Héctor A. Gil Müller
Recientemente tuve el privilegio que me volvieran a invitar a una mesa de análisis y opinión entre muy buenos amigos. Yo siempre agradezco más las segundas invitaciones que las primeras. Porque en las primeras puede ser el desconocimiento el que exprese la bienvenida, pero en las segundas, ya que te conocen el mérito es genuino. Eso si expresa compasión y valentía. No sé por qué, en las cosas que tienen repetición, valoramos más lo primero que lo segundo.
Discurría yo en esa mesa, entre temas y tópicos, sobre la nueva política. ¿Existe eso? Vivimos un tiempo de transformación respecto a las relaciones, en que la comunicación, hoy más que nunca, exige una conexión. La atención se vuelve la recompensa y los modos y formas de acercarse tienden a ajustarse a las modas y formatos que la sociedad adopta.
Adoptar es adaptar y la política comienza a adaptarse a ciertos rituales que parecen contraponerse en muchas de las máximas de comportamientos heredados de lo que pareciera ser un manual de actuación política. Videos van y videos vienen ante una sociedad cuyos ojos parecen preferir la congruencia de las imágenes que las incongruencias de las letras.
Tres danzas baila hoy la política. La primera el gran baile de la atención. Llamar la atención para conectar, en México se conecta desde la reiterada comunicación. El Presidente diariamente abre su agenda dirigiéndose al país ante un grupo de reporteros tan representativo del ancho y largo de México, igual ocurre con otros personajes, que comienzan comunicando, llamando la atención, haciéndose presentes.
La segunda danza está en las redes sociales, no solo aquellas que digitalmente nos entretiene, sino de aquellas estructuras en las que interactuamos y que hoy forman más que una jerarquía una redarquía. Entre hilos cautivadores dejan testimonios que viajan, quien no está presente está ausente gritan los ojos que siguen el baile en las redes. La tercera danza es una pasión por el mindfulness, no importa el ayer o el mañana, lo mejor está en el hoy, ser consciente del hoy en un mundo que pierde atención, pero busca satisfacción.
La conciencia y presencia de posición y aceptación. Vivir el hoy y disfrutar el hoy parece más un movimiento que un partido cuya expectativa se agota en el futuro rebasando la figura personal.
La política es la misma, por cuando la función coincide, sigue el carisma, vivimos una época en la que el político alimenta un movimiento y no un partido que construye un político. La corriente ideológica parece esconderse ante el brillo de la persona. Los partidos políticos no tienen cabida en una sociedad que prefiere los movimientos. La política que llama la atención, atrapada en redes y centrada en el hoy no es una nueva política, solamente es un desafío de una sociedad que aún no sabe cómo resolverlo. Es más quizá no lo vea aún como desafío. Lo será cuando la atención no sea suficiente, cuando la red se rompa tirando lo que contiene y cuando el hoy no sea tan grande como para contener los sueños y expectativas de un mundo que se enteró que la vida es más que gastar tiempo.