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Es uno de sus proyectos más polémicos. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció que su gobierno construirá una refinería en el puerto de Dos Bocas, Tabasco, en el sureste del país.
La decisión se toma después que se declaró desierta la licitación a consorcios internacionales para llevar a cabo el proyecto.
Las propuestas que se presentaron, dijo López Obrador, superaban las condiciones de construir la planta de refinación en tres años y con un costo promedio de US$8.000 millones.
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Así, en adelante la construcción queda a cargo de la empresa del estado Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Secretaría de Energía.
El anuncio de López Obrador revivió una controversia iniciada en la contienda electoral de 2018, cuando el ahora mandatario anunció sus planes para Pemex.
Pero más allá de la polémica, algunos ven en la construcción de Dos Bocas el primer paso en un viraje de la política energética del país.
A diferencia de los últimos gobiernos que incluyeron en su agenda el apoyo a proyectos de energías renovables, AMLO, como se conoce en México al presidente, tiene como prioridad la extracción de petróleo.
Una estrategia contraria a la de muchos países del mundo explica José Alberto Lara Pulido, director del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Universidad Iberoamericana.
“Teníamos una trayectoria en los últimos años de cumplir las metas sobre cambio climático. México se distinguía por eso”, asegura el académico a BBC Mundo.
“Pero creo que las prioridades de este gobierno son distintas, nos alejamos de esa trayectoria”.
Aunque oficialmente se mantiene el respaldo al uso de energías renovables, la política energética del gobierno de AMLO parece privilegiar la extracción de hidrocarburos, coinciden especialistas.
El objetivo es, insiste el director de Petróleos Mexicanos Octavio Romero Oropeza, asegurar la autosuficiencia energética “como principio de seguridad nacional”.
Así, además de construir la planta en Dos Bocas, el plan contempla modernizar las seis refinerías que actualmente existen en el país.
La idea es aumentar su producción de gasolina y reducir la importación del combustible que representa, en promedio, el 70% del consumo nacional.
En marzo pasado, la compra de gasolina en mercados internacionales fue de 440.000 barriles al día, según datos de la Secretaría de Energía.
“Es una contradicción, un absurdo que tengamos petróleo crudo y estemos comprando gasolinas”, insiste López Obrador.
Otra parte de la estrategia es aumentar la inversión pública en Pemex, especialmente en el área de exploración de nuevos yacimientos.
En abril pasado se extrajo un promedio de 1,7 millones de barriles de petróleo al día. La meta es que dentro de tres años la producción sea de 2,4 millones diariamente.
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En el caso del sector eléctrico, la propuesta es aumentar el presupuesto en la gubernamental Comisión Federal de Electricidad (CFE).
También se pretende poner en funcionamiento la controvertida central termoeléctrica en Huexca, Morelos, que es rechazada por las comunidades vecinas.
Y adicionalmente el plan contempla aumentar las compras de carbón mineral para generar electricidad.
“Le pone énfasis a las fuentes fósiles de energía, por ahí va su apuesta”, dice el director del Centrus.
Pemex, el motor de México
En el fondo, dicen especialistas, con la nueva estrategia López Obrador pretende que la extracción de hidrocarburos y la generación de electricidad se conviertan en el motor de la economía mexicana.
El presidente lo reconoció en marzo pasado durante la celebración por los 81 años de la expropiación petrolera.
“Estamos ante un nuevo paradigma, vamos a transformar a Pemex y vamos a transformar a México”, dijo.
“Vamos a rescatar esta industria tan importante para el desarrollo del país, va a ser palanca para el desarrollo de México”.
Sin embargo, algunas de las decisiones de AMLO preocupan a especialistas. Una de ellas es la determinación de que el gobierno se encargue de construir la refinería en Dos Bocas.
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Y antes también cuestionaron que la Secretaría de la Defensa Nacional se responsabilice de la obra del nuevo aeropuerto internacional, en la Base Aérea Militar de Santa Lucía.
En los últimos cinco gobiernos esta clase de proyectos solían encargarse a corporaciones privadas.
Académicos como Carlos Elizondo Mayer-Serra, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), encuentran rasgos de una política estatista en las decisiones.
En un artículo publicado en la revista Letras Libres, el especialista asegura que López Obrador parece aplicar un modelo económico similar al de los años 60.
En esa época la economía del país creció a un promedio de 6% anual. A ese período se le conoce como Desarrollo Estabilizador donde la inversión pública permitía el desarrollo de grandes proyectos donde participaba el sector privado.
López Obrador coincide. El Desarrollo Estabilizador “ya se está poniendo en práctica, es que la inversión pública sea básicamente capital semilla y se complemente con la inversión privada”, dijo a finales de febrero ante el Consejo Coordinador Empresarial.
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