Las huellas de Denver

Por María Beatriz Muñoz Ruiz

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, yo lo extendería a cualquier mascota y lo ratificaría descaradamente según lo que anda por el mundo.

En estos tiempos, ¡cualquiera confía en las personas! Sí, es triste hacer esa afirmación, pero es lo que veo y lo que pienso, en este mundo he encontrado muy pocas personas en quienes confiar, e incluso esas no sé si en una situación crítica estarían de mi lado.

Hace una semana me regalaron un cachorrito, todos teníamos muchas ganas de tener un perrito, y ahora que mis hijos tienen catorce años, hemos visto el momento adecuado para una responsabilidad. Bueno, qué digo, nunca se está preparado para tener un perrito, al igual que nunca se está preparado para tener un bebé, simplemente te lanzas a un mundo desconocido y rezas para que todo salga bien.

Mi cachorrito se llama Denver, es un Bodeguero Andaluz, una raza creada de la mezcla del Terrier y el Ratonero. En el momento en el que vi su foto me enamoré de él, con sus ojazos negros y llenos de vida, su carita de no haber roto un plato en su vida y su antifaz estilo Batman. Cuando aparecimos mi marido y yo con el perrito, mis hijos no se lo podían creer, mi hija casi llora de la alegría, y es que la gente no debería ver solo un perro, deberían ver una tabla de salvación, un alma pura, inocente y hermosa, un ser que jamás va a traicionarte, que nunca va a juzgarte y que no va a darte la espalda pase lo que pase, porque para él siempre serás su héroe hagas lo que hagas.

No entiendo como existe gente que puede dañarlos o despreciarlos, bueno, sí que lo entiendo, porque únicamente el ser humano es capaz de tratar a un ser noble de una forma tan ruin y despreciable.

Las personas se creen dueñas de todo lo que existe en la Tierra, se creen superiores por caminar a dos patas, se hacen llamar seres inteligentes, pero destruyen el medio ambiente, destruyen a los mismos de su especie, ambicionan el poder porque el poder va acompañado de dinero, y buscan el amor como si esa fuera la clave de su felicidad.

Pero ahora no salgáis en estampida a adoptar perritos, porque para hacerlo debéis estar muy seguros de que realmente lo deseáis, no adoptéis por un impulso, porque el perro o cualquier mascota, se convierte en uno más de la familia, y, por lo tanto, se debe contar con él para todo, se debe cuidar y sobre todo, darle mucho amor. Esto último es lo más fácil, y os lo digo desde la experiencia de una persona que tiene a un cachorrito de un mes con ganas de juego, sin poder sacarlo a la calle hasta los tres meses que es cuando tiene todas las vacunas puestas y cuya boca se encuentra en estos momentos mordiendo mi ordenador sin piedad porque no le presto atención.

Suena divertido, ¿verdad? Pues sí, lo es, sobre todo cuando me pone esos ojitos de bueno y consigue de mí lo que quiere, también es divertido cuando me salta para que le dé de comer, y cuando por las mañanas empieza a jugar con la fregona mientras yo intento fregar el piso. Al final tengo que dejar lo que estoy haciendo, me rio y me pongo a correr con él por todo el pasillo, luego esquivo sus mordiscos; porque ahora lo muerde todo, e intento hacerle entender que tiene cinco mordedores estupendos para calmar el dolor de la salida de los dientes, pero él sigue prefiriendo usarme de mordedor y con esa carita me cuesta negarle cualquier cosa.

La vida es a veces muy complicada, y el mundo en el que vivimos hace que las personas no nos fijemos en las necesidades de los demás, pero lo que para una persona pasa desapercibido, para ellos no, porque su vida eres tú y su amor, siempre generoso, es para dártelo incondicionalmente. Ellos son el pilar en el que te apoyas cuando nadie más se da cuenta de que te estás hundiendo, así que, por favor, amadlos, cuidadlos y respetadlos, porque ellos son mejores que nosotros.

mde

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