Abelardo Domínguez
HUAUCHINANGO, Pue.
Sin duda, la atonía y la incapacidad que en la Fiscalía General de Justicia del Estado de Puebla sufren las investigaciones así como la ineficacia de la Policía Municipal de Huauchinango para la Prevención del Delito, son tan eficientes como los Bueyes de Silao, que en un dicho campirano nos ilustra que son: “Tan buey el Pinto, como el Colorado”
Esto lo comentamos, debido a que el día de antier, el pasado Jueves, en Casa de Justicia de Huauchinango, alrededor de las dos de la tarde la gente, que afuera de las instalaciones esperaba a ser atendida, observaron llegar a un joven vestido con una sudadera color azul en cuya bolsa de canguro llevaba un martillo, pantalón negro, sandalias y en su rostro denotaba una fuerte preocupación, sudaba y se le veía nervioso, penetró a la instalación de “Justicia” y se dirigió a un elemento de Seguridad encargado de la custodia del lugar.
Al acercarse, el joven le dijo a bocajarro al uniformado que estaba allí, porque quería que lo detuvieran, ya que, con el martillo que allí llevaba, le había dado de golpes en la cabeza a una persona y la dejó tirada en el piso sangrando abundantemente y quería pagar por su crimen.
El uniformado, sin creer lo que le decía aquél joven desgarbado le preguntó: “Qué hiciste…?” y el joven le respondió nuevamente, “deténganme, porque le pegué con este martillo a una persona…”
El joven, visiblemente nervioso, dijeron los testigos, miraba para todos lados y respondió “no recuerdo dónde fue..” “sólo recuerdo que lo dejé tirado y con sangre en su cabeza…”
El oficial de seguridad llamó a la comandancia de la policía de Huauchinango, para dar parte de este hecho y que investigaran y, en ese momento, el joven se alejó pero seguía pidiendo que lo detuvieran, salió de Casa de Justicia y se fue a comprar una Coca-Cola y le dijo al encargado del negocio que le pagaría la próxima semana,porque en ese momento no tenía dinero…y comenzó a ingerir el resfresco.
Así, entró tres veces a la Casa de Justicia, pero nadie le hizo caso y como la policía no llegaba, optó por retirarse y se fue tan campante sólo rumiando por que lo detuvieran…
Al cabo de un buen rato, llegó una patrulla de la policía municipal y bajaron los elementos uniformados, pero el presunto homicida confeso, ya no se encontraba por ningún lado, se había ido, porque nadie lo detuvo ni nadie investigaba su declaración.
Sin embargo el oficial que llegó a bordo de la patrulla municipal, al enterarse de lo que había acontecido dijo que, además de todo, no podría haberlo detenido,ya que no había delito qué perseguir y que no sabían si esa persona estaba en sus cabales o padecía alguna enfermedad mental, sólo se limitó a decir, según escucharon los testigos: “Si lo encuentro, le quito el martillo, me hace falta uno para mi casa…”
Acto seguido, los uniformados abordaron su patrulla y se retiraron sin siquiera tomar los datos del policía auxiliar que había hecho el reporte…
Así los comentarios de las personas, como si no hubiera pasado nada.
24 HORAS DESPUÉS
Así pasaron las horas y al otro día, viernes 2 de febrero, (ayer) la policía ministerial recibió el reporte de una persona muerta tirada dentro de una vivienda.
Al llegar a la escena del crimen, frente a la escuela Catalina, los peritos de la Fiscalía General de Estado de Puebla, localizaron a una persona de unos 65 años de edad, que tirada en el suelo, sin vida y quien habría muerto por fuertes golpes en la cabeza hechos, al parecer, con un martillo.
Ahora corresponde a la Fiscalía desentrañar este extraño caso en donde el presunto homicida, al parecer, agobiado por su conciencia culpable, se presentó para ser detenido y como nadie le hizo caso, se fue.
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