Arturo Tecuatl
Adelantados sí, ni modo que no lo sean siendo las cámaras alta y baja del Congreso de la Unión el santo grial en las carreras políticas de unos, con la potencial venia de Lorena Cuellar y otros haciendo su lucha en la trinchera de Morena pero de ascendencia distinta.
Hablemos de algunos, ya con capital político no despreciable, ya con discurso propio, ideas frescas, edad, madurez. A veces retóricos, de nostálgico origen, saltimbanquis como su líder (no de todos) o dependientes de su dinero para poder avanzar tantito en una lucha que debería ser de ideas y no de circunstancias o capacidades para llenar el carrito de compras.
Senadores quieren ser:
Sergio González Hernández, el más visto, con desgaste evidente, tumores malignos en su gestión, de la talla de Xicohtzinco, santuario en formación de caos y anarquía. Sergio, un buen hombre, requirente de buenos comentarios para inclinar la balanza que acabe por palomearlo, encara sin embargo una tercera edad que le llegó junto con indecisiones por seniles causas o acaso por un vigor mermante en conflicto con el aguzado temperamento de eterno buscador de su idealizada Dulcinea.
Ramiro Vivanco Chedrahui, de raigambre entre la sociedad libanesa de Puebla, mejor salió de aquella entidad donde la competencia política es brutal, salvaje… mortal, y ha decidido combinar su empresa gastronómica de la exquisita cemita poblana con una disciplina, lealtad a Lorena, celo al conducir la entidad concentradora de adquisiciones y provedurías del gobierno, e imaginación creativa para hacer negocios, por qué no, que aporten la centaviza a las bastante abultadas cuentas bancarias de la gobernadora su jefa.
¿Discurso? No mucho, más bien soterramiento en este contexto que le arrimó a la fuente de abastecimiento de la que se nutre en la misma proporción que sus empleadas rebanan aguacate y queso a las crujientes cemitas El Carmen. El tipo crece su menaje y aprovecha el lado atractivo de todo árabe aspiracionista para valerse de lo que sea en la búsqueda de los espacios que se le cerraron en la ciudad de los ángeles.
Dulce Silva Hernández oscila entre la gracia de montar una bicicleta con el inconfundible azul de los tacos de canasta y regresar a la panadería, reactivando la popularidad que ganó al convidar pancito a un niño, gustoso de tomar la pieza. Esposa de otro soterrado pero en las grandes ligas, César Yañez, no desmaya en construir el camino para contender por la gubernatura, pero ahora, su objetivo es el Senado. Poderosa empresaria de alimentos procesados, benefactora, arrogante sí -ni modo que no lo fuera- no quita el dedo del renglón para llegar a la próxima contienda, a lo mejor consciente que su iniciativa es la primera que causa insomnio a la menudita Lorena, en cuyos planes políticos sería la última en pasar por su cabeza.
Antonio Martinez Velazquez, marvel para sus cercanos es una especie de Tesla sobrecargado, con acceso a los altos niveles, obsesión por lo perfecto y, cierto fidelidad a su jefa Lorena Cuéllar Cisneros. El símil con la tecnología de Elon Musk, sugiere el adelanto imparable, destrucción de prejuicios, amor por camisas bordadas, impulsor de artesanos y sujeto útil a la mandataria, en ocasiones con distancia de temas y personajes relevantes (bueno para eso están los asesores).
Marvel atraería con una eventual candidatura de los reflectores nacionales. Defensor de minorías, activista de los derechos de la comunidad LGTBIQ, pronto habrá de contraer nupcias y con ello sacudirá a parte de una sociedad reacia a escalar los peldaños de la modernidad.
Como ven ustedes la lista es larga. Mañana le seguimos. Por lo pronto, no está de más participar con sus comentarios. Nos saludamos. Cuídense.
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