MUNDO RURAL
Hipólito Contreras
Como siempre ocurre, cada año más de 20 mil jóvenes no logran ingresar a la universidad pública, a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se afirma que debe a que no aprobaron el examen de admisión, o no lograron el puntaje aprobatorio, pero más bien es porque la institución tiene un límite en su matrícula, una vez que se cubre ya no acepta a nadie más.
Por eso cada año se repite la misma historia de los rechazados, son más de 20 mil o quizás 30 mil, los que anualmente no pueden ingresar a la máxima casa de estudios del estado.
Los que logran ingresar qué bueno, con orgullo dicen yo sí pasé y voy a estudiar equis licenciatura, otra cosa es saber cuántos logran terminar sus estudios y cuántos desertan por muchos motivos, este es otro tema interesante.
Queremos hablar de los rechazados, de los que se quedaron en el intento porque se prepararon, presentaron su examen con la esperanza de pasarlo.
Hace algunos años se presentaban las listas de aceptados y rechazados, se publicaban en los principales periódicos del estado, ahora ya sólo se conoce la lista de los aceptados.
Era curioso ver cómo en la lista de los rechazados había miles de jóvenes que habían aprobado el examen de admisión, sin embargo eran rechazados porque en la carrera elegida sólo había cupo, digamos, para 600, por lo tanto eran aceptados los más altos porcentajes, digamos de 8 en adelante.
Por lo tanto miles de jóvenes son rechazados en la universidad no porque hayan reprobado el examen sino porque ya no hubo cupo en la carrera elegida, esa es la realidad.
Hay que recordar como en los años 70 y 80 y principios de los 90 la BUAP abría sus puertas a todos los jóvenes que pedían ingresar, llegó a captar hasta 100 mil jóvenes, esto con menos infraestructura, menos aulas, menos edificios, menos bibliotecas, menos espacios, menos maestros y personal. Hoy con una universidad muy grande, con un gran infraestructura, con espacios por todos lados, la universidad sólo capta aproximadamente a 60 mil jóvenes, esto es contradictorio pero así es, la universidad se volvió excluyente.
Hoy la universidad pública habla de excelencia académica pero acepta a menos jóvenes, excluye a miles supuestamente por falta de espacios cuando ahora triplica su infraestructura y recursos en comparación a hace más de 40 años.
No se trata de que la BUAP deba aceptar al cien por ciento de los jóvenes que solicitan su ingreso porque la población crece cada año, pero sí aceptar a los que caben en sus instalaciones y que aprobaron su examen aunque sea con 6, la universidad no debe ser excluyente sino incluyente.
Si Puebla ha crecido en universidades privadas de todo tipo es gracias a los miles de rechazados cada año, ellos son la materia prima para hacer negocio con la educación. Son esas universidades las que los captan y hacen negocio con ellos.
Que hay muy buenas universidades privadas, sí las hay, muy caras, no al alcance de estudiantes de bajos ingresos, pero hay muchas otras que no son tan buenas, con personal no calificado y pésimas instalaciones y no sabemos si tienen reconocimiento oficial, sus cuotas que llaman económicas pueden llegar a los mil 500 pesos mensuales, miles de estudiantes y sus padres recurren a ellas con tal de sacar una carrera, nos saben si al final saldrán o no capacitados para el mercado laboral.
Lo deseable es que si la BUAP con todo su crecimiento no logra captar a todos los jóvenes, que el estado, el gobierno federal construyan otra universidad pública que permita captar a esos más de 20 mil jóvenes que no logran entrar. Recursos hay suficientes, además, esto no es un gasto, es una inversión en educación pública, Un gobierno que invierte en educación es un gobierno inteligente que le apuesta en educar a su gente, a sus gobernados.
El principio o política del gobierno en materia educativa debe ser que todos ingresen, desde el preescolar hasta la universidad, que a nadie le cierren las puertas por falta de cupo, aun los reprobados deben ingresar y que con esfuerzo y estudio se ganen su lugar en al universidad pública.
Si hablamos de la llamada cuarta transformación en Puebla y el país, la educación pública para todos debe ser un principio de Estado
La educación privada puede seguir libremente y que la pague quien la pueda pagar, pero el Estado debe garantizar educación pública para todos.
Tema fundamental es que esa educación pública sea humanista dedicada a formar grandes ciudadanos, pero este es otro tema.
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