Carlos Javier Jarquín
En el campo se producen los más deliciosos alimentos que el ser humano consume, pero para que estos alimentos estén presentes en cada hogar muchas personas se han dedicado pacientemente a cultivarlos y son los agricultores que todos los días con mucho amor cuidan sus plantaciones, en incontables países del mundo viven una inmensa realidad una de las principales amenazas que sufren es la falta de precios justos para los alimentos que se producen. “La mayor parte de los productos se siguen vendiendo al mismo precio que hace 30 años. E incluso en algunos casos a precios inferiores. Sin embargo, los costes que asumen los agricultores y ganaderos (energía, insumos, costes laborales, alimentación del ganado, etc.) sí se han actualizado, subiendo considerablemente.”
El gobierno y los empresarios deberían darle más apoyo a los pequeños agricultores, y a los que trabajan independientes, el enorme esfuerzo que estas humildes personas hacen para alimentarnos no tiene límite, el salario de los que trabajan en el campo es el más mínimo posible, lo que ganan en un día nos les da para comer, en el campo es donde se produce nuestra alimentación, pero sus protagonistas consumen lo inferior de esos productos, porqué lo mejor es para el comercio. En el campo es donde más brilla el hambre porque el salario de un jornalero es exageradamente mínimo, es increíble que quienes trabajan tarde y mañana para producir ricos alimentos tristemente no tienen el privilegio de saborearlos.
La semana pasada tuve una interesante charla por WhatsApp sobre este tema con mi amigo Ismael, él es de España y expresó lo siguiente: “La mayoría de los alimentos frescos que se consumen en España son producidos por explotaciones de tamaño pequeño y mediano y de carácter familiar. Este modelo productivo es el mayoritario en toda Europa y es el más sostenible y el que más beneficios tiene para toda la sociedad. Las explotaciones familiares sobreviven a duras penas por las múltiples amenazas que sufren. En España, siempre hay quien sabe hacer caja extra de las personas más vulnerables, necesitadas y desamparadas, trabajadores y empresarios agrarios maltratados y mal pagados que aun así siguen trabajando y luchando para alimentarnos y dar trabajo. Mientras el Gobierno hace decretos para ‘favorecer la incorporación de mano de obra’ que a nadie satisfacen y reconocen la precariedad salarial en el campo español, es hora de empezar a rebelarse ante una realidad que hay que dar a conocer.”
En Latinoamérica y en tantos países más las personas que trabajan en el campo son explotadas de manera constante, sus derechos son invisibles, pero las máximas víctimas son los inmigrantes, éstos deben hacer el trabajo que quizás nunca hicieron en su Patria, en trilladas ocasiones en el campo y construcción encuentran trabajo, en ambos trabajos se aprovechan al máximo de su actual situación migratoria, Ismael que es un conocedor de este tema me explicaba: “Algunos empresarios del sector agrícola español, los menos, apenas un 5%, solventan sus problemas de mano de obra empleando en sus fincas a trabajadores migrantes sin permiso de trabajo, a los que se contrata ‘legalmente’ a través de Empresas de Trabajo Temporal (ETT) con documentación perteneciente a personas con nacionalidad española o permiso de trabajo en España.”
La explotación que viven los campesinos es sorprendente, especialmente los migrantes el trato que reciben es totalmente inhumano, muchos empresarios agrícolas saben que contratando a un inmigrante no van a pagar lo justo. ¡No más explotación laboral a los jornaleros!, ¡no más desprecio ni humillación a las personas vulnerables!, valoremos su trabajo con puntual coherencia, los campesinos son el motor de nuestra existencia, hagamos conciencia, seamos más humanos nobles.