Por María Beatriz Muñoz Ruiz
Llamadme loca, pero desde que estoy estudiando Auxiliar de psiquiatría, creo que hay más locos sueltos por la calle que en el área de psiquiatría, puede que antes tuviese sospechas, pero las Navidades me lo han confirmado; definitivamente no estamos bien, y lo más preocupante es seguir estudiando e imaginar con cada trastorno que estudio, a una persona de tu entorno que encaja perfectamente en cada definición.
Creo que el desconocimiento habría sido mejor en este caso, porque cuando el comportamiento de alguien concuerda con un trastorno psiquiátrico, en mi cabeza comienzan a aparecer notificaciones, un “clim” que me dice, “esa reacción no ha sido normal”.
Y no penséis que juzgo a nadie, yo también podría etiquetarme dentro de alguno de los conceptos que pone en mi libro, lo que ocurre es que no represento un peligro para la sociedad, y otras personas sí.
Cuando se habla de psiquiatría, uno se imagina a los locos corriendo por los pasillos con las camisas de fuerza, como en las películas, pero ni es así en la planta de psiquiatría, ni es así en la vida normal.
Claro que, si en vez de correr como locos, de tienda en tienda, buscando los regalos de reyes, nos detenemos y miramos a nuestro alrededor, creo que los de la planta de psiquiatría están más cuerdos que nosotros.
Por otro lado, veo personas que creía medio normales, y, sin embargo, las noto algo desquiciadas y acto seguido sonriendo, por lo que, en ese instante, mi mente no se va a mi libro de psiquiatría, sino a la película de Jekyl y Hyde, luego, pienso… “pobre, lo que tenía ese hombre, podría haber sido un Trastorno Disociativo de personalidad múltiple, o quizás tenía un trastorno afectivo con episodios maníacos o trastorno bipolar” bueno, lo que está claro es que era un peligro para la sociedad, al igual que mucha gente que vive entre nosotros y no sabemos qué ronda por su mente.
Existen enfermedades mentales que, a pesar de estar ahí, no se hacen evidentes hasta que la persona no pasa por algún momento traumático o de estrés, así que, cuidado en estas fechas, que los Reyes Magos pueden estresar hasta a los camellos.
Llamadme loca, sí, porque todos lo estamos, algunos más que otros, pero en este mundo de locos, los únicos que están cuerdos son los que se medican porque comprenden el problema, así que, aquellos que escuchen voces o tengan lapsus de memoria, no os toméis un ibuprofeno, que eso no funciona para todo, poneos en manos de un profesional si consideráis que podéis ser un peligro para los demás, y no hablo solo de asesinar a alguien, que eso sería un nivel extremo, hablo de herir a alguien con vuestras palabras, actos o comportamiento, porque, lo queramos o no, somos seres sociales e interactuamos continuamente con la gente.
En este mundo de locos, puede que la mayoría de las veces, no necesitemos medicación, tan solo empatía. Hemos dejado de pensar en los demás, y lo entiendo, yo también lo hago para sobrevivir, porque cuando ves que te empujan una y otra vez, dices basta, te vuelves un poco camaleónica e intentas sobrevivir en esta selva sin árboles, una selva llena de palmeras de dinero que todo el mundo desea alcanzar, porque no son solo billetes, la gente sabe que, si alcanzan a lo más alto, la recompensa es el éxito.
Pero si llegáis arriba, mirad hacia abajo, allí están todos a los que habéis pisado para alcanzar vuestro objetivo, pero eso jamás vais a verlo, solo lamentaréis estar solos en la cima, solos e incomprendidos. ¿Autocompasión o mentira?
Dejadme entre los locos, que a ellos los veo venir.
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