Ana Frank (solo) una década después de morir: «Despertó a la vida en un ataúd»

ABC HISTORIA

«De todos los sufrimientos que padeció el pueblo judío en los año de la Segunda Guerra mundial, la memoria no retiene ya apenas más que un nombre: el de Ana Frank. ¿Quién era esta muchachita?», se preguntaba este diario hace ya más de 60 años

«De todos los sufrimientos que padeció el pueblo judío en los años de la Segunda Guerra mundial, la memoria no retiene ya apenas más que un nombre: el de Ana Frank. ¿Quien es esta muchachita?», se preguntaba en ABC el periodista Adolfo Prego, padre de la escritora y también periodista Victoria Prego. Tan solo había pasado una década desde que la víctima más famosa del Holocausto nazi perdiera la vida en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en Alemania, cuando ya este diario se preocupaba por la terrible historia de esta niña ayer habría cumplido 90 años.

«Es una escolar de trece años, una de muchas adolescentes que a las cinco de la tarde abandonaban sus clases y regresaban al hogar. De pronto, las circunstancias encerraron a la muchachita en unas pocas habitaciones escondidas, donde ella, sus padres, su hermana y otras cuatro personas de su misma raza y religión trataban de escapar a las persecuciones», apuntaba Prego a continuación en La Tercera publicada el 16 de enero de 1957 bajo el título de « El microcosmos… de Ana». Un artículo en el que el periodista analizaba la capacidad para escribir el famoso diario de la niña que ha sido traducido ya a más de setenta idiomas.

Aunque en el momento en que el periodista escribía en ABC, el « Diario de Ana Frank» todavía no había adquirido la importancia que tiene hoy en día –tras se declarado patrimonio de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)–, hablamos de uno de los documentos testimoniales claves para entender la época del Tercer Reich. El mismo que hace un mes ha sido publicado por primer vez en versión original completa, sin las correcciones y retoques que hicieron en su momento la propia autora y su padre antes de que fuera publicado.

«Observaciones ingratas para Ana Frank»
«El concepto épico de la literatura milita contra la posibilidad de que, en un cuarto mísero, puedan registrarse acontecimientos de magnitud estimable […]. Ana escribió un diario. En 1947, a pesar de que el diario encerraba muchas observaciones ingratas para su autora, la obra fue publicada. Dio rápidamente la vuelta al mundo, se transformó luego en una obra de teatro, y ahora, al cabo de poco, brilla aisladamente sobre el recuerdo ya vago y confuso de los hechos que, en su momento, alimentaron las columnas de buena parte de la prensa y dieron materia a procesos sonados», podía leerse en La Tercera de Adolfo Prego.

La primera versión de este diario, que se conoce simplemente como «A», la había empezado a escribir Ana Frank espontáneamente, mientras su familia estaba escondida de los nazis en Ámsterdam. Más tarde, tras escuchar por radio un llamamiento a documentar el sufrimiento de los judíos holandeses, la niña judía que soñaba con ser escritora reescribió una parte de ese diario con la esperanza de verlo publicado después de la guerra. De aquella reescritura resultó lo que se conoce como la «versión B», que Frank soñaba con editar bajo el título de «La casa de atrás». Son estas dos primeras versiones las que incluye la nueva edición, y no la tercera que preparó su padre después de la guerra, tras la muerte de su hija, al eliminar pasajes que tenían que ver con las crisis típicas de la pubertad.

Sobre el proceso de escritura de estos diarios antes de su muerte en 1945, el periodista recordaba una década después que «la pequeña Ana estuvo durante dos años situada en el centro neurálgico de un vastísimo conflicto que costó millones y millones de vidas, sufrimientos incontables, ruinas morales que quizá no puedan ser reparadas nunca. Entre ella y el mundo se encontraban unas paredes. Y, sin embargo, allí dentro comenzó a repetirse el proceso de las debilidades y las grandezas humanas. En el “Diario” se encuentran las causas de la guerra, de la persecución racial, del desastre provocado por el hombre, pero no referidas a conferencias diplomáticas o económicas, sino a las vicisitudes cotidianas de la convivencia, la promiscuidad y la diferencia de caracteres, ideas, edades, aspiraciones y cuanto en suma individualiza a los seres humanos y les sitúa en posiciones fatalmente beligerantes».

Las cartas
La afición por la escritura de la pequeña Ana, que analizaba Prego en ABC, se ha confirmado una vez más este mes al conocerse que se van a publicar también al completo, y en inglés, una serie de cartas escritas por ella a su abuela paterna, Alice Betty Stern. Dichas misivas fueron escritas entre 1936 y 1941, antes de que empezara a escribir el célebre diario en su decimotercer cumpleaños, el 12 de junio de 1942. El contenido de estas hace referencia a anécdotas, momentos de su día a día, descripciones de sus padres y de su hermana Margot y detalles de su propio físico, así como los regalos que recibió: «Una bicicleta, una nueva mochila para el colegio, un vestido para la playa …material de papelería».

En una de las cartas, cuya fecha se atribuye a la primavera de 1941, Ana Frank le cuenta a su abuela que sus padres quieren que se corte su «pelo largo» a pesar del deseo de la niña de dejárselo crecer más. También le confiesa lo desagradable que está siendo llevar un «aparato de dientes» durante las últimas ocho semanas o algo tan común de la adolescencia como su amistad con los chicos. Aunque también arrojan luz sobre la situación política del continente europeo, pues en mayo de 1940 se produjo la invasión nazi en los Países Bajos y la persecución a la población judía ya había comenzado.

Lo peor para Ana Frank y su familia estaba por llegar: su detención por parte de los nazis y su posterior muerte, antes de la cual se desarrollan las terribles circunstancias en las que escribió el diario. «En circunstancias anormales, la sensibilidad de una muchachita que desde luego marchaba camino de ser una gran escritora tenía que afinarse. En el “Diario de Ana Frank” todo aparece sutilizado en su naturaleza y ampliado en sus dimensiones reales. Lo mismo lo bueno que lo malo, lo noble que lo vil, lo trascendente que lo trivial. De cada una de esas páginas se desprende la emoción de una adolescente que despierta a la vida encerrada en un ataúd», concluía La Tercera.

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