Por Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo

Académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México e Investigador Nacional Nivel II (SNI). Twitter: @Fred_FisMat

· Un comité financiado por el gobierno actual presenta métodos y posturas sesgadas referentes al calentamiento global

En el cuento popular Sabiduría e ignorancia se narra la forma en la cual las dos célebres hermanas reaccionan ante una situación de peligro que amenaza a su pueblo. Mientras una acepta la situación y actúa para afrontar los riesgos, la otra niega lo que ocurre y busca medios para rechazar la realidad.

De manera semejante a la segunda de las hermanas del relato, la actual administración de Donald Trump ha adoptado una actitud de negación práctica ante la abrumadora evidencia científica que impulsa un cambio en su postura sobre el cambio climático, y ha comenzado a reclutar ‘sabios a modo’ que legitimen sus políticas actuales.

En su momento, las ideas de Galileo respecto a la aceleración que adquieren dos cuerpos de diferente masa al caer libremente fueron fuertemente atacadas. En este caso, al igual que en cualquier otro en el cual se aplique el método científico, no fueron discursos persuasivos pronunciados por prestigiosos personajes, ni las eminentes trayectorias académicas de los ‘debatientes’, lo que permitió identificar la verdad sobre el fenómeno; la sabiduría fue alcanzada con base en experimentos reproducibles por cualquier persona.

Si bien en las ciencias físicas es deseable cuestionar una y otra vez el conocimiento establecido, esto carece de sentido si las actividades no se enmarcan en un contexto experimental, comunicable de manera pública y objetiva. La ausencia de estos aspectos metodológicos es precisamente la limitación fundamental de la iniciativa de la administración Trump sobre el cambio climático.

Un comité financiado con fondos federales para examinar una idea científica debe realizar reuniones públicas que generen documentación accesible a los contribuyentes y también debe contar con representantes formados en disciplinas afines al problema, capaces de aportar ideas para enriquecer el conocimiento.

En contraste, el panel de Trump tendrá facultades para trabajar legalmente por medio de reuniones privadas, no tendrá obligación de dar cuenta de experimentos públicos y no contrastará sus conclusiones con las obtenidas a partir de décadas de investigación independiente realizada por la comunidad académica internacional. Este enfoque medieval de abordar un problema científico es muy semejante al que emplea ‘la ignorancia’ del cuento popular y es necesariamente ajeno a la búsqueda honesta de la verdad.

La historia ha ilustrado una y otra vez que este tipo de paneles ‘a modo’ carecen de impacto científico. Aun en el hipotético caso de que dicho comité ‘concluyera’ que el calentamiento global antropogénico no existe, o que no representa riesgo alguno, es previsible un fracaso inmediato de la iniciativa ante la comunidad vinculada con las áreas de investigación y desarrollo de dicho país. La estructura científica estadounidense es esencialmente independiente de fondos federales, lo que constituye un blindaje ante todo tipo políticas autoritarias.

De acuerdo a cifras publicadas por la UNESCO, 88 de cada 100 dólares invertidos en investigación y desarrollo en los Estados Unidos de América no proceden de su gobierno.

Los dichos del comité no afectarían el trabajo científico y tecnológico cotidiano, pero podrían utilizarse políticamente para que la administración Trump eluda de manera definitiva los compromisos incluidos en los Acuerdos de París, favoreciendo intereses económicos de empresas emisoras de gases de efecto invernadero y poniendo en entredicho la viabilidad de la civilización en las décadas venideras. En este contexto, aunque la sabiduría prevalece, la ignorancia implica riesgos incalculables para la humanidad.