Por Mino D’Blanc
Los premios: un negocio redondo para comerciantes que utilizan la figura de los artistas, para generar dinero.
-¡Llévelo! ¡Llévelo! ¡Usted puede poseer el premio al mejor actor o la mejor actriz de México!
-Yo quiero serlo; ¿qué necesito para obtener tan importante nombramiento?
-Por una módica cantidad con tres ceros a la derecha o que compre una(s) mesa(s) para la cena-baile-show espectacular en la que estarán los periodistas más importantes, por lo que usted aparecerá en las páginas de espectáculos de prestigiados periódicos…
(Pensamiento del célebre productor, empresario y vendedor de mesas: o por lo menos de medios pasquines que les demos un pomo, pero eso mejor no se lo digo, porque si no, no me compra nada o no me da dinero)
…lo mencionarán en los programas de radio más escuchados y si va la televisión a cubrir la nota, lo verán miles de personas.
-¿Quién recibirá también el premio?
-Importantísimas personalidades que compren su mesa o que nos den dinero para poder hacer el evento. Por ejemplo, si usted además de querer obtener el premio como el mejor artista del país, quiere que a su conyugue se lo entreguemos en el rubro en el que se dedica, ya sea vender tortas, tacos, pasteles, zapatos, ropa interior, chacharas, pague una mesa o denos dinero y se lo otorgamos. Por favor, pásenos una reseña de una cuartilla para nuestro maestro de ceremonias que será un gran locutor muy reconocido.
(Pensamiento del mercader de premios: “le digo a mi compadre que tiene buena voz que se ponga un tacuche (traje) y que él conduzca la ceremonia con la edecán que nos mande uno de los patrocinadores, si es que consigo. Total, que él diga que es locutor de Radio Patito y que ella es maestra de ceremonias en AA (Artistas Anónimos) y en AAA (Asociación de Aparentes Artistas). Si no, le digo a mi sobrina que está de buen ver y siempre ha querido entrarle al ambiente”).
…y una gran actriz sorpresa.
-¿Qué habrá de cenar?
-Tres platos preparados exprofeso para un gran evento de nivel internacional…
(Pensamiento del envolvedor de soñadores: “ni esa me la creí. Solo nos ha confirmado un famoso y eso porque es amigo del amigo del jefe de mi otro compadre, y eso a ver si llega. Y habrá tres platos: el de la salsa, el del pan (si es que hay) y en el que pondremos tres pequeños canapés”).
…por un chef que ha trabajado en los más importantes restaurantes del país.
(Pensamiento del hacedor de figuras fugaces: “mi suegra. Ojalá ahora sí no se le queme el mole”).
-¿Qué grupo o cantante se va a presentar?
(Pensamiento del interrogado, quien ya empieza a sentirse más incómodo que cuando le hacen la prueba del alcoholímetro: “este piensa que va a estar Maluma o Alejandro Fernández o la Santanera, y no alcanza ni para contratar a la Sonora Santanebria o a la más pirata de la Sonora Dinamita”).
-Habrá un DJ que ha tocado en Europa con gran éxito…
(Pensamiento del notable caza prospectos: “así se llama el bar que está a la vuelta de mi casa y el DJ es medio descuadrado cuando mete la música”).
-Perfecto; le compró una mesa.
-Perdón, pero deben ser dos como mínimo.
-Solo me alcanza para una.
-Uy, así no puede recibir el premio al Mejor Actor de México. Le daríamos un diploma reconociendo su trayectoria. A propósito, ¿en qué obras ha actuado?
-Solamente en una pastorela cuando iba en tercero de secundaria, en la escuela, y la única vez que la presentamos, se me olvidó el texto y salió mal…
-Eso le pasa a los mejores actores como usted. No por algo, debe recibir el premio. Rasquele a sus bolsillos para que sea reconocido como merece…
¿Se lee como texto de una novela? ¡Es la realidad! El mercantilismo del espectáculo ha degradado tanto los títulos que ya cualquiera puede recibir un premio por “trayectoria” o “como mejor actor” o “mejor dramaturgo, productor, director, escenógrafo, musicalizador, etc.”.
Lamentablemente –no todas-, muchas Agrupaciones de Periodistas han caído en el mercantilismo barato de los premios, demeritando por completo el valor real del premio al entregarlo por compromiso, amistad, compadrazgo o “negocio redondo” a gente que ni lo merece. Y muchas figuras pública ávidos de salir en notas de espectáculos y para acariciar su propio ego, llaman a los periodistas u organizadores para pedir su premio, les cueste lo que les cueste.
La realidad es que el mejor premio para un artista sin duda alguna es la presencia del público en los teatros, en los cines, en los conciertos, en las exposiciones y el pago justo a su trabajo.
Actualmente algunos periodistas, productores y amantes del quehacer escénico han optado –¡y qué bueno!- por entregar premios y galardones merecidísimos a los artistas al finalizar una de sus funciones teatrales o de sus conciertos. El público asistente, quien pagó un boleto por disfrutar el espectáculo, es testigo fiel de ese momento tan significativo para el artista y el mismo artista recibe sinceramente el aplauso del respetable, además de la estatuilla o el galardón con el nombramiento de por qué lo recibe.