Por María Beatriz Muñoz Ruiz
Una vez finalizados mis estudios de Auxiliar de psiquiatría, me he dado cuenta de que, o estamos todos locos, o intentamos dar pensamientos lógicos y científicamente probados a todo, por lo tanto, aquello que no sea analizado desde la perspectiva científica y respaldado por unos determinados estudios e investigaciones, no existe. Según la psiquiatría, Dios no es que haya muerto, como decía Nietzsche, sino que nunca ha existido, son imaginaciones nuestras, ¡cualquiera le confiesa a un psiquiatra que creo en las hadas o en la magia! Me visten de blanco y no precisamente para casarme.
Bueno, a lo que quiero llegar es que el ser humano, para sentir que controla el mundo y a los demás seres humanos, necesita etiquetar todo y a todos. Necesitamos seguir unas determinadas reglas, y eso incluye decirnos como debemos amar, como debemos ejercer nuestros deberes como padres, y como debemos comportarnos con nuestras amistades.
Me detengo en esto último, la amistad, un concepto que lleva demasiadas instrucciones y que a veces parecen estar en otro idioma. La gente se esfuerza en seguir unas determinadas reglas, porque si incumples las reglas ya no eres un buen amigo. “Si tú te tiras, yo me tiro”, con esta frase podría resumir lo que muchas personas piensan que es la amistad; poner al otro por delante de uno mismo, seguirlo hasta el infinito sin importar las consecuencias y quererlo eternamente. Pero la amistad, al igual que el amor, debe ser un concepto libre, un pacto entre dos personas que cambia según deseen ellas, porque no deberían existir normas en las relaciones humanas. ¿Dónde está escrito que si te pegan una ostia tengas que poner la otra mejilla? Ah, sí, en la biblia, pero, queridos lectores, eso lo hacía solo Jesucristo, tampoco lo sabemos con certeza, si la receta de los roscos de mi tatarabuela ha cambiado, imaginaros lo que ha podido cambiar la biblia después de tantos años.
Lo que no se nos dice en ningún sitio es que debemos amarnos por encima de todo a nosotros mismos… ah, bueno, también aparece algo en la biblia “ama al prójimo como a ti mismo” entonces, si analizamos esto es que en este mundo falta amarnos a nosotros mismos, ya que si nuestro amor al prójimo es el reflejo del amor hacia nosotros mismos significa que nos queremos bien poco. Ya os he perdido, ¿verdad?, bueno, a lo que me refiero es que estamos viendo continuamente en todos sitios mensajes sobre lo mucho que debemos priorizarnos, pero luego exigimos a los amigos que nos sigan ciegamente.
Si a eso lo llamamos egocentrismo, creernos el centro de todo, estaríamos amándonos a nosotros mismos, ¿en ese caso estamos actuando bien? Yo a eso lo llamo egoísmo y poca empatía, pero el caso es que en este mundo somos libres de creernos lo que queramos y de actuar como nos de la gana, lo que tenemos que pensar es que los demás también lo son, y por lo tanto, si ellos no desean poner la otra mejilla, como dijo Jesucristo, no es que sean malas personas, simplemente no son gilipollas.
Así que dejaros de tanta moralidad y reglas para la amistad, la amistad radica en el respeto al otro y sobre todo en el hecho de ser feliz cuando estas con otra persona, la amistad radica en saber que puedes contar con esa persona en los malos momentos lo mismo que en los buenos, porque la amistad no es estar en tensión, la amistad es un abrazo, un café, unas risas y muchas confidencias. Pero bueno, esa es mi amistad, la de los demás la deben escribir ellos, porque como he dicho, la amistad no tiene reglas ni está inventada, la amistad es como una tempestad que no se sabe dónde va a terminar.