Autor Bayardo Quinto Núñez
De regreso, regresó
mi mente e ingreso
a los recovecos
de la misma,
dónde estuve cavilando;
mente prodigiosamente
me encanta tu sutil
manera de ser y actuar,
sobre tus paredes,
que ipso facto te
metamorfoseas como
en una hoja seca,
que suspendida
viajó por el ambiente,
en medio de un
gran bosque tupido
y muy enamorado
de ti, tus encantos
y tu aroma.
Vente conmigo
preciosa flor
y fuguémonos de
este mundo,
a ese lugar
que será un paraíso
dónde solamente
en nuestro secreto
para formar
un híbrido
sin obstáculos,
ni limites para,
acariciarte, amarte
flor regocijante
que abres tus
pétalos empampa.
Y. He descubierto
también que
en tus noches
estoy presente
ya que soy
en lo último
que piensas
y suspiras,
antes de trasladarte
al país de
los sueños,
para volvernos a ver,
a encontrar
para seguir
en el trajín del
renacimiento
del amor, como
cuando amaneces
cada día refulgente
regalando tu amor
al mundo protervo.
Tu esencia, que,
al final cuando
dejemos la materia,
allá en el
firmamento
se derretirá
nuestro ser, para formar
una sola estrella
refulgente, radiante
y llena de amor…
En si, siempre seré
tu candil de esperanza,
y tú igual,
siempre te querré,
en ti, flor bendita deposité
mi entera confianza,
para junto a ti
ser feliz.
Existen otros
que ni siquiera
llegan a la mitad
del camino, porque
es inexistente que
se unan en la distancia.
“Amor de lejos,
es de pendejo”,
pues, sólo
el recuerdo queda
como amor platónico,
en otros frustrante,
esa es la esencia
de esta verdad
al final de esos
caminos tortuosos.
Acerca de este pohema Bayardo Quinto Núñez , escritor, pintor, músico y columnista.