Carlos Javier Jarquín
La última semana de noviembre del año 2016 se despidieron físicamente de este mundo dos figuras del gremio político, ex-mandatario de Costa Rica y Cuba, uno ordinario y otro extraordinario. Fidel Alejandro Castro Ruz (Birán, 13 de agosto de 1926- La Habana, Cuba 25 de noviembre de 2016). Fielmente está presente en la historia negra, por haber sido uno de los más grande tiranos que el mundo ha conocido.
Luis Alberto Monge Álvarez (Palmarés, 29 de diciembre de 1925- San José, Costa Rica 29 de noviembre de 2016). Fue un varón noble, su legado es apreciable y recordable su nombre merece ser escrito mayúsculamente como símbolo por su labor que hizo por su amada Patria. Fue presidente de Costa Rica (entre 1982 y 1986), parte de su legado: “Al llegar a la presidencia Monge redujo la inflación y tomó medidas para aliviar la gran crisis económica que enfrentó el gobierno anterior…, Durante su mandato fomentó a la producción agrícola, eliminando impuestos a este sector, aprobó una ley para incentivar la industria turística, además promovió el seguro médico, la creación de los EBAIS y el primer Plan de Ajuste Estructural del Fondo Monetario Internacional”.
Fidel y Monge fallecieron en la misma semana, un año de edad eran de diferencia, Luís fue respetable y Fidel despreciable hasta por su propia familia, Castro fue un artista en lo capitalista un gobierno explotador se aprovechó libremente de la confianza que el pueblo le brindó, en esa isla hechicera expresión y libertad han vivido en prisión por más de cinco décadas, por infracción de este señor demente miles y miles de personas abandonaron su patria, de 1959 al 2006 este pueblo vivió en un infierno totalitario, acabó con la vida de centenares de desvalidos verbalmente y físicamente.
¿Dónde quedó su fortuna y su poder? En la vida todo se consume, así como el aromático perfume, afanarse a lo material es una enfermedad irremediable, ¿Qué se gana con acumular tantos bienes materiales?. Y aún más cuando éste dinero es sustraído al pueblo, se gana, pero el desprecio de muchas generaciones, muchos viven obsesionado por obtener dinero y poder, ¡qué locura!, esto es no respirar ni dejar respirar, en fin no merece cultivar lo que no, nos podremos llevar, al final lo que hemos hecho otros lo gozarán y si hicimos el mal vilmente nos recordaran, todos somos capaces de hacer el bien pero muchos son aplicados a hacer el mal.
La partida de Fidel para muchos cubanos fue una noticia agradable y fue adoptada como quien saborea un platillo navideño y para muchos respiraron aire puro por primera vez, el diluvio de felicidad se manifestó en los diferentes lugares que residen los cubanos, “pocas veces se festeja el fallecimiento de alguien y más de una figura pública”, pero este fino dictador cultivó su desprecio a la perfección.
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