Mundo Rural
Hipólito Contreras
Nos separan unos 30 años cuando en México las cosas, a pesar de la inflación que había, no estaban tan caras y el poder adquisitivo era mejor, es decir, lo que ganaba un trabajador común alcanzaba para adquirir más productos, hoy las cosas han cambiado en extremo. La pandemia vino a complicar las cosas.
En 1991 el salario mínimo era de 51 pesos más o menos, hoy es de 123 pesos, sin embargo, un trabajador de 1991 con ese ingreso compraba más cosas que el trabajador actual.
En esos años de los 90s los productos básicos se compraban en 2, 3, 4 pesos por kilo, tales como tortilla, pollo, frijol, azúcar, la gasolina costaba 1 peso el litro, de modo que con un salario de 51 pesos, se podía comprar varios productos de la canasta básica.
Hoy con 123 pesos, (que sólo un bajo porcentaje de empresas pagan porque muchas evaden este mandato de ley), sólo se puede comprar menos de un kilo de carne, el kilo cuesta en promedio 148 pesos, 8 litros de leche de la menor calidad, 8 kilos de tortilla, 6 litros de gasolina.
Con 51 pesos de 1991 se podían comprar más de 51 litros de gasolina, pues el litro costaba menos de un peso. Hoy con 123 pesos de salarios mínimo sólo se pueden comprar 6 litros. La diferencia es enorme.
En 1991 con 51 pesos se podían comprar 10 kilos de frijol, hoy con 123 pesos sólo se compran 4.
Esto no quiere decir que en 1991 no hubiera pobreza, la había, como siempre la ha habido, pero el poder adquisitivo de los trabajadores era más alto, se podían comprar más cosas con menos dinero.
Hoy en el 2021 las cosas y no son iguales, porque sin que el gobierno reconozca una alta inflación, pues se habla del del 3.5 por ciento en el 2020, la realidad es que todo se ha disparado, todo, absolutamente todo es caro, hoy un simple desayuno en una fonda de segunda cuesta un mínimo de 90 pesos, y si quieren algo mejor cuesta 150 pesos.
Hoy el salario mínimo que este nuevo gobierno pasó de 102 a 123, y que miles de empresas no respetan, está totalmente rebasado. Vamos a suponer que un trabajador tiene suerte de que su empresa cumple con la ley y le paga 123 pesos diarios, tiene a su esposa y tres hijos, en total 5 miembros, con ese ingreso no la puede mantener, no le puede dar lo necesario, lo básico, se le muere de hambre. Con 123 pesos es probable que sólo cubra el 10 ó el 12 por ciento de las necesidades de la familia, para que cubra el cien por ciento, necesita ganar otros nueve salarios de 123 pesos, y entonces sí ya podrá darle a la familia lo que necesita: alimentación, salud, vivienda, transporte, educación, vestuario, cultura, deporte, recreación, ahorro.
Esto quiere decir en que en el 2021 el salario de un trabajador debería ser de 1.200 pesos diarios, con este ingreso ya podría vivir con dignidad, ya podría darle a su familia lo que necesita para vivir.
Sin embargo, hoy esos 1200 pesos diarios sólo lo ganan trabajadores y funcionarios de cierto nivel, los de menor rango ganan eso y los de mayor pueden superar los 12 mil pesos diarios. Ellos son los otros mexicanos privilegiados, para los que México es un paraíso económico pues le paga muy bien. Para este grupo selecto, México es uno de los mejores países del mundo por los buenos nos buenos sueldos que recibe un sector reducido de la población.
Para la gran mayoría de mexicanos esto no es así, para la gran mayoría hay una gran crisis, una enorme inflación, una gran carestía, una gran pobreza. Miles viven (vivimos) con 123 pesos diarios, otros miles con 62 pesos diarios, y otros miles con 32 pesos diarios, es la realidad de México.
El gobierno de la llamada cuarta transformación hace muchas cosas, pero ha olvidado dos: los ingresos de las familias y el control de los precios. El gobierno incrementa el salario mínimo pero no obliga a las empresas a que lo cumplan, todas pagan lo que quieren, no hay autoridad ni ley que las obligue a pagar el salario mínimo y las prestaciones de ley.
Por otro lado, el gobierno no establece un control de precios, se aplica el libre mercado, todas las empresas pequeñas, mediana y grandes, venden al precio que quieren, todo se sujeta a la oferta y la demanda. La Procuraduría Federal del Consumidor, que en otros tiempos cumplió su cometido, proteger la economía de los consumidores, hoy sólo está de adorno porque no vigila nada.
Si hoy los alimentos y todo es caro, ¿cómo estaremos dentro de 9 años? Dicen que las revoluciones empiezan con el hambre.