Estados Unidos invertirá USD 3.200 millones en el desarrollo de píldoras antivirales contra el COVID-19

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Anthony Fauci dijo que espera que los médicos puedan recetarlas como un remedio común. Si los resultados de la investigación son buenos, los fármacos podrían estar disponibles a finales de este año

Estados Unidos invertirá 3.200 millones de dólares en el desarrollo de píldoras antivirales contra la enfermedad de COVID-19, según anunció este jueves el Departamento de Salud y Servicios Humanos del país norteamericano.

El tratamiento podría evitar hospitalizaciones y potencialmente salvar muchas vidas en los próximos años, ya que el coronavirus aún sigue siendo una amenaza a pesar del desarrollo y aplicación de vacunas

Me despierto, no me encuentro bien, se me va el sentido del olfato y del gusto, me duele la garganta. Llamo a mi médico y le digo: ‘Tengo COVID y necesito una receta’”

Otros virus, como el de la gripe, el VIH y la hepatitis C, pueden tratarse con una simple píldora. Sin embargo, en el caso del coronavirus, tras más de un año de investigación, no existe ningún medicamento para combatir la enfermedad. La Operación Warp Speed, el programa del ex presidente Donald Trump para acelerar la investigación sobre el COVID-19, invirtió mucho más dinero en el desarrollo de vacunas que en tratamientos, según el medio estadounidense The New York Times.

La nueva afluencia de dinero acelerará los ensayos clínicos de varios fármacos prometedores. Si todo va bien, algunas de esas píldoras podrían estar disponibles a finales de este año. El Programa Antiviral para Pandemias también apoyará la investigación de fármacos totalmente nuevos, no sólo para el coronavirus, sino para los virus que podrían causar futuras pandemias.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y uno de los principales promotores del programa, dijo que espera que los pacientes con coronavirus puedan ir a buscar sus pastillas antivirales a una farmacia apenas sepan que son positivos en el PCR o cuando comiencen a desarrollar síntomas compatibles con COVID-19.

“Me despierto por la mañana, no me encuentro muy bien, se me va el sentido del olfato y del gusto, me duele la garganta. Llamo a mi médico y le digo: ‘Tengo COVID y necesito una receta’”, detalló Fauci en una entrevista citada por The New York Times para explicar el proceso para obtener el antiviral.

El apoyo de Fauci a la investigación de las píldoras antivirales proviene de su propia experiencia en la lucha contra el SIDA hace tres décadas. En los años 90, su instituto realizó una investigación que dio lugar a algunas de las primeras píldoras antivirales para el VIH, “inhibidores de la proteasa” que bloquean una proteína esencial del virus y pueden mantenerlo a raya durante toda la vida.

A principios de la década de 2000, investigadores descubrieron que un antiviral llamado sofosbuvir podía curar la hepatitis C casi en un 100%. El Tamiflu, una píldora de venta libre para la gripe, puede acortar el tiempo de recuperación de una infección y reducir las posibilidades de que una gripe pueda llevar a una persona al hospital.

Con la pandemia de coronavirus, investigadores comenzaron a probar los antivirales existentes en personas hospitalizadas con coronavirus. Pero muchos de esos ensayos no mostraron ningún beneficio de los antivirales. En retrospectiva, la decisión de trabajar en hospitales fue un error. Los científicos saben ahora que el mejor momento para intentar combatir el coronavirus es en los primeros días de la enfermedad, cuando el virus se replica rápidamente y el sistema inmunitario aún no ha presentado una defensa.

Hasta ahora, sólo un antiviral ha demostrado un beneficio claro para las personas hospitalizadas: el remdesivir. El fármaco parece acortar el curso de la enfermedad cuando se administra por vía intravenosa. En octubre pasado, se convirtió en el primer y único medicamento antiviral en ser autorizado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) para tratar la enfermedad de COVID-19. De todas maneras, no fue recomendado por la Organización Mundial para la Salud (OMS).

El año pasado, la financiación gubernamental de los tratamientos contra el coronavirus se centró en pocos candidatos, como los anticuerpos monoclonales y el remdesivir. Muchos otros estudios sobre antivirales eran pequeños y carecían de fondos. Pero desde enero de 2021, la administración de Joe Biden comenzó a diseñar un nuevo programa dedicado a los antivirales, según The New York Times.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos anunció la semana pasada que compraría a la farmacéutica Merck 1,7 millones de dosis de molnupiravir a 1.200 millones de dólares, siempre que el ensayo actual sea autorizado por la FDA. Según David Kessler, director científico del equipo de respuesta contra el COVID-19 de la administración Biden, es posible que el gobierno busque acuerdos similares para otros dos antivirales que están muy avanzados en los ensayos clínicos, asegura el medio neoyorquino.

Uno de los medicamentos que el gobierno está considerando es el AT-527, desarrollado por Atea Pharmaceuticals. El compuesto ya ha demostrado ser seguro y eficaz como tratamiento de la hepatitis C, y los primeros estudios sugieren que también podría funcionar contra el COVID-19. Roche se ha asociado con Atea para probarlo en personas, y las empresas están llevando a cabo actualmente un ensayo clínico en fase avanzada.

El otro fármaco en evaluación fue creado por científicos de Pfizer, adaptado a partir de una molécula diseñada inicialmente a principios de la década de 2000 como posible medicamento contra el SARS. Los científicos decidieron modificar su estructura para que funcionara contra la nueva proteasa del coronavirus.

El fármaco había sido diseñado para ser tomado por vía intravenosa, pero Pfizer logró alterar su estructura para que funcione como píldora. Cuando los ratones recibieron el fármaco por vía oral, alcanzó niveles lo suficientemente altos en el organismo como para bloquear el coronavirus. Pfizer puso en marcha un ensayo clínico en marzo para estudiar su seguridad en las personas, y espera pasar a la fase de pruebas posteriores en julio.

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