El largo camino de dos mujeres transgénero para llegar a ser diputadas en México

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El artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que: toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en la Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Es decir, toda persona tiene derecho a estar libre de discriminación.

Sin embargo, en su informe anual al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el experto independiente* de la ONU sobre la protección de la violencia contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género expresó su alarma por el aumento de la persecución de las personas trans y de género no binario en algunos países “en un momento en el que se cuestiona el concepto mismo de género”.

Víctor Madrigal Borloz indicó que por ese motivo “es más importante que nunca que los Estados creen un entorno seguro para quienes no se ajustan a las normas de género de la sociedad”.

México no ha sido una excepción y, sin embargo, poco a poco las cosas van cambiando. Noticias ONU ha entrevistado a dos mujeres transgénero que ahora han llegado a la cúspide de la política al conseguir ser diputadas.

Diputada Salma Luévano Luna

Salma Luévano llegó envuelta en un vestido de lentejuelas y con una bandera trans, a su primer día en San Lázaro, reconociéndose a sí misma y gritando a los cuatro vientos su orgullo de ser la primer mujer trans en acceder a una diputación federal por la cuota “arcoíris” de Morena, junto con su compañera de partido, María Clemente García.

Nació en Minatitlán, Veracruz, un lugar rodeado de naturaleza, y de mucho amor. En su infancia, vivió y creció entre árboles, ríos, y arroyos; creció en una familia muy trabajadora y amorosa. Su madre, a la cuál admira mucho, fue, sigue y seguirá siendo su motor de lucha e inspiración, y esa fuerza que la deja seguir avanzando.

“Ella me arropó, me educó, me escuchó y me entendió a su historia de vida, a su entender, esto hace más de 30 años”. A diferencia de muchas mujeres trans, Salma creció con apoyo y comprensión, sin embargo, ella aun así no lograba comprender lo que le pasaba, lo que sentía, y al crecer en un país católico, se llenó de más dudas y culpas por su religión.

A una corta edad y por decisión de sus padres, Salma tuvo que irse a vivir sola a la Ciudad de México, en dónde pudo aprender y entender el proceso de su construcción. Una vez que logró entender su identidad de mujer trans, visitó la ciudad de Aguascalientes, y entre ese buscar de respuestas y de entender su proceso, decidió acudir a una iglesia para hablar con un sacerdote, pensando que éste sería un buen consejero, sin embargo, en cuánto la vio abrió las puertas de par en par de su oficina, “como si yo fuera un apestado o el chamuco; ante esto salí corriendo con más sentimientos encontrados”.

En esa lucha, Salma empezó a construirse y a entender quién era y qué quería en su vida. Una vez que se fue a vivir a Aguascalientes, comenzó a ser víctima de discriminación y de la transfobia constantemente: desde esa visita a la iglesia, hasta en su lugar de trabajo que, por el simple hecho de haber recibido flores, fue despedida tras una queja de sus compañeras, a las que, a decir por parte de la diputada, no les gustó que una mujer trans recibiera un obsequio de esa índole en su lugar de trabajo. “Al no tener el conocimiento, y el estar en la ignorancia de cómo defender tus derechos humanos y tu dignidad, permití esa injusticia que me hizo mucho daño y me marcó”.

Aguascalientes es un estado muy religioso, por lo que fue un camino largo de lucha y de defensa por sus derechos; a sus 18 años, Salma y sus compañeras vivían con miedo a ser detenidas o reprendidas, pues, por Ley, las autoridades tenían el derecho de detenerlas, y sin derecho a fianza, encarcelarlas, por el simple hecho de tener los labios pintados o vestirse de mujer, hecho que marcó a Salma e hizo que iniciara su activismo y búsqueda de espacios públicos en dónde ser escuchada y pudiera tomar decisiones.

Ante esta situación, Salma decidió, junto con la población LGBTT+ solicitar al presidente municipal de ese entonces que se les dejara de perseguir y de encarcelar, después de mucho insistir y exigir que se respetaran sus derechos, y sin obtener ninguna respuesta, el grupo decidió tomar medidas drásticas e iniciar una manifestación sin ropa, solo así lograron obtener la atención de las autoridades, dándoles la libertad que se merecían.

“Ahí, en ese momento entendí realmente lo que era nuestra lucha, que teníamos que exigir y pelear, y arrebatar. Ahí empiezo esa lucha del activismo y por buscar esa dignidad, espacios y reconocimiento”.

La cuota arcoíris

La historia política de Salma se inició hace dos años cuando llevó un oficio al Instituto Electoral de Aguascalientes, en dónde solicitó un 10% de los espacios políticos electorales para los grupos en situación de vulnerabilidad, incluyendo a las mujeres transgénero, sin embargo a pesar de que lo aceptaron, algunos grupos que se sintieron ofendidos, impugnaron e impugnaron hasta llegar al Tribunal Federal, en dónde se le dio la razón a Salma aceptando la cuota político-electoral denominándola “cuota arcoíris”, lo que le da la posibilidad tanto a ella, como a su compañera María Clemente, y a algunas más como a Ana Eugenia Rodríguez, que logró una regiduría en la ciudad de Monterrey, en Nuevo León.

“Tenemos que ocupar los espacios de toma de decisiones, esto es importante porque realmente tenemos este sentir y sabemos las necesidades de nuestra población, y obviamente nosotras, nosotros, y nosotros, lucharemos realmente por esas iniciativas y propuestas que históricamente se nos deben que son: salud digna, trabajo digno, y todos estos espacios dignos que como seres humanos merecemos. Tenemos derechos, olvidemos etiquetas, somos seres humanos, no debemos luchar por nuestros derechos, nos los deben de dar”.

Salma Luévano busca, desde su puesto como Legisladora, elevar a rango constitucional estas cuotas arcoíris, y así lograr su libre tránsito político, económico, y social.

“Esto trae un efecto dominó, que arropa las otras cuotas en este caso las indígenas, y también a otra compañera, entonces ya no somos una, si no dos, pues tenemos dos mujeres trans en la máxima tribuna”.

En el marco del análisis del presupuesto para 2022 en la Cámara de Diputados de México, Luévano Luna ha hecho hincapié en que el presupuesto que se destinará para el ejercicio 2022 a la comunidad de la diversidad debe ser transversal, y esa es la ruta en la que irá encaminada la opinión de la Comisión de la Diversidad, la misma que preside la diputada Salma, que busca la creación de organismos especializados en diversidad sexual que atiendan de forma específica las necesidades de la población LGBTTTIQ+, en áreas como la salud, la educación y en temas laborales.

“En nuestra población trans cuando la esperanza de vida son 60, 65, años, en México, de nuestra población no llegamos ni siquiera a los 35, precisamente por esta transfobia, falta de tratamientos, espacios, y salud digna, al no tener estos servicios tenemos que recurrir a espacios dudosos que nos están matando. Al no tener un espacio digno de trabajo, nos obliga a trabajar en las calles, que es digno también, pero nos obligan, y aquí el problema es que nos arriesgamos. ¡Cuántas hermanas no han matado en la calle! El no respetar nuestra identidad ha provocado muchos suicidios; todo eso, desafortunadamente, ha hecho que no lleguemos ni a los 35 años”.

De acuerdo con el informe “Mujeres trans privadas de la libertad”, la media de edad de las mujeres trasnexuales en México es de 35 años, por lo que, tanto Salma, como María Clemente, tienen bien definido que su trabajo estará enfocado en tres importantes rubros: la identidad de género, matrimonios igualitarios y salud integral.

“Nuestras historias son casi similares todas, casi todas ejercemos el trabajo sexual, y quiero decirles que hay vida, esperanza, luz, sueños, y que no paremos, sigamos gritando, denunciando, señalando, y no perdamos la esperanza, hay esa luz, y esa luz es para todos, todas, y todes”.

María Clemente García Moreno

Licenciada en Administración de empresas y estudiante de Creación literaria, María Clemente García no ha podido ejercer profesionalmente por discriminación. Hasta hace poco, antes de su cargo actual como Diputada Federal se ganaba la vida como taxista en la gran ciudad.

Nació en la Ciudad de México, y desde los 15 años se afilió a un partido de izquierda de su país, gracias al ejemplo de sus padres, su madre militante y consejera del mismo partido, y un padre activista y defensor de los derechos humanos, María Clemente aprendió a no quedarse callada.

“Empecé en mi activismo a los 20 años, hice un comité para hacer la marcha LGBTT en Cuautitlán, Itzcalli; ahí entendí por primera vez que podía tener un diálogo con las autoridades. Marchamos, cuando llegamos al Palacio Municipal me preguntaron que si llevaba un pliego o alguna petición, yo no tenía idea, pero así empecé a darme cuenta de cómo podía empezar a hacer activismo, entonces, empecé a incidir”.

Esto la llevó a ser parte de este comité durante tres años, y a empezar a estudiar y a ser parte de otros espacios para comprender mucho más su identidad y empoderarse para el activismo, haciéndose responsable de la Asociación Agenda LGBT A.C, la cual presidió durante seis años organizando la marcha de la Ciudad de México LGBTT.

Necesarias políticas públicas

María Clemente cree que en temas de derechos se ha avanzado mucho en México, sin embargo, dice, no está traduciéndose e impactando de inmediato en la vida de las personas. El hecho de tener un acta de nacimiento o una identificación oficial con su nombre, no elimina de inmediato la transfobia o la discriminación en los espacios públicos; para ello, se concentrará en desarrollar, junto con los Gobiernos responsables, políticas públicas que cubran las necesidades del grupo trans en México, y continuar con su concienciación.

“Tengo el derecho, pero ese derecho no mejora mi calidad de vida sustancialmente; mi salud mental (sí), porque me siento bien conmigo misma, pero la gente que es transfóbica sigue siendo la misma, la cultura no ha cambiado solo porque yo tenga derechos, sino porque hay un movimiento activo, de que nos hemos vuelto mucho más visibles, de que estamos más organizadas; eso hace que cambie un poco, pero no en sí la legislación. Creo que hemos avanzado muy bien, pero creo que lo que hace falta son políticas públicas”.

Ante esta situación, María Clemente propuso a la actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, la creación de una Unidad de Atención Especializada a la Salud de las personas Trans en la Ciudad de México, la cual aceptó y ahora está en marcha el proyecto. Este hecho precedente motivó mucho más a la actual diputada para continuar con la lucha y aprovechar el espacio que hoy la ciudadanía le ha confiado, para lograr que estas clínicas no solo estén en la Ciudad de México, sino en todo el país.

“Lo que hoy propongo en los Gobiernos es que haya inversión y políticas públicas que frenen la discriminación y que reparen el daño a quien la ha sufrido y que contengan cualquier consecuencia, y prevengan, pero eso requiere presupuesto. Nosotras también pagamos impuestos. Todas y todos tenemos necesidades diferentes, eso es lo que ahora yo pido, y ahora que estamos construyendo el nuevo marco jurídico quiero revisar que esto contemple figuras que puedan atender estas necesidades y que se traduzcan en el Gobierno en políticas públicas que resuelvan”.

La lucha sigue, el movimiento trans está más fuerte que nunca en México y el mundo, no es por nada que el partido que tiene hoy la Presidencia, haya traído dos mujeres trans a la Cámara de diputados.

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