Alfredo Morales Desachy
Bienvenidos sean a mi espacio en el que vamos a analizar algunos de los mitos más frecuentemente oídos sobre el espacio. Hoy vamos a hablar un poco sobre el sentido del olfato y degradación de materiales. El espacio exterior, tan vasto, misterioso, vacío pero repleto a la vez.
Nos maravillamos ver las imágenes de los objetos astrales, nos da miedo sentir el congelante frío y cauterizante calor a la vez del mismo, el silencio que nos hace recordar nuestra respiración (ahora vas a respirar manualmente, muajaja). Hablando de respiración, no podemos oler el espacio así nada más, los astronautas que han tenido que salir a hacer caminatas espaciales nos pueden contar que al regreso experimentaron un cóctel de aromas, principalmente cosas quemadas y metales, entonces el espacio exterior tiene un aroma en específico.
Pero ¿Qué tan cierto es esto? Para contestar esta pregunta, debemos primero explorar el sentido del olfato. Uno de los 5 sentidos externos que nos permite guiarnos por la vida, nos indica el estado de nuestro ambiente sin tener un contacto directo con los materiales. La manera en el que funciona es por medio de la degradación de materiales.
Verás, todos los objetos tienen un periodo de vida finito, es decir que no es eterno, y al degradarse en el ambiente, sueltan partículas en el entorno. Nuestra nariz tiene receptores que captan estas partículas, y nos indican el estado del objeto del que se desprendieron.
Básicamente percibimos pequeñas partes del objeto en nuestra nariz; esa flor aromática pone partículas en ti, por eso la puedes oler; algunas partículas de humo entran también, que nos indican que algo se está quemando; podemos diferenciar si una leche está buena o mala con solo olerla, sin tener que probarla; en el transporte público podemos saber quién no se ha bañado, porque entran sus bacterias a nuestra nariz, y nos obligan a aguantar la respiración (¿sigues respirando en modo manual?).
Regresemos al espacio exterior. Varios astronautas que han realizado actividades fuera del vehículo espacial han reportado que, al regresar a la nave, perciben diferentes aromas, que van desde pólvora quemada, metal soldado, nueces tostadas, hasta carne cocinada. ¿Qué tienen en común todos estos olores? Al parecer se relacionan con que fueron expuestos a altas temperaturas.
Pero si el espacio está vacío, ¿cómo podemos percibir partículas con nuestra nariz? Es una buena interrogante. Varios científicos han teorizado que provienen de parte de partículas que viajan por el universo, tan antiguas como el Big Bang, estaríamos oliendo el principio de los tiempos, y quedan impregnadas sobre los trajes. Otros han especulado que en realidad no están olfateando el espacio en sí mismo, sino la nave y los trajes en sí mismos, pues están expuestos a degradación por rayos solares, incluso a pequeños desprendimientos de la nave al salir de la atmósfera terrestre.
Otra teoría interesante es que perciben lo que usualmente huelen, pero están tan acostumbrados al aroma que no lo perciben. Pongamos un ejemplo, todas las casas que visitamos tienen un aroma diferente, la casa de la tía de los gatos huele a los gatos, la casa del panadero huele a pan, la casa del otaku que no se baña huele a sudor y decepción de sus padres (esto último es broma, pero lo que no es broma es que no olvides respirar).
Lo curioso es que el hogar que vivimos no tiene olor que percibamos… ¿O sí? Pues en realidad, nuestros propios hogares si tienen un aroma, pero estamos tan acostumbrados al mismo, que simplemente lo ignoramos de manera inconsciente.
Volvamos con los astronautas, la teoría indica que en los trajes se llenan con aire de los tanques, el cual no debería tener un aroma en específico y los astronautas realizan actividades acostumbrándose al olor “neutro”, y cuando vuelven a la cápsula de presurización, en adición de volver a respirar, ahora pueden percibir olores que antes no estaban. Para este mito espacial no puedo concluir con un veredicto definitivo.
Por una parte, el espacio está vacío y no tendría motivo alguno de tener un aroma, salvo que se perciban por instrumentos hechos por el hombre. Por otra parte, está la inmensidad del espacio mismo, y sus infinitas posibilidades, que hagan que este vacío aparente tenga un olor.
Por último, quizás sea una combinación de estas teorías, por lo que debo concluir con estas teorías y recordándoles que disfruten su día a día experimentando los aromas que nos ofrece la vida, respirando con un aire de satisfacción.
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