Universitat Oberta de Catalunya
La COVID-19 ha puesto de manifiesto el rol que cumplen las tecnologías de la información y la comunicación en los entornos de aprendizaje como una oportunidad de transformar los espacios de educación presencial.
Según las cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), alrededor de noventa millones de personas en Iberoamérica viven con diversidad funcional. A pesar de que en países como Colombia, Ecuador, México, Argentina y Perú han establecido leyes que propician espacios de inclusión con el fin de impulsar la igualdad de oportunidades de este colectivo, la
exclusión sigue persistiendo en el campo de la educación: alrededor del 42 % de los países de la región, dentro de su normatividad, exigen espacios separados de aprendizaje para ellos; ante este contexto, muy pocos acceden a la universidad.
«Debemos gestionar la diversidad, la inclusión y la equidad en las aulas, que es donde encontramos todo tipo de perfiles, necesidades y contextos», afirma Pastora Martínez Samper, vicerrectora de Globalización y Cooperación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Para poder responder a estas necesidades es importante que el personal docente cuente con las herramientas y los conocimientos adecuados, especialmente cuando se habla de educación en línea. La UOC es una de las universidades de España con mayor número de estudiantes con diversidad funcional y esto es porque nos hemos preocupado de que el aprendizaje se adapte lo más posible a cada persona; para esto hemos ampliado el perfil del estudiantado y garantizamos un acceso más equitativo y global en las aulas, ya que contamos con estudiantes en más de 130 países».
Sin embargo, esta no es la única forma en la que la desigualdad se da a conocer en la educación. Según el Informe de seguimiento de la educación en el mundo, las desigualdades en el planeta se han agudizado con la pandemia y casi doce millones de niños y jóvenes han sido excluidos de la educación en América Latina y el Caribe. La falta de adaptación del sistema educativo a las necesidades de los estudiantes, la brecha tecnológica y digital, las diferencias en el conocimiento de la lengua o la segregación por origen étnico y condición socioeconómica disminuyen la participación en el proceso formativo. «El proceso de adaptación a la diversidad conlleva un cambio de mirada, donde todos somos particulares y aprendemos de maneras diferentes, pues es en la interacción con el entorno donde se producen las barreras. En este caso son las universidades, las aulas y la forma en la que gestionamos y compartimos el conocimiento lo que produce la discapacidad», añade la vicerrectora de la UOC, que ha publicado recientemente el artículo «eLearning to promote quality education for all at the Universitat Oberta de Catalunya».
Universidades: el aprendizaje en línea (e-learning) no deja a nadie atrás.
Con la pandemia, las universidades se han visto obligadas a responder de manera creativa y flexible para garantizar la continuidad
de los procesos de formación de millones de estudiantes. Asimismo, este escenario ha puesto de manifiesto, con más fuerza, el rol que cumplen las tecnologías de la información y la comunicación en los entornos de aprendizaje, como una oportunidad de transformar
los espacios de educación presencial en los que se beneficia todo el alumnado, buscando a la vez distintas maneras de responder a la diversidad. Pero la tecnología no es, ni mucho menos, el único factor para esa transformación.
Para Martínez Samper, la educación en línea facilita incrementar la cobertura de la educación a perfiles de estudiantes que deben conciliar diferentes aspectos de su vida, llega a lugares remotos y de difícil acceso y contribuye a la internacionalización del sistema universitario con movilidades virtuales, lo que permite democratizar el acceso a la experiencia internacional.
«Las tecnologías se consideran un factor clave para la competitividad, la innovación y la inclusión digital, lo que permite generar un capital humano capaz de hacer frente a los retos del mundo actual y contribuir a la igualdad de oportunidades en el acceso a los recursos laborales, educativos y de participación social en la red», añade Martínez Samper. Sin embargo, para abordar una pedagogía más inclusiva, es importante que las universidades dispongan de las herramientas tecnológicas, humanas y administrativas necesarias para pasar a un modelo educativo de aprendizaje en línea, pues es un proceso que requiere de liderazgo, planificación y tiempo.
La vicerrectora de Globalización y Cooperación de la UOC, en el marco de la Semana de Innovación Pedagógica, organizada por la Universidad Tecnológica Metropolitana de Chile, realizó este análisis durante el conversatorio «Desafíos sobre diversidad e inclusión en el contexto de la docencia en línea».
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