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Un nuevo informe conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la Secretaría de la Alianza para las Montañas y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación destaca que aumenta el número de personas hambrientas que viven en las montañas, pese a que éstas acogen a casi la mitad de la biodiversidad mundial.
El estudio, lanzado en conmemoración del Día Internacional de las Montañas 2020 que se celebra hoy, destaca el valor social, económico y ecológico de la biodiversidad de las montañas, ya que éstas representan el 30% de las principales zonas de biodiversidad del planeta.
Aunque las montañas proporcionan entre el 60 y el 80% del agua dulce del planeta, que es esencial para el riego, la industria, la producción de alimentos y energía y el consumo doméstico, la pesquisa confirma que los ecosistemas montañosos son cada vez más frágiles debido a factores como la presión de los cambios en el uso de la tierra y el clima, la sobreexplotación, la contaminación, los cambios demográficos y otros factores.
“La vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria de los habitantes de las montañas en el mundo en desarrollo se ve agravada por la presencia y la aparición de peligros naturales y conflictos armados que perturban los medios de vida o ejercen presión sobre los recursos naturales de los que dependen los habitantes de las montañas”, concluyó el estudio.
Otro factor de riesgo: el cambio climático
A estos factores hay que añadirle otro elemento esencial que erosiona la vida de los habitantes de las montañas: la degradación ambiental.
El cambio climático ha contribuido en gran medida a la degradación de los ecosistemas de las montañas y a la incidencia de peligros naturales como los deslizamientos de tierra y las sequías.
Según los cálculos de la Organización unos 275 millones de habitantes de zonas rurales vulnerables a la inseguridad alimentaria viven en zonas montañosas que fueron afectadas por peligros naturales.
La COVID-19 empeora aún más la situación
Esta complicada situación se ve agravada por la pandemia del coronavirus ya que las restricciones impuestas por diversos países han incrementado las vulnerabilidades de las comunidades que habitan en las montañas y dependen de la agricultura y el turismo para su supervivencia.
“Uno de cada dos habitantes de las zonas rurales de montaña de los países en desarrollo no dispone de alimentos suficientes para llevar una vida sana y ahora se enfrenta a las repercusiones de la pandemia de COVID-19. Debemos proteger nuestras montañas y los medios de subsistencia de quienes dependen de ellas”, explicó la directora general adjunta de la FAO, María Helena Semedo, al comentar las conclusiones del estudio.
El número de afectados en la región es de 17 millones
La Organización estima que en 2017 había 17 millones de habitantes rurales de montaña vulnerables en América Latina y el Caribe. Estos representan el 31% de la población rural de montaña y el 10% del total de la población de montaña de la región.
“En términos absolutos, se registró un aumento del número de personas vulnerables de 1,7 millones entre 2000 y 2012 y de 330 000 entre 2012 y 2017. La proporción de personas vulnerables respecto del total de la población de las montañas permaneció estable de 2000 a 2017 (12% en 2000, 11% en 2012 y 10% en 2017). La proporción respecto de la población rural total también se mantuvo estable, en torno al 30 por ciento (28% en 2000, 32% en 2012 y 31% en 2017)”, explica el estudio.
Asimismo, durante 2017, más de la mitad (un 52%) de todas las personas vulnerables de la región se encontraban en América Central (nueve millones de personas, que representan el 34% de la población rural de la subregión).
A continuación, América del Sur fue la región con el segundo número más alto de personas vulnerables con siete millones, es decir, el 26% de su población rural de montaña.
“Aunque en cifras absolutas es menor (1,5 millones de personas), las personas vulnerables estimadas en el Caribe representaban el 42% de la población rural de montaña de esta subregión”, aclara el informe.
Recomendaciones del informe
El estudio recomendó emprender medidas de carácter urgente para hacer frente al cambio climático y eliminar la inseguridad alimentaria y la malnutrición en las zonas de montaña.
También pidió que se adoptaran políticas para mejorar la capacidad de recuperación de los ecosistemas de montaña y la promoción de los sistemas alimentarios sostenibles que apoyen la innovación, la investigación y la participación de la comunidad.
“En última instancia, el objetivo de este estudio es hacer un llamamiento a los encargados de la adopción de decisiones y otros interesados para que fortalezcan la acción cooperativa a fin de reducir la vulnerabilidad de los habitantes de las montañas, en particular las comunidades locales y los pueblos indígenas, y de los más vulnerables entre ellos, a menudo las mujeres y los niños”, según indica el estudio.