Staff/Rossi
Hasta el momento, COVID-19 ha dejado alrededor de 1.800 muertos en América Latina, afectando principalmente a Ecuador; y al dolor de la muerte, ahora se suma la falta de despedida, sin funeral y sin entierro. Esto podría hacer más difícil el duelo.
Superar la partida de un ser querido en muchas ocasiones es difícil, y por estos días en que la COVID-19 ha cobrado muchas vidas,
el duelo puede ser más difícil de sobrellevar por la falta de una despedida tradicional, agregando el poco contacto que pueden tener los familiares con sus seres queridos en días antes de la muerte, muchas veces hospitalizados en clínicas y sin permiso de visitas.
En Guayaquil, Ecuador, donde los servicios funerarios y la policía forense no dan abasto para recoger los muertos que han fallecido en las viviendas, se hace más trágica la situación para familiares y vecinos. Hoy las redes sociales están jugando un papel
fundamental: «Cada vez hay más personas que hablan públicamente de sus sentimientos por la pérdida de un ser querido en plataformas como las redes sociales, mostrando abiertamente cómo se sienten», señala Montserrat Lacalle, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Los expertos advierten de que no todos llevamos el duelo de la misma manera; pero la variable de la no despedida puede ser un factor agravante para sobrellevarlo: «La experiencia es personal e intransferible: nadie vive el duelo exactamente de la misma manera ni durante el mismo periodo de tiempo, porque depende de muchas variables», explica Lacalle.
Es por esto que expertas en psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) explican lo que hay que tener en cuenta para
vivir el duelo con normalidad y para avanzar a pesar del dolor que provoca la pérdida.
El duelo no tiene una duración definida.
Es complicado definir su duración: «A los psicólogos, tanto quien experimenta el duelo como quien ve sufrir a esta persona a menudo nos preguntan cuánto durará», manifiesta Lacalle. «Pero es importante no poner un límite de tiempo, no luchar contra lo que se está sintiendo, porque a la pérdida emocional se pueden sumar muchos cambios del día a día que también se han de gestionar; y acompañar significa ir al ritmo de quien vive el duelo», indica.
Compartir lo que uno piensa y siente ante los demás.
Según las expertas, esto «puede validar lo que estás sintiendo y ayudarte a resituarte y a ver qué posición tienes ahora delante de los otros: viudo o viuda, huérfana o huérfano…
Hay identidades que se construyen psicológicamente mediante la mirada del otro: cómo me siento yo cuando me expongo socialmente», y en estos momentos en que todos están confinados, las redes sociales hacen un buen trabajo en esa área, aunque siempre teniendo en cuenta que cada persona es única e individual.
El tiempo, por sí mismo, no lo cura todo
Lacalle insiste en que no es tan importante el paso del tiempo por sí mismo como que la persona que vive el proceso de duelo tome las riendas de este momento vital. «Sin duda necesitas tiempo, pero sobre todo necesitas hacer algo para afrontar el duelo durante este tiempo», detalla Lacalle. «De hecho, el primer duelo por la pérdida de una persona muy cercana se vive mal, pero ayuda a desarrollar recursos emocionales que servirán para aligerar procesos parecidos en un futuro», añade Mireia Cabero, también profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Hay que saber explicar lo que hemos perdido
Precisamente una de las primeras cosas que puede ayudar a afrontar el duelo, además de reconocer que es normal y de evitar fijarse un tiempo para superarlo, es «tomar conciencia de por qué lloramos», explica Cabero. Es decir, ir más allá de la pérdida de la persona y poder describir qué cosas concretas sentimos que perdemos con su desaparición.
«Cuando somos capaces de verlo, el trabajo de aceptación y de integración es diferente», asegura la experta de la UOC.
En definitiva, afrontar el proceso de duelo hace que las emociones y los comportamientos vayan evolucionando en el tiempo, más deprisa o más despacio. Si esto no se produce, puede ser que la persona se estanque y que el duelo deje de ser normal para pasar a ser patológico. Ante la duda, indican Cabero y Lacalle, consultar a un especialista puede ser una buena opción.