Gaceta UDG
En un rinconcito de México, una pequeña niña llamada Mixtli se preguntaba qué podría regalarle al Niño Jesús durante las celebraciones de Navidad. Mientras caminaba lentamente por las calles del pueblo al lado de su primo Tonalli, su corazón se sentía muy preocupado.
Tonalli le dijo a Mixtli para consolarla: “estoy seguro que aún el más humilde regalo, si es ofrecido con amor, será más que bienvenido ante sus ojos”.
Ya no sabiendo qué otra cosa hacer, Mixtli se arrodilló al costado del camino y recogió un puñado de hierbas y le dio la forma de un ramo, pero mirando de reojo su ramo de malezas, se sintió más triste y avergonzada que nunca por la sencillez de su ofrecimiento y cuando ingresó a la pequeña capilla del lugar no pudo evitar que se le escapara un lágrima.
A medida que se acercaba al altar, iba recordando las amables palabras de Tonalli:
“Aún el más humilde regalo, si es ofrecido con amor, será más que bienvenido ante sus ojos”.
De repente, empezó a sentir que su espíritu se elevaba mientras se arrodillaba para colocar el ramo a los pies de la escena de natividad e instantáneamente, como magia, el ramillete de hierbas estalló en flores de color rojo intenso y todos los que lo vieron estaban seguros de estar presenciando un milagro. A partir de ese día, esas flores rojas brillantes se conocieron como las “flores de Nochebuena” y nunca dejaron de florecer cada invierno en época de Navidad.