Hector A. Gil Müller
El calendario político de México sufrió una reforma al parecer menor, pero encierra, como muchas cosas, un significado mayor. En política la forma es fondo. El cambio del inicio del sexenio federal se modificó por dos meses, ajustando el sexenio de López Obrador a cinco años y 10 meses, a partir del 2024, por mandato constitucional, y según la modificación que consta en el articulo 83 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, El presidente de Mexico, una vez electo, tomará el cargo el 1 de octubre.
La exposición de motivos de la reforma es muy interesante y un tanto paradójica habla de la modernidad de la cual México ya ha participado al tener instituciones autónomas como el INE y la Comisión de Derechos Humanos pero que a pesar de esos importantes avances no ha habido los suficientes en una institución tan importante como la presidencia de la República.
La distancia entre el momento de la elección y la toma de poder inspiran como principal motivo el cambio. Sin embargo, entre lo dicho en la norma y la práctica suelen existir largos trechos, la costumbre y cultura, el andamiaje que es mas fuerte que lo principal, todo lo accesorio parecen impedir el sabor completo de un cambio de estafeta, o quizá sea solo por ser una continuidad. A esta fecha los procesos de entrega y recepción de ambos regímenes siguen entre pasillos. Los cinco meses que antes se tenían para la entrega de un país, hoy se reducen a 3 meses pero que pueden extenderse según convenga. Seguramente más que recibir el país, se está trabajando en entregar la información fiscal del próximo año, aunque el motivo, según la exposición del legislativo, es evitar que el presidente saliente tenga injerencia en el primer año del entrante.
No creo que esta modificación en fechas sea suficiente para hablar de modernidad, quizá se desea el límite a un periodo y suspende la intromisión a otro, pero eso conlleva otro tipo de voluntad y no solamente la presión del calendario. La presidenta Sheinbaum sigue observando 4 complicadas “bombas” que pueden detonar en cualquier momento, la violencia extendida a lo largo y ancho del país, la relación política con Estados Unidos que tendrá que definirse en lo mas álgido de la campaña en el vecino país, la economía y esta racha global de deterioro y estancamiento en el que los países viven un encarecimiento y el bono político de AMLO que puede ir a la baja sin el perfil que le caracterizaba. En todas las mañaneras ha participado e invitado a integrantes de su gabinete, pero el impacto mediático no ha sido el suficiente en un país acostumbrado al primero de diciembre.
Una de las promesas de Claudia Sheinbaum ha sido construir un millón de casas mediante el Infonavit durante su periodo. AMLO logró una cifra histórica en créditos otorgados, y parece esta cifra más conservadora, implica un gran compromiso, son 456 casas cada día. Palidece el número histórico de 12 millones de créditos, pero desde 1972 cuando se fundó el INFONAVIT.
El error es neutro y cuando lo vestimos de culpa es cuando se convierte en fracaso, por ello nadie quiere asumir la culpa de las cosas incompletas. Ante los éxitos las promesas y ante los fracasos los sueños.