Madres y profesoras: las nuevas maternidades del confinamiento

Staff/Rossi

Juan Carlos Silas y Silvia Vázquez, coordinador y estudiante del Doctorado Interinstitucional en Educación del ITESO, respectivamente, trabajan en un estudio que busca poner el foco en la maternidad y el acompañamiento escolar.

Las autoridades fueron categóricas: para disminuir los contagios de Covid-19 era necesario que los niños y las niñas dejaran de ir a la escuela y trabajaran en casa. Lo que quizá no tomaron en cuenta fue que 57 por ciento de las familias tendría que hacer modificaciones en su hogar para contar con un espacio adecuado para el estudio. Además, para seguir atendiendo a su población las escuelas determinaron que lo mejor era ofrecer clases en línea pero no consideraron que 59 por ciento de las familias tuvo que conseguir equipo —computadora o dispositivo móvil— para subirse a la ola de la educación en línea. Una vez con los menores fuera de la escuela y con las clases en línea echadas a andar las autoridades y las escuelas se saltaron uno de los puntos más importantes de la ecuación: en 96 por ciento de los casos son las madres las que se han hecho cargo de acompañar a sus hijos. Ahora, además de todas sus tareas, las mamás también son auxiliares educativas.

Juan Carlos Silas Casillas, coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación del ITESO, cuenta que al ver cómo se instalaba la contingencia surgió la “inquietud al ver en los medios y en la vida cotidiana cómo las madres están batallando al tener hijos en la casa y ser auxiliares educativas”.

De este modo Silas, junto con Silvia Vázquez, estudiante del Doctorado Interinstitucional en Educación, diseñó una investigación para conocer de primera mano la experiencia de las madres y los padres de familia ante la contingencia.

Para el estudio definieron cuatro ejes: la casa como lugar para hacer actividades escolares, la relación de las madres con los profesores, la experiencia de ser maestras de sus propios hijos y, finalmente, la escuela como espacio de socialización.

Una vez definidos los ejes diseñaron un cuestionario con 35 preguntas, mismo que dieron a conocer en las redes sociales y personales. Las respuestas comenzaron a llegar y en total recopilaron 816 cuestionarios válidos con testimonios procedentes de todos los estados del país.

“En general la vivencia de las madres de familia es de tensión y sobrecarga”, explica Silas. No es para menos: 48.8 por ciento de ellas, además de las labores domésticas, tiene un trabajo remunerado, por lo que tiene que combinar el cumplimiento de su carga laboral con el acompañamiento del trabajo escolar de los hijos.

Para seguir con los porcentajes: 70 por ciento de quienes respondieron el cuestionario afirma que debe estar pendiente de que los niños cumplan con sus deberes escolares, que van desde estar pendientes de las comunicaciones con los maestros hasta las conexiones a las aulas virtuales, la recepción y posterior envío de las tareas.

El investigador del ITESO señala que hay muchas cosas positivas en la dinámica que han vivido las familias mexicanas en los últimos dos meses, a pesar del estrés y la carga adicional de trabajo que ha implicado el confinamiento.

“Un porcentaje grande, 60 por ciento, ha descubierto que tenía habilidades para promover el aprendizaje, es decir, pueden apoyar a sus niños. Y otro dato bonito: tres cuartas partes de las madres de familia han descubierto en sus hijos habilidades que no sabían que tenían”, explica Silas Casillas.

Otro aspecto positivo que ha arrojado esta vivencia es que las madres de familia están comenzando a ponerse en los zapatos de los profesores. Una vez superada la etapa de frustración, tensión, enojo y las diversas reacciones que generó el salto a la educación en línea, muchas mamás se dieron cuenta de que para mantener la atención de los pequeños es necesario innovar, ser creativo, hacerse de recursos.

El académico de DPES señala que “otra cosa que habla muy bien de la actitud de las madres es que a pesar de que están cansadas y estresadas han estado buscando materiales para complementar las tareas escolares que les dejaron a los hijos. No sólo están ejecutando, hay una genuina preocupación por que aprendan”.

Expresado en porcentajes, los resultados de esta expectativa indican que 42.1 por ciento de las madres piensa que sus hijos aprenderán igual que yendo a la escuela, 36.4 espera que el aprendizaje sea menor y 21.5 por ciento estima que será superior.

Uno de los déficits que difícilmente podrán atenderse en estos días se encuentra en el área de socialización. Si bien plataformas para encuentros en línea como WhatsApp y Zoom, entre otras, ayudan, la escuela sigue siendo vista como el espacio principal para que los niños desarrollen sus habilidades sociales, y a 30.3 por ciento de las madres participantes les hace falta el entorno escolar para socializar.

Sin embargo este rubro también arroja información para llevar la reflexión más allá: “31.6 por ciento de las madres dicen que se sienten más tranquilas con sus hijos en casa porque así no corren riesgo de sufrir bullying”, comenta el académico, quien también señala que el modelo educativo está en un punto ideal para redefinirse.

Por ejemplo, indica que más de la mitad de las participantes considera que los materiales que envían los profesores se relacionan poco o nada con las actividades que se realizan en casa. “Eso debería llevarnos a reflexionar como educadores: no estamos integrando el conocimiento. Aunque todavía no son mayoría, ya hay padres de familia que están volteando a ver el llamado homeschooling —o escuela en casa— como una alternativa factible para la educación de sus hijos”, comenta Silas.

Numeralia

• 56.8 por ciento de las familias tuvieron que hacer adecuaciones en los espacios de casa para que los hijos realicen sus actividades escolares.

• 59.1 por ciento de los hogares se vieron forzados a conseguir computadora o equipo suficiente para que los hijos realicen sus actividades escolares.

• 63.6 por ciento de las mamás dice que sus hijos dedican más tiempo que antes a los deberes escolares.

• 66.1 por ciento asegura que con esta experiencia comienza a comprender las presiones que tienen los maestros.

• 70.3 por ciento dijeron que siempre o con mucha frecuencia tienen que estar vigilando a sus hijos para que hagan sus tareas, lo que les absorbe tiempo y atención.

• 74.3 por ciento coinciden en que necesitan variar las actividades porque las niñas y los niños se aburren o se distraen.

• 90.8 por ciento se asegura de que los hijos realicen todas las actividades que les asignaron sus maestros.

• 86.9 por ciento piensa que a sus hijos les está haciendo falta ir a la escuela para socializar con amigos y compañeros.

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