Ricardo Homs
Nuestra trabajadora doméstica compartía con mi esposa su preocupación de que en la escuela primaria, por bullying, sus compañeritos pudieran obligar a su hijo a vestirse con falda, hoy que existe un ambiente pesado en el ámbito escolar, donde para pertenecer a grupos de amigos o compañeros, les imponen retos peligrosos que se promueven por Internet, entre otras conductas agresivas.
Qué grave situación es que por problemáticas de adultos, de tipo ideológico, estemos contaminando la inocencia natural de nuestros niños.
¿A quien se le ocurrió y cómo logró consenso en la Asamblea Legislativa de la CDMX el tema de que por crear cultura de género, se propusiera el tema de la vestimenta de género para que los niños y niñas de preescolar, primaria y secundaria utilizarán indistintamente falda o pantalón?.
Este caso es una llamada de alerta respecto al riesgo de que problemáticas de adultos sean impuestas por funcionarios públicos y puedan estar forzando los tiempos de maduración emocional de nuestros niños, imponiéndoles temas que a su edad no les son naturales.
No es lo mismo dejarles la libertad de vestirse como se les pegue la gana al ir a la escuela y si quieren ir de superhéroes, de extraterrestres, falda o pantalón u lo que sea, lo puedan hacer, que imponer el tema ideológico de género.
¡Qué difícil y peligroso es ser niño en el mundo de hoy!, siendo manipulados irresponsablemente por los adultos.
De ningún modo debe preocuparnos la apertura mental a aceptar las preferencias de género de cada quien, pues elegir es un derecho humano, que cada persona asume a su ritmo y cuando tiene conciencia de ello. Por tanto, es preocupante que se utilice a nuestros niños como carne de cañón de campañas ideológicas, cuando no hay madurez emocional para tomar conciencia de elecciones trascendentales en nuestra vida, como sucede en la infancia.
Grave ya es que nuestros niños hayan perdido la inocencia de modo forzado bajo la presión de las redes sociales y la difusión informativa sin control, pues en Internet encuentran incluso pornografía, así como modas como son los “retos”. Por ello, que nuestros políticos empiecen a dirigirse a ellos es peligroso.
¡Dejen a los niños vivir como niños y madurar emocional y mentalmente a su ritmo!
La simple propuesta del uso indistinto de la falda o pantalón, presentada como si fuese una propuesta sutil e inofensiva, ya fue manipuladora. ¡Qué bueno que por la presión social ésta no prosperase!
¿Por qué nuestros políticos no invierten su tiempo y su atención en resolver los gravísimos problemas públicos de hoy, como delincuencia, abuso de derechos humanos, contaminación ambiental, feminicidios, entre otros, en lugar de innovar con propuestas que no son urgentes, como son estos temas mencionados?
Si tuviésemos en México la paz social y la tranquilidad de la vida de Suecia o Dinamarca, por ejemplo, nuestros políticos tendrían derecho a estar elucubrando temáticas existenciales, pero no
es justo que lo hagan cuando vivimos un día a día de emergencias continuas que amenazan nuestra seguridad e incluso nuestra vida.
Además, el centro del problema de este país no es la discriminación por segmentos sociales.
Si nos focalizamos en problemáticas específicas, como puede considerarse la falta de respeto a quienes tienen preferencias sexuales diferentes a las nuestras, la discriminación hacia ciertos grupos étnicos, la confrontación por la pertenencia a alguna clase social, el abuso hacia los migrantes, bullying escolar, por citar solo algunas manifestaciones agresivas, estamos haciendo un mal diagnóstico de nuestra realidad social actual y por tanto enfocando mal las acciones.
La problemática real que hoy vivimos es la inaceptable falta de respeto por el prójimo y sus derechos, en toda la extensión de la palabra.
Este individualismo que cada día se fortalece más y se manifiesta en una actitud de falta de respeto a los derechos humanos de quienes nos rodean, evidentemente afecta a cada segmento social que está en posición vulnerable frente a las mayorías y este rechazo, del modo que fuere, no se debe atacar sectorizadamente, sino de forma integral.
Nuestro sistema educativo debe trabajar para crear una cultura integral de respeto a los derechos humanos y si se logra, entonces estaremos resolviendo las injusticias que nos impulsan a discriminar y a agredir a grupos vulnerables específicos.
Mientras tanto, respetemos la infancia de nuestros niños.