Fauna Política
Por Rodolfo Herrera Charolet
Por increíble que parezca el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador puso en manos de los “científicos”, mejor dicho, en el talento del epidemiólogo Hugo López Gatell la administración de la salud pública de más de 100 millones de habitantes. No resulta extraño que, a 18 meses de haber iniciado el contagio del terrible virus, con datos de la OMS a junio de 2021; México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial por el número acumulado de muertos con una alta tasa de letalidad, la mayor del orbe.
En su calidad de subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de México, opacó las pocas luces del titular de la Secretaría de Salud. Con facilidad de palabra, voz firme y acreditada por sus credenciales logró acaparar la atención de los seguidores de las mañaneras, para pasar a ser vespertinas las dedicadas a la información relacionada con la pandemia de SARS-CoV-2 y posteriormente cancelarlas el 11 de junio de 2021 tras 15 meses de haberse iniciado.
El doctor López, como responsable de la gestión de la pandemia en México, contaba con los estudios necesarios para hacerse cargo de la salud pública. Médico cirujano, con un doctorado en Epidemiología por la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins.
Lo que no se tomó en cuenta o simplemente se hizo de lado fue su fracaso en al manejo de la epidemia de influenza, A H1N1 en 2009, durante la administración del presidente Felipe Calderón Hinojosa, cuya actuación lo relegó de su lugar protagónico.
Contrario a las sugerencias de la Organización Mundial de la Salud y otros organismos internacionales, el doctor López no aprovechó la información de los países que estaban sufriendo la pandemia. En especial la etapa incontrolable ocurrida en Italia, Francia, España, Bélgica y Reino Unido, entre otros y a la vez no quiso seguir el ejemplo de aquellos que ya estaban controlando adecuadamente la situación, en su mayoría países asiáticos.
Las acciones tomadas en Vietnam, Taiwán, Corea del Sur, Singapur, Nueva Zelanda, Australia y la misma China demostraron la eficiencia de las políticas restrictivas y su obligatoriedad.
El 27 de febrero de 2020 en México se confirmó el primer caso de Covid-19.
No fue hasta el 18 de marzo con el primer paciente muerto por Covid-19 confirmado cuando se le dio importancia nacional. El discurso oficial del vocero y del propio presidente de la república fue en el sentido de que era un asunto menor que no debía alarmar a la población, durante más de seis meses se desestimaron las medidas de prevención y contención, por si acaso se iniciaron algunas acciones, pero se propició el desorden y que la población no fuera obligada a acatar las disposiciones apelando a su buen juicio.
También se difundió el mito del aplanamiento de la curva.
Por el contrario, nunca ocurrió tal aplanamiento y provocó la muerte de miles de habitantes, en menos de nueve meses de iniciada la pandemia en territorio nacional el señor López ya informaba de 200 mil muertos acumulados, cuando había afirmado que sería una catástrofe si llegábamos a 60 mil. Así que adoptó medidas de emergencia, al igual que el cambio de discurso presidencial, pero el mal ya estaba hecho.
Por otro lado, la manipulación de los datos daba origen a una curva aplanada y hacía creer a los habitantes, autoridades y comunidad científica que en México la pandemia parecía avanzar con lentitud, cuando su crecimiento ya era acelerado.
Lo que más alarma debió causar, pero se ocultó la información, es que la insistencia del presidente López de no usar cubre bocas, ni de tomar decisiones firmes para el control de la pandemia basado en los pronósticos y apreciaciones del otro López, en el sentido de que la enfermedad por Covid-19 no era tan grave como la influenza; “el coronavirus se seguirá expandiendo y es muy probable que llegará a México, aunque afortunadamente los datos indican que se trata de una enfermedad de baja virulencia comparada incluso con la influenza”. (Aristegui, 2020)
Bastante equivocado el otro López al minimizar los efectos devastadores de Covid-19 en el mundo, en donde México no fue la excepción. A pesar de su grave error, tanto en diagnóstico como de estrategia, el presidente López mantuvo a su lado al otro López.
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