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Psiquiatras determinaron que tenía un trastorno psicopático causado por los maltratos de su infancia. Sus crímenes iniciaron en la década de los 60, luego de un pasado aterrador con su propia familia.
Mary Bell tenía 11 años cuando a sangre fría mató a su vecino Martin Brown, de cuatro años, y meses después a Brian Howe, de tres años.
La madre de Martin narró que días después de haber encontrado el cadáver de su hijo Martin en una casa abandonada, la niña tocó a su puerta y preguntó si podía ver al pequeño. Entre lágrimas, la madre de Martin le dijo que él estaba muerto, Mary contestó con total frialdad: “Ya sé que está muerto. Lo quería ver en su ataúd”.
Mary estranguló al pequeño Martin, según declaró, lo hizo por aburrimiento, sangre fría y sin el menor cargo de conciencia. Todo ocurrió en 1968 en el barrio de Scotswood, en la ciudad de Newcastle, en el noreste de Inglaterra.
El caso conmocionó a toda una sociedad porque no se explicaban cómo tanta maldad podía anidar en el interior de una niña, pero luego se conoció que la pequeña sufrió todo tipo de abusos en su infancia y padecía un trastorno psicopático.