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El hambre es un problema que afecta a una quinta parte de las familias encabezadas por personas que se declaran mestizas o negras en Brasil (20,6%). Este porcentaje es el doble en comparación con las familias encabezadas por personas blancas (10,6%).

Los datos, divulgados el lunes (26), se refieren al período entre noviembre de 2021 y abril de 2022. Son parte del II Estudio Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia de Covid-19 en Brasil (II Vigisan).

En total, 33,1 millones de personas se vieron afectadas por el hambre en el país. Las personas incluidas en determinados grupos raciales y de género son más vulnerables. Los hogares encabezados por mujeres negras representan el 22% de los que sufren el problema, casi el doble que los encabezados por mujeres blancas (13,5%).

“La situación de la inseguridad alimentaria y el hambre en Brasil adquiere ahora mayor claridad. Necesitamos urgentemente reconocer la intersección entre racismo y sexismo en la formación estructural de la sociedad brasileña, implementar y cualificar las políticas públicas, haciéndolas promotoras de la equidad y del acceso amplio, irrestricto e igualitario a los alimentos”, afirma la profesora Sandra Chaves, coordinadora de la Red Brasileña de Investigación sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Penssan).

En datos generales divulgados anteriormente, el estudio mostró que cuatro de cada 10 familias tenían pleno acceso a los alimentos, es decir, en condición de seguridad alimentaria. Por otro lado, 125,2 millones estaban en condición de inseguridad alimentaria —leve, moderada o grave—. Los niveles fueron medidos por la Escala Brasileña de Inseguridad Alimentaria (Ebia), también utilizada por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).