Por Mora Malú
¿Qué serías capaz de hacer por un hijo? ¿Qué sacrificio estarías dispuesto a llevar a cabo para salvar su vida? La respuesta, que parece obvia, pasa por respuestas como: “¡todo!”, “hasta lo imposible”, “dar mi propia vida”, y otras tantas.
Pero si te dijera que para salvar su vida —en lo cotidiano, en la rutina diaria de sus actividades—, la forma es por demás simple, ¿me creerías?
Cuando de niños se trata, hablamos de Derechos Humanos, Derechos del Niño, Día del Niño, respeto a los niños… y nos llenamos de discursos sobre el conjunto de normas jurídicas que protegen a los niños. ¿Los protegen en verdad? O solo son palabras elegantes y adecuadas para el político o funcionario de turno que quiere llegar al poder para después olvidarse de sus promesas.
Quienes deben proteger a los niños y hacer valer las leyes vigentes son la familia, la comunidad y los organismos del Estado. Algunas fundaciones y/o asociaciones han hecho y siguen haciendo mucho por niños y adolescentes, pero al ver nuestro planeta en semejante caos, nos damos cuenta que no ha sido suficiente.
Ergo, como lo primero es la familia y el ejemplo comienza en casa, te invito a que dejes de dramatizar el “dar la vida” por tu hijo y pongas en marcha “darle vida” al planeta donde habita, a la buena educación, a generar conciencia de equidad, porque el primer derecho del niño es el derecho a la vida en un ámbito adecuado para su desarrollo. Por muchas leyes que existan y sean bien aplicadas, de nada servirán si no hay un planeta donde disfrutar de las bondades del mismo, ¡tan simple como eso!
¿Le has hablado a tu hijo sobre el cambio climático? ¿Le explicas que cada acción en contra de la naturaleza genera una reacción negativa? ¿Le enseñas que, además de su casa, el primer hogar que tiene es el planeta que habita?
Si has respondido “sí” a cualquiera de estas preguntas, vas por buen camino. Pero si aún no has podido tener una conversación con él sobre ecología, medioambiente, cambio climático, animales en extinción, contaminación de los mares, consecuencias de la deforestación, la peligrosidad de la escasez de agua y otros muchos ataques del humano que están diezmando el planeta, es tiempo de acción urgente.
Tomando como referencia el último punto, no es casual la frase: “El agua, fuente de vida”, porque el agua “es” vida. Ningún ser vivo puede sobrevivir sin agua. Un ser humano puede estar sin comer entre 40 a 60 días y, aún así, tener posibilidades de sobrevivir. Sin agua, el humano puede soportar un máximo de 5 días, ¿lo sabías? La contaminación del agua es una de las principales causas de este desastre hídrico, por consiguiente, surgen sequías, falta de higiene, enfermedades y la inevitable muerte vegetal y animal. Sin agua, no existe manera de que el ser humano sobreviva.
Sin agua, el planeta muere.
Una de las muchas formas de sumar tu granito de arena para que esto no suceda es educar a tus hijos, y a las generaciones venideras, dando el ejemplo con conciencia ecológica. Las pequeñas acciones provocan grandes cambios. Sin embargo, ¿estamos a tiempo de salvar al planeta? Sí, absolutamente sí. Será difícil recuperar lo perdido, hay catástrofes ocurridas que son irreversibles… pero podemos mitigar nuestras acciones, las que afectan al medioambiente y su biodiversidad. Debemos darnos una oportunidad, haciendo un cambio radical de actitud que se replicará en la sociedad con un efecto transformador. Si empezamos por cuidar nuestro hábitat, estaremos dando el primer paso para hacer valer los Derechos del Niño, esos derechos de los que tanto hablamos y parecen no estar presentes en la sociedad.
Derechos y obligaciones
Los niños tienen derechos: a que se proteja su vida, a la salud, a una buena alimentación, a educación, a que se respete su honor y buen nombre haciendo valer esos derechos. Que crezcan sanos física, mental y espiritualmente. En definitiva, que lleven una vida eficaz y feliz.
La obligación de los adultos —padres, tutores, maestros, comunicadores, funcionarios—, es tomar conciencia, cambiar malos hábitos y predicar con el ejemplo. Hacer que la supervivencia de los niños transcurra en un ambiente sano, equilibrado y saludable. Estamos a tiempo, sí, pero el tiempo es ahora, hoy, ¡ya! Las acciones son verdaderamente simples y de gran efecto positivo.
Salvar la vida de un hijo, es salvar la propia vida. Es ejercer tu derecho y lograr QUE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS NO ESTÉN TORCIDOS.
Sobre la autora:
Mora Malú (Buenos Aires, Argentina). Egresada de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), Departamento de Artes Musicales y Sonoras. Correctora ortotipográfica y de estilo. Redactora freelance para medios de comunicación, sitios webs y blogs. Ghostwriter y biógrafa de artistas y personalidades del espectáculo. Formación en Comunicación Audiovisual aplicada al Diseño Gráfico Editorial. Autora de cuentos, fábulas y novelas cortas.
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