Desde Teziutlán: Día Naranja

RDS/STAFF

Buenas tardes, con el permiso de todos ustedes:

En los últimos días hemos sido testigos de actos bochornosos y cobardes que atentan contra la integridad de una mujer y el buen nombre de su familia. Debo señalar que esta agresión virulenta ocurre en el confort y a la sombra del anonimato de las redes sociales.

Me apena señalarlo, porque es un caso ruin y vergonzoso que ocurre en este Teziutlán que amamos, en esta ciudad tanto nos ha dado y en este pueblo del que debemos sentirnos orgullos. Y le estamos fallando.

Debo decirlo con toda claridad: Replicar o abonar comentarios negativos que afectan la vida privada de una familia, en las redes sociales o por cualquier medio, no será jamás un acto de justicia. Es, bien dicho, participar en un linchamiento condenable; y es avivar la violencia de género que rechazamos aquí con toda energía.

Hace tiempo que escribas y fariseos llevaron a Jesús a una mujer sorprendida en flagrante adulterio. “La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras”, le retaron al Mesías. Y Jesús, el Hijo de Dios, les espetó tajante: “El que esté limpio de culpa que arroje la primera piedra”. Ninguno de los acusadores se atrevió a lastimar a esa mujer.

Amigas, amigos todos.

En aquella ocasión, en la que no había un activismo como el que hemos iniciado juntos en defensa de las mujeres y las niñas, y que cada mes, los días 25, nos convoca para reforzar nuestras trincheras y pulir nuestras estrategias a favor de los derechos humanos y contra todo tipo de violencia de género, los escribas y fariseos soltaron sus piedras y abandonaron su pretendido estatus de jueces cívicos.

¿Por qué hoy, en este pueblo, debemos permitir que ocurran linchamientos mediáticos?

¿Acaso una parte de estos nuevos acusadores son peores que aquellos que finalmente crucificaron a Jesús?

Yo les pido hoy una reflexión profunda y un pensamiento que nos lleve a la acción para frenar esta otra violencia, la que hace escarnio de familias enteras y siembra semillas de dolor y vergüenza en quienes tropiezan en su camino.

Con plena convicción de que compartimos las mismas ganas de construir un mundo mejor, hoy les pido que hagamos el mayor de nuestros esfuerzos para parar de tajo estos linchamientos mediáticos, porque no hay justicia alguna en los ataques verbales que se cometen al amparo del anonimato de las redes sociales, o con el falso argumento de que es noticia la vida pública o privada de una persona.

Amigas, amigos todos, también en esta trinchera hagamos lo necesario para acabar con la violencia de género que se genera y se multiplica en las plataformas digitales. Hagamos conciencia en nuestras familias para evitar que estos actos de cobardía, auspiciados por la ignorancia y la falta de valores, se arraiguen en la mente de nuestros hijos.

Muchas gracias

Buenas tardes, con el permiso de todos ustedes:

En los últimos días hemos sido testigos de actos bochornosos y cobardes que atentan contra la integridad de una mujer y el buen nombre de su familia.

Debo señalar que esta agresión virulenta ocurre en el confort y a la sombra del anonimato de las redes sociales.

Me apena señalarlo, porque es un caso ruin y vergonzoso que ocurre en este Teziutlán que amamos, en esta ciudad tanto nos ha dado y en este pueblo del que debemos sentirnos orgullos. Y le estamos fallando.

Debo decirlo con toda claridad: Replicar o abonar comentarios negativos que afectan la vida privada de una familia, en las redes sociales o por cualquier medio, no será jamás un acto de justicia. Es, bien dicho, participar en un linchamiento condenable; y es avivar la violencia de género que rechazamos aquí con toda energía.

Hace tiempo que escribas y fariseos llevaron a Jesús a una mujer sorprendida en flagrante adulterio. “La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras”, le retaron al Mesías. Y Jesús, el Hijo de Dios, les espetó tajante: “El que esté limpio de culpa que arroje la primera piedra”.

Ninguno de los acusadores se atrevió a lastimar a esa mujer.

Amigas, amigos todos.

En aquella ocasión, en la que no había un activismo como el que hemos iniciado juntos en defensa de las mujeres y las niñas, y que cada mes, los días 25, nos convoca para reforzar nuestras trincheras y pulir nuestras estrategias a favor de los derechos humanos y contra todo tipo de violencia de género, los escribas y fariseos soltaron sus piedras y abandonaron su pretendido estatus de jueces cívicos.

¿Por qué hoy, en este pueblo, debemos permitir que ocurran linchamientos mediáticos?

¿Acaso una parte de estos nuevos acusadores son peores que aquellos que finalmente crucificaron a Jesús?

Yo les pido hoy una reflexión profunda y un pensamiento que nos lleve a la acción para frenar esta otra violencia, la que hace escarnio de familias enteras y siembra semillas de dolor y vergüenza en quienes tropiezan en su camino.

Con plena convicción de que compartimos las mismas ganas de construir un mundo mejor, hoy les pido que hagamos el mayor de nuestros esfuerzos para parar de tajo estos linchamientos mediáticos, porque no hay justicia alguna en los ataques verbales que se cometen al amparo del anonimato de las redes sociales, o con el falso argumento de que es noticia la vida pública o privada de una persona.

Amigas, amigos todos, también en esta trinchera hagamos lo necesario para acabar con la violencia de género que se genera y se multiplica en las plataformas digitales. Hagamos conciencia en nuestras familias para evitar que estos actos de cobardía, auspiciados por la ignorancia y la falta de valores, se arraiguen en la mente de nuestros hijos.

Muchas gracias

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categorías