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- Un nuevo estudio arroja luz sobre los riesgos climáticos en los países de América Latina y el Caribe y los retos a los que se enfrentan los intermediarios financieros para encauzar la transición verde.
Pese a generar menos del 5 % de las emisiones mundiales de CO₂, la región es muy vulnerable a los riesgos climáticos debido a su mayor exposición a fenómenos climáticos extremos, a los riesgos crónicos y a su limitada capacidad de adaptación y mitigación.
Además de los riesgos derivados de su ubicación geográfica, los intermediarios financieros de la región están expuestos a los riesgos climáticos —tanto físicos como de transición— debido a la concentración de sus carteras de préstamos en sectores de alto riesgo.
Las necesidades de inversión en adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos son enormes, y los flujos de inversión van con retraso respecto a los de otras regiones. Los bancos de desarrollo, en cooperación con las instituciones financieras internacionales y los gobiernos nacionales, tienen un papel crucial que desempeñar para corregir esta deficiencia.
El Banco Europeo de Inversiones (BEI) ha presentado hoy un nuevo documento de trabajo en la Cumbre Finanzas en Común 2023, que se celebra en Cartagena (Colombia). Riesgo climático en América Latina y el Caribe: ¿están preparados los bancos para la transición ecológica? Este informe arroja luz sobre las amenazas medioambientales a las que se enfrentan la región y su sector bancario.
América Latina y el Caribe ya están sufriendo los efectos negativos del cambio climático y los países caribeños se encuentran especialmente afectados. Aunque representan el 0,2 % del PIB mundial, soportan unos costes monetarios 10 veces superiores por los daños derivados del cambio climático y 20 veces más por fenómenos climáticos extremos. Los riesgos crónicos relacionados con el impacto gradual del calentamiento global son igualmente relevantes y revisten especial gravedad en las regiones más cálidas de América Latina.
Pese a generar menos del 5 % de las emisiones mundiales de CO₂, la región sufre un impacto desproporcionado debido a su mayor exposición a fenómenos climáticos extremos como ciclones, huracanes e inundaciones, a riesgos crónicos como sequías y a su limitada capacidad de adaptación y mitigación, principalmente por la escasez de recursos presupuestarios..
En este contexto, los bancos locales registran grandes dificultades para hacer frente a los riesgos climáticos. Entre ellas destacan la gestión de los riesgos físicos derivados de fenómenos meteorológicos extremos, la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, la concentración de la cartera en sectores de alto riesgo y la necesidad de solventar las limitaciones de la capacidad de adaptación y mitigación en toda la región.
«Como institución financiera líder, somos conscientes de la labor fundamental que desempeñan los bancos para ayudar a hacer frente a los riesgos climáticos en América Latina y el Caribe», ha declarado el vicepresidente del BEI Ricardo Mourinho Felix. «La trayectoria de financiación de la resiliencia climática del BEI en la región es larga, con más de 15 000 millones de euros invertidos desde 1978, y estamos decididos a hacer mucho más. En colaboración con otros bancos multilaterales de desarrollo, estamos ensayando el uso de cláusulas de deuda resilientes al cambio climático para reducir el endeudamiento como consecuencia directa de catástrofes naturales.
El objetivo es lograr que los países no dejen de abordar los riesgos climáticos por restricciones financieras y que la adaptación y mitigación formen parte de las políticas nacionales y regionales».
«Actualmente, la región recibe una parte relativamente pequeña de la financiación mundial destinada a combatir el cambio climático (en torno al 6 % en 2019 y 2020) los bancos multilaterales de desarrollo pueden contribuir prestando asistencia técnica y desarrollando nuevas herramientas financieras. Para impulsar la transición ecológica y las inversiones respetuosas con el medio ambiente, es crucial que los bancos desarrollen marcos sólidos de gestión de riesgos, refuercen sus capacidades de evaluación de riesgos y diversifiquen sus carteras de préstamos para fomentar la resiliencia. Superar estos retos requiere soluciones financieras innovadoras, una estrecha colaboración entre socios internacionales y el apoyo de los responsables políticos y reguladores», ha manifestado Barbara Marchitto, Jefa de la División de Análisis por Países y Sectores Financieros en el Departamento de Asuntos
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