debe ser preocupante que un grupo etario proteste.
Si el movimiento es usado con otros con fines ajenos a los que lo hicieron constituirse, el riesgo debe ser percibido como menor, pero si la protesta es genuina, si es una generación la que se levanta y que no cuenta más que con el impulso de su experiencia y la ambición de su expectativa es de poner atención. A 57 años de los movimientos internacionales del 68 que implicaron crisis sociales y culturales en diversos países, ¿puede ser esto la antesala de una nueva oleada?, es difícil saberlo aun. Las instituciones se resquebrajan, porque exigen abandonar al individuo, el individuo se fortalece porque exige cambiar a la institución, en ese péndulo estamos, algunos de los “equis” como expectadores y no creadores, pero el péndulo se mueve. El futuro se construye desde los presentes que se deciden, estemos pendientes.
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