Héctor A. Gil Müller
La disminución de la jornada laboral ha sido presentada por el Gobierno Federal poniendo un rumbo más claro a uno de los compromisos de campaña y advirtiendo una de las mayores modificaciones en materia laboral desde 1917. Ya se ha modificado la gestión sindical, los topes del salario mínimo se han aumentado, diversas prestaciones se han modificado y ahora los números máximos de trabajo se van a modificar bajo un esquema presentado por la presidenta Sheinbaum y el secretario del trabajo Marath Bolaños López. Nadie dudó de la factibilidad de la reforma, ya sabemos que después de la reforma judicial todo es posible.
La iniciativa ha sido enviada al Senado de la Unión para realizar las modificaciones necesarias que entraran en vigor desde mayo del 2026 y preparar el camino para que desde enero del 2027 se reduzca la jornada máxima permitida a 46 horas, y así cada año disminuir dos horas hasta llegar al 2030 con 40 horas por semana. También impacta en el manejo que la ley da a las horas extraordinarias, poniendo un tope máximo de 12 horas por semana. La medida, según explica el boletín oficial, beneficiará a 13.4 millones de trabajadores en el país.
El número de horas no es extraño y es común en el mundo. El promedio de horas por semana trabajadas en los países miembros de la OIT es de 43.9 horas. Países asiáticos mantienen una jornada superior a las 50 horas por semana y países europeos reducen la jornada a 35 horas por semana. La tendencia de 40 horas es adoptada por muchos países, siendo una opción viable para construir modelos de fuerza de trabajo que cubra la totalidad de la semana calendario.
En marzo de 2018, Corea del Sur aprobó una ley que permitió la reducción de la jornada semanal máxima de 68 horas a 52. En Japón “karoshi” es un término que existe para identificar la muerte por exceso de trabajo. Japón alcanzó un número histórico durante 2024 de 1,304 casos de muertes relacionadas con el exceso de trabajo o la presión del mismo, 196 más que el año inmediato anterior según cifras del ministerio de salud y bienestar japonés. Sin embargo, la cifra puede ser mucho mayor si se toma en cuenta que la cantidad de suicidios registrados durante ese año es superior a 20 mil, tres veces más que el número en México.
Tener jornadas más largas de trabajo no implica necesariamente una mayor productividad. Ocurre lo mismo en sentido inverso, menos tiempo de trabajo tampoco implica una mayor eficiencia. La captura del tiempo no significa la gestión de este. La paremiología, ciencia que estudia los dichos, ya lo había descrito: “No por mucho madrugar amanece mas temprano”, el tiempo para ser eficiente debe ser gestionado de manera tal, con un enfoque en la calidad y no solamente en la cantidad, que permita salvaguardar lo vital y gestionar lo actual. Este concepto de la productividad llena los discursos en relación con los beneficios de esta reducción para el sector empresarial. Sin embargo, diversos sectores resentirán la medida con lo que seguramente será una disminución de sus operaciones. La pequeña empresa, mayoría de empleadores del país seguramente no abrirá diversos turnos, sino reducirá el actual. El mercado habrá de hacer el resto.
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