National Geographic
Las observaciones podrían apuntar a una nueva habilidad cognitiva que no se había documentado en cerdos, cuya inteligencia ya es conocida.
Un día de octubre de 2015, la ecóloga Meredith Root-Bernstein observaba una familia de cerdos verrugosos en un zoo parisino cuando algo le llamó la atención.
Uno de los cerdos verrugosos o jabalíes de las Bisayas —Sus cebifrons, una especie en peligro de extinción autóctona de las Filipinas— cogió un trozo de corteza con la boca y empezó a excavar con él, empujando la tierra hacia los lados. «Dije: “Hala, cómo mola”. Cuando busqué el uso de herramientas en cerdos, no encontré nada», cuenta Root-Bernstein, investigadora visitante del Museo del Hombre de París y exploradora de National Geographic.
Intrigada, la científica regresó con frecuencia durante los meses siguientes para ver a los animales del Jardin des Plantes e intentar observar ese comportamiento de nuevo, aunque sin éxito. Tenía la hipótesis de que lo que había visto estaba vinculado a la construcción de nidos, algo que los cerdos acostumbran a hacer cada seis meses para prepararse para la llegada de las crías. Como era de esperar, la primavera siguiente un colega regresó al recinto de los cerdos verrugosos y grabó a tres de los cuatro animales empleando herramientas para completar su nido, un hoyo de tierra lleno de hojas.
Aunque muchas especies silvestres usan herramientas —como los chimpancés, los cuervos o los delfines—, nadie ha documentado este fenómeno en ninguna de las 17 especies de jabalíes y cerdos. Esto sorprendió a Root-Bernstein, sobre todo teniendo en cuenta que la inteligencia de la familia Suidae es sabida y conocida.
Pero como los jabalíes están tan poco estudiados y, en muchos casos, en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción, quizá no resulte tan raro que este comportamiento haya evadido los ojos humanos, según cuenta Root-Bernstein, cuyo estudio se publicó en septiembre en la revista Mammalian Biology.
Explica que el uso de herramientas es un tema de estudio particularmente fascinante porque es un rasgo compartido con los humanos que además puede poner de manifiesto una historia evolutiva común. «Nos acerca a los animales y hace que nos demos cuenta de que todo está conectado», afirma.
Secuencia de acontecimientos
Para la investigación, Root-Bernstein y sus colegas filmaron a los cerdos verrugosos padres y sus dos crías empleando herramientas en cuatro ocasiones en 2016 y otras siete en 2017. Como creían que podrían preferir herramientas más fáciles de empuñar, el equipo introdujo cuatro espátulas de cocina en el recinto, aunque solo se usó una espátula en dos ocasiones.
El equipo advirtió que los animales —particularmente la madre, Priscilla— siempre empleaban herramientas en medio del proceso de construcción de nido. Según Root-Bernstein, esta secuencia constante, combinada con el hecho de que las herramientas podían mover físicamente la tierra, cumple la definición científica de uso de herramientas: «El ejercicio de control sobre un objeto externo libremente manipulable (la herramienta) con la meta de (1) alterar las propiedades físicas de otro objeto, sustancia, superficie o medio… mediante la interacción mecánica dinámica o (2) mediar en el flujo de información».
Los científicos sospechan que Priscilla podría haber aprendido a utilizar la herramienta por sí sola y habría transmitido ese conocimiento a su pareja y sus crías.
Root-Bernstein reconoce que su conjunto de datos es reducido y que su conducta se produjo en cautividad, situación que puede hacer que los animales actúen de forma distinta que en estado silvestre. Sin embargo, indica que la mayoría de los comportamientos inducidos por la cautividad se caracterizan por la repetición frecuente —como dar vueltas en el recinto—, pero que este uso de herramientas era escaso y solo se producía en el contexto específico de la construcción del nido.
El estudio de jabalíes salvajes
Root-Bernstein añade que es muy posible que los cerdos verrugosos silvestres también usen herramientas. Fernando «Dino» Gutiérrez, presidente de la organización de conservación filipina sin ánimo de lucro Talarak Foundation, Inc., que trabaja para proteger a estos animales, está de acuerdo.
Hace unos años, Gutiérrez presenció cómo un grupo de cerdos verrugosos empujaba rocas hacia una valla eléctrica para probarla. «En cuanto empujan y las rocas la tocan, esperan a escuchar el clic o la ausencia de éste», explicó por email. «El clic significa que la valla está caliente, así que retroceden y no cruzan; la ausencia de sonido significa que es seguro investigar qué hay más allá de la valla».
UN EQUIPO DE INVESTIGADORES CONSIGUE GRABAR AL MISTERIOSO HILÓQUERO
Al fin se ha conseguido estudiar al hilóquero. Irónicamente, los humanos rara vez ven al cerdo más grande del mundo, en parte porque suelen cazarlos por su carne. El explorador de National Geographic Rafael Reyna-Hurtado lleva años siguiendo a los animales de 270 kilogramos en Uganda. Puso cámaras trampa en lugares estratégicos en zonas fangosas, suponiendo que los cerdos pararían para refrescarse. Funcionó. Este es un vídeo inusual del hilóquero, que tiene pelo negro corto, colmillos afilados y pómulos prominentes. Su papel en los bosques es importante, ya que cortan plantas herbáceas y son presa de leopardos y leones. Sin embargo, el número de ejemplares disminuye, sobre todo por la caza furtiva y la fragmentación de hábitat.
Rafael Reyna-Hurtado, explorador de National Geographic y ecólogo de fauna silvestre que estudia al hilóquero africano, cita el pequeño tamaño muestral del estudio y el entorno de cautividad, pero afirma que los resultados deberían instar a los expertos en jabalíes —él incluido— a estar atentos al uso de herramientas.
En Uganda, por ejemplo, Reyna ha observado hilóqueros —el cerdo más grande del mundo— que empleaban sus hocicos para despejar el terreno antes de dormir o descansar, aunque no los ha observado usando herramientas.
Para Root-Bernstein, quedan muchas incógnitas: por ejemplo, ¿por qué utilizar una herramienta si un hocico es igualmente eficaz? La respuesta más probable es que no existe una explicación funcional clara, como los chimpancés que se dan la mano durante el acicalamiento, de forma que el acicalador solo tiene una mano libre.
«Los comportamientos adquiridos y los comportamientos culturales son así», afirma Root-Bernstein. «Quizá les parezca que es lo correcto», añade.
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Muy buen aporte. Gracias por compartirlo.