Universitat Oberta de Catalunya
Profesorado de la UOC analiza por qué el humor puede ser recibido de manera tan diferente en función de las personas y cómo nos ayuda a establecer vínculos esenciales con nuestro entorno
Un chiste, un programa de televisión o un comentario, puede generar una serie de percepciones totalmente diferentes en cada individuo. En este sentido, ¿Por qué el humor puede ser recibido de manera tan diferente en función de las personas o los grupos sociales? ¿Es beneficioso o no para la sociedad?
Según la neurociencia, si el humor causa respuestas tan distintas, es porque activa en el cerebro una respuesta más compleja que una pura emoción. Se trata de una respuesta regulada por la corteza cerebral, que los humanos tenemos especialmente desarrollada, y que nos permite dar nuevos significados a las experiencias que vivimos. Así lo explica Diego Redolar Ripoll, neurocientífico e investigador del Cognitive NeuroLab de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
De hecho, dice Redolar, si los humanos, y también otros primates como los bonobos, hemos incorporado el humor a lo largo de nuestra historia evolutiva, es porque nos ayuda a vivir en sociedad: favorece que cooperemos y establezcamos vínculos de confianza. Este es su gran beneficio.
Desde el ámbito de la psicología, Enric Soler Labajos, psicólogo relacional y tutor del grado de Psicología de la UOC, añade que el humor “consiste en señalar cosas absurdas, incongruencias, y provocar en los demás un estado emocional distendido, relajado, que ayuda mucho a conectar socialmente”.
Con todo, advierte Soler que “esto funciona cuando me río de mí mismo o nos reímos juntos de nosotros mismos. Sea como sea, los dos expertos coinciden en que potenciar el humor es saludable tanto para los individuos como para los grupos. Y que puede entrenarse.
Más que una emoción
Estar alegre, angustiarse, enfadarse, sorprenderse o tener miedo son emociones que responden a estímulos y que se activan en una parte muy primitiva del cerebro, la amígdala. Pero cuando las emociones son la consecuencia de una broma, en el funcionamiento del cerebro toma protagonismo la corteza cerebral. “El humor, más que una respuesta emocional, deberíamos definirlo como un proceso cognitivo”, dice Redolar.
“Cuando alguien te explica un problema, y tú le pones humor, esa persona puede recibirlo bien o no. Hay diferencias individuales porque hay personas que necesitan apartarse de las situaciones que les generan sufrimiento y el humor les va bien. En cambio, hay personas que necesitan tiempo para procesar, y el humor puede incrementar su percepción negativa. Y parece que la corteza cerebral prefrontal tiene mucho que ver en eso. Igualmente, influye el contexto sociocultural o la religión. Si tú tienes unas determinadas creencias, o una ideología política, o una determinada visión de la realidad, y el humor va en contra de las mismas, puedes percibirlo de manera negativa”, indica.
Oxitocina para quien hace humor y para quien lo recibe
¿Cuán saludable es el humor para el cuerpo? “Disminuye los niveles de cortisol y aumenta los de endorfinas, es decir, reduce la ansiedad. Además, sube los niveles de serotonina, así que mejora el estado de ánimo. Y también puede cambiar la percepción subjetiva del dolor y fortalece el sistema inmunitario”, detalla Soler.
Y no solo eso, sino que, en situaciones en las que se genera humor, se liberan hormonas vinculadas con el establecimiento de vínculos, como la oxitocina: “Se sabía que esta hormona intervenía en las contracciones uterinas durante el parto y en la producción de prolactina cuando los bebés succionan el pezón de la madre, y ahora se ha demostrado que también se libera con el humor. Tanto quien hace la broma como quien la recibe agradablemente”, detalla Redolar. Por lo tanto, “una persona que es capaz de generar en otras estas emociones es una persona con quien tendrás más facilidades para establecer vínculos”, concluye.
¿Cómo se entrena el sentido del humor?
Vistos sus beneficios, Soler desgrana estos consejos para entrenar el sentido del humor:
Acércate a personas que tengan un buen sentido del humor.
Consume cultura humorística.
Mírate al espejo y empieza por practicar el humor sobre ti mismo/a. Así aprenderás dónde están los límites: no te rías de los demás sobre aspectos de los que no te reirías de ti mismo.
Aprende a tener distintas miradas de las mismas cosas.
Cultiva tu creatividad: esto permitirá que puedas encontrar asociaciones graciosas que otras personas no hayan encontrado antes.
Observa con atención las cosas graciosas de la vida cotidiana. En cualquier situación puede aparecer el material necesario para construir una visión divertida de una experiencia vivida.
Identifica aquellos aspectos que pueden dificultar que seas una persona con sentido del humor: ser demasiado estricto, tener demasiadas expectativas o ser poco flexible o poco empático.
Desde el punto de vista de la neurociencia, Redolar confirma que el entrenamiento funciona: “Cuando activas un circuito neuronal de manera continua, dicho circuito finalmente tiene una respuesta más automática. Hasta sabemos que, si tú pones una determinada cara de felicidad, contrayendo los músculos que normalmente se contraen en una situación de alegría, eso retroalimenta el circuito de procesamiento de la información emocional, generas más serotonina, hace que tengas una percepción más positiva de las cosas y puedes inducirte una emoción de alegría”.