Jorge Barrientos
Durante la celebración del tercer domingo de Adviento, conocido como “Domingo de Gaudete” (del latín gaudete, que significa “alégrate”), el obispo auxiliar de la arquidiócesis, Francisco Javier Martínez Castillo, destacó el profundo significado de la Navidad como la presencia de Dios entre nosotros.
El obispo describió esta festividad como una manifestación del amor de Dios, que resalta lo valiosos que somos para Él.
“Dios quiso venir y quedarse con nosotros para que su presencia sea nuestra felicidad. Él desea que vivamos alegres, pero debemos entender lo que significa verdaderamente la alegría”, señaló.
Según el obispo, la alegría no es un objetivo inmediato, sino una consecuencia del reconocimiento del verdadero ser interno, que comienza al descubrir que Dios habita dentro de cada uno de nosotros.
“Es entonces cuando somos verdaderamente felices”, afirmó.
Además, el obispo exhortó a los fieles a practicar buenas acciones, animándolos a compartir con los más necesitados, actuar con justicia y evitar actitudes como la extorsión o la denuncia falsa.
“Nuestra existencia hace feliz a Dios, y su presencia no es exclusiva de quienes se portan bien. Está en todos nosotros, pero depende de cada uno permitirle manifestarse plenamente en su vida”, explicó que a menudo somos nosotros mismos el mayor obstáculo para la presencia de Dios.
El simbolismo del tercer domingo de Adviento
El tercer domingo de Adviento se caracteriza por el encendido de la tercera vela de la Corona de Adviento, de color rosa, que simboliza el gozo y la esperanza de la cercanía de la Navidad. Este color, usado también en las vestimentas litúrgicas del día, es una mezcla del blanco (propio de la Navidad) y el morado (propio del Adviento).
El “Domingo de Gaudete” invita a los fieles a reflexionar que la penitencia y la alegría no son opuestas, sino complementarias, celebran con gozo la proximidad del nacimiento de Jesús.
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