Arturo Tecuatl/ https://www.e-kilibrio.net/
La pandemia distorsionó el comportamiento de muchos que han tenido que cambiar sus moldes originales según la letalidad con la cual los afectó. Dejó cicatrices indelebles y sigue cobrando vidas.
El sector educativo es de los más lastimados. Entró en esquemas complejos, desde la irrupción laboral de niños luchando por llevar algo para sufragar lo básico a sus hogares, hasta maestros dando clases a distancia fuera del estado, incluso fuera del país.
¿Quién reclamaría esas conductas si nos enfrentábamos a un enemigo invisible, letal, sumamente cruel del cual han sobrevivido quienes corrieron con la suerte de no contagiarse pese a su uso frecuente del transporte público, a las pesadas jornadas de inscripciones, al aseo a conciencia de los salones de clases?
Son muchos los obstáculos que ha de sortear este sector para reanudar actividades. Es una disposición del gobierno federal. Es enfrentar esta nueva normalidad corriendo riesgos, como dice el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero en eso radica la resistencia del sector a reactivarse.
Difícilmente reanudaremos actividades en ocho días, 24 horas antes que Lorena Cuéllar Cisneros asuma el poder y cuando, según observamos, inicie una tardía toma de decisiones.
Priva la confusión, primero porque el secretario saliente hace semanas asumió un bajo perfil con el cual evade el paquetazo del regreso a clases presenciales. No se ha tomado la molestia siquiera de hacer pública su incapacidad, cediendo la estafeta al nuevo secretario Homero Meneses, quien legalmente dispondrá de un día para concitar a los diez sindicatos y a los miles de docentes y administrativos, encargados de echar a andar la maquinaria oxidada del Sector.
Tienen razón quienes señalan la pertenencia de Homero al sector educativo. De docente pasó hace dos años a director de Telesecundarias tras participar en Usican.
Pertenece a la Sección 31 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) pero sus intentos por ser representante delegacional en su zona jamás los concretó, acaso por el rechazo gremial al sujeto, uraño y arrogante, al hígado hecho maestro, incapaz de superase a sí mismo en tanto el peor enemigo al que enfrenta.
De ahí a secretario
Un brinco que sus circunstancias le permitieron, primero para llevarlo al ámbito federal y luego, a ser uno de los coordinadores de la campaña de Lorena.
La suerte estaba echada para Homero pero, cuando debió reaccionar con una visión apartada del triunfalismo electoral de su jefa, no dedicó sus horas a pensar como el ungido para ocupar uno de los puestos más importantes del nuevo gobierno.
Y de miembro del SNTE sin los talentos para siquiera alcanzar una representación delegacional, lo sentaron en la cabecera de la gran mesa de acuerdos entre sindicatos, grupos y docentes. Su principal mérito: tener nivel de doctorado y contar con la venia de Lorena.
¿Son suficientes esos atributos?
Yo creo que no.
Se olvida de su pertenencia a un gobierno con la mecha encendida en Pensiones Civiles, de una oposición resentida por los resultados del seis de junio, y sobre todo intenta evadir la imagen del pequeño tirano frente al monstruo de diez cabezas.
En conclusión
Imposible el retorno a clases en medio de la confusión de un Secretario que entre en funciones un día después del plazo fatal para dicha reanudación.
Imposible revertir este desorden cuando se tuvieron tres semanas de junio, julio completito, y lo que va de agosto para levantar al elefante reumático y hacerlo andar.
Al día de hoy existen tantas versiones del regreso a clases como escuelas hay en la entidad.
Y eso que no perdieron tiempo en planear y ejecutar el acarreo para la frustrada toma de protesta, apoteósica, multitudinaria, que hiciera posible llenar el vacío en el nuevo mando.